Las imágenes tomadas por Torres, periodista, fotógrafo y testigo excepcional del atentado, van más allá. Muestran la realidad más cruda del terrorismo, pero también el soplo de solidaridad que ese horror deja a su paso.

Las fotografías de la muestra se distribuyen en cuatro apartados. El primero, El atentado, ofrece 11 imágenes del atentado contra el tren en el que explotaron cuatro bombas cuando circulaba próximo al polideportivo de la calle Téllez, con cinco imágenes inéditas.

Tiempo de barbarie

El segundo, Atocha y otros escenarios, incluye cinco fotografías que recogen el dolor y el duelo que se manifestaba a través de miles, quizá cientos de miles de velas en la estación, minutos de silencio en Atocha y otros escenarios de los atentados.

El tercer apartado está dedicado a los Supervivientes y héroes (12 fotografías), a todos aquellos voluntarios que de forma generosa y desinteresada ayudaron en circunstancias tan adversas a los heridos.

El último apartado, Terroristas en Leganés (seis imágenes), se dedica a las fuerzas de seguridad y cuerpo de bomberos que tuvieron que actuar tras la inmolación de los asesinos en esta localidad del sur de Madrid. Fue el colofón a un tiempo de barbarie.

 

Trabajar por la víctimas

Pablo Torres, Premio Ortega y Gasset de Periodismo Gráfico 2005: «Sobre las secuelas del atentado del 11-M mis reflexiones se resumen en una pregunta: ¿debemos vivir en duelo permanente, aferrados al sufrimiento que nos impide analizar las contradicciones de nuestra sociedad, o vivir tranquilamente la vida, sin olvidar a las víctimas, atentos a decisiones políticas que pueden originar catástrofes? Sé perfectamente que hay casos de imposible superación, personas que jamás superarán la pérdida de un padre, de un hijo, de un hermano, de un amigo. Pero esos casos no deben condicionar la recuperación del mayor número posible de víctimas. Casi diría que trabajar por la recuperación de las víctimas es una obligación».