«Presentar un texto integral de Juan Hidalgo, una ópera o una zarzuela, podía dar lugar a no entender el valor real de este compositor, ya que sus óperas suelen ser muy largas y con un montón de entreactos. Por eso pensamos que era mejor presentar una selección de tonos humanos y divinos para dibujar una especie de teatro de las ilusiones y recordar así que antiguamente los personajes no existían en el teatro musical, existían las pasiones», afirma Paolo Pinamonti, director del Teatro de la Zarzuela.

Tonos humanos y divinos

Carlos Mena reconoce que encontró una empatía especial por parte del Teatro que le emocionó, y después de muchos años especializándose en música barroca considera que «comparar no es tener criterio» y que «si se compara a Juan Hidalgo con otro autor eso, en realidad, es no darle valor».

«Su estética musical es increíble. Él mismo extraía la esencia de sus óperas, lo mejor de ellas, recogida en forma de tonos humanos, algo que más adelante se convirtió en una práctica habitual», apunta. «Hice varias transcripciones de obras y las uní para que tuvieran la esencia de la música de Hidalgo».

Mena intenta enlazar así con cierta coherencia todas las pequeñas obras. En ellas hay un ritmo musical muy evidente y a la vez muy complicado. La música De lo humano… y divino pasa por un laberinto de pasiones, de un momento puro hasta uno más frívolo. La espectáculo esta interpretado por la soprano Alicia Amo, por el barítono Jose Antonio López y por el propio Carlos Mena. Joan Antón Rechil se encarga de la dirección de escena.

Origen del teatro musical

Juan Hidalgo nació en el seno de una familia de músicos y, de hecho, su padre y su abuelo fueron luthiers. En 1630 ingresó en la Capilla Real, primero como arpista y más tarde como claviarpista, y muchos escritos le consideran, precisamente, su inventor, aunque no hay nada probado.

En 1645 empezó a trabajar como compositor de música de teatro para la Corte, componiendo tonos humanos y canciones. En su figura se encuentra el origen de la ópera en España de la mano de Calderón de la Barca con la obra Celos aun del aire matan, basada en la historia de Céfalo y Procris de Ovidio, que se considera la ópera más antigua conservada en España. Hidalgo colaboró con Calderón, además, con El laurel de Apolo, una de las primeras obras musicales en ser denominada con el nombre de zarzuela, y en otras ocasiones. También lo hizo con otros dramaturgos importantes de la época.

De la pureza a la frivolidad

Juan Antón Rechi reconoce que desconocía la mayoría de los tonos que aparecen en el espectáculo, pero que «sin duda, suponen para un director de escena todo un universo en el que sumergirse».

«Me gustó la idea de presentar las piezas como un poema con un universo propio y, además, quería hacer algo más abstracto y surrealista. Se trata de un teatro de las emociones (hay miedo a la soledad, miedo a la guerra, miedo a no encontrar sentido a la vida…) y quería crear precisamente las mismas que yo sentí cuando lo escuché por primera vez», relata.

El espectáculo comienza con un gran retablo que poco a poco se va conviertiendo en algo cada vez más humano. A su vez empieza en el Barroco y realiza un viaje hasta el momento actual.

Existen muy pocas grabaciones de la mayoría de todas estas piezas y, para el proyecto, Carlos Mena contó con la ayuda de la filóloga Lola Pons, quien hizo un estudio sobre cómo se pronunciaban todos los poemas en la época del compositor.

El buen momento de José Antonio López

José Antonio López

El barítono José Antonio López, uno de los cantantes principales de este espectáculo, vive un momento profesional muy dulce. Ha actuado en salas y festivales de toda Europa, como el Musikverein y Konzerthaus de Viena, el Prinzregententheater de Múnich o el Berwaldhallen de Estocolmo. También ha cantado en las principales salas de concierto y escenarios del país: el Teatro Real, el Auditorio Nacional de Música, el Teatro de la Zarzuela y el Auditori de Barcelona.

A lo largo de su carrera ha interpretado un amplio repertorio que incluye los Lieder eines fahrenden Gesellen, Kindertotenlieder y Sinfonía de los Mil de Mahler, la Sinfonía lírica de Zemlinsky y Gurrelieder de Schoenberg, y en el campo operístico ha cantado, entre otros, los Figaros de Mozart y Rossini, Escamillo, Don Giovanni, Papageno, Guglielmo, Malatesta, Ned Keene (Peter Grimes de Britten) y Mario (Una voce in off de Montsalvatge), además de numerosas zarzuelas.

Recientemente ha debutado en el papel de Germont de La traviata (Córdoba, Oviedo, Pamplona y Gijón), y acaba de preparar dos roles nuevos, Lord Enrico de Lucia di Lammermoor, con el que estará en Jerez; y Jokanaan de Salomé, con el que irá al Festival de Teatro Clásico de Mérida.

«Yo conocía muy poquito de la obra de Juan Hidalgo y estoy impresionado. Es un barroco español muy poco interpretado y muy poco conocido y las melodías son espectaculares. Los textos son muy fuertes y muy potentes y podemos decir que Lo humano… y divino se puede sintetizar en lo místico. Lo espiritual esá muy presente en este espectáculo».

Emocionado por estar en Teatro de la Zarzuela, el teatro de su debut, y también por la ilusión de sus nuevos roles en Lucia di Lammermoor y Salomé, reconoce estar a la expectativa. «Para mí es una prueba de fuego hacer ambos roles porque es un repertorio bastante grande y desconocido por mí. Hasta ahora he trabajado obras del periodo clásico y mucha música del siglo XX. Me voy moviendo de unos compositores a otros según se adecúan a mis posibilidades vocales, por así decirlo».

Su día a día es «estudiar, estudiar, estudiar. Ensayar, viajar… La historia de la música es amplísima y todo son nuevos retos. Una obra nueva es un reto de preparación y de ejecución en sí».

Nuevos proyectos le esperan y el año que viene estará en El público, la ópera de García Lorca que estrenará el Teatro Real. Aún no ha visto la partitura y tampoco sabe mucho de su personaje, pero para él trabajar en una obra de Lorca y en Teatro Real es «siempre un gusto».