Este clásico cuenta con un elenco encabezado por Javier Collado Goyanes (Calígula), al que acompañan Alejandra Torray (Cesonia) y Fernando Conde (Helicón). Junto a ellos hay todo un despliegue de actores de primera fila, como José Hervás (Premio Ercilla de Teatro 2014 como mejor actor secundario por esta obra), Antonio Gálvez, César Sánchez, Héctor Melgares, Ángel García Suárez, Xavier Olza y Virginia Pascual.

Todos ellos están bajo la dirección de Joaquín Vida, que ha sido el encargado de adaptar la transformación que sufre este emperador, que comienza su mandato como un gobernador aceptable y coherente y que, por la muerte de su hermana y amante, Drusila, termina desquiciado y lanzado a la depravación y a la perversión en todas sus acciones. Sus aberraciones generan una atmósfera irrespirable en la que la vida ya no tiene sentido y sólo queda angustia, miedo o rebeldía.

Escenografía sencilla

La obra ofrece un interesante enfoque actual sobre Calígula, que muestra a un emperador más humanizado y cuenta cómo «lleva su locura con total racionalidad hasta demostrar que la falta de cordura la tiene el sistema», asegura su director. Todo ello con una sencilla escenografía que permite centrar toda la atención en la interpretación y en mostrar un personaje de la historia acobardado y solo ante el mundo.

Así fue «como la concibió Camus en su estreno, con su grupo de teatro, es decir, él no puso columnas romanas, ni estatuas clásicas. Sólo utilizó tres elementos claves, el gong, el espejo y el trono», explica Javier Collado. A estos elementos se le une la luna, que ha integrado Joaquín Vida, para representar la obsesión de Calígula por conseguir lo imposible.

Totalitarismos

Calígula es el paradigma del poder mal ejercido a lo largo de la historia de la humanidad, y de sus dramáticas consecuencias. La figura de este personaje estuvo presente en todas las etapas de la vida de Albert Camus. El escritor le otorgaba una gran importancia como símbolo, ya que representa perfectamente el enfrentamiento personal a las contradicciones con las que se encuentra el ser humano a lo largo de su vida. También muestra algunas de las maneras equivocadas de resolverlas, y hacia dónde pueden derivar.

Al comienzo de la II Guerra Mundial, aún con el recuerdo de la primera, Albert Camus tenía 26 años y ya había escrito Calígula. Los acontecimientos que se iban a desarrollar en Europa le daban la razón: si un loco puede convertir al mundo en un manicomio, es porque el sistema por el que el mundo se rige así lo permite, por lo que no hay remedio para la infelicidad humana dentro de él.

  • De martes a sábados a las 20.00 h
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  • 25 de septiembre: encuentro con el público