Lavaudant ha depurado y abreviado la puesta en escena de esta gran narración de amor, todo un clásico de la historia universal del teatro, como una creación íntima y despojada de grandes maquinarias, que sostienen con elegancia nada más y nada menos que 17 personas en escena. Patrick Pineau le da vida al espadachín de larga nariz, mostrando toda su genialidad interpretativa sobre las tablas y dotando de humanidad a un personaje melancólico pero elocuente.

Esta versión de Cyrano de Bergerac se encuentra entre la comedia y la tragedia. Es un autorretrato asumido de lo que se ha convenido en llamar “el espíritu francés”. Rostand presenta a un amante de gran estilo ataviado con una máscara de Comedia del Arte y le da una biografía ejemplar y barroca de un mártir de la vivacidad, de la galantería y de la elocuencia “nacionales”, buenísimo perdedor y fascinante, sobre todo, porque todas sus cualidades son fruto de una sublime voluntad de hacer arte.

Divertido y valiente

Cyrano es divertido y valiente. Siempre esperando a decir lo que tiene prohibido. Es como si este hombre viviese solo del crédito procedente de su propio vacío y cuyos intereses paga con bonitos gestos y bellas palabras ardientes, brillantes, espirituales a más no poder, lastradas con el peso de una existencia que se sabe vacía y frágil. Actor y autor de su propia obra, Cyrano es quizá uno de los nombres del teatro.

La obra fue escrita en 1897 y representada por primera vez con gran éxito y revuelo el 28 de diciembre del mismo año en París, en el Théâtre de la Porte-Saint-Martin, con Coquelin en el papel de Cyrano. Se representó 400 veces entre diciembre de 1897 y marzo de 1899 y llega a su representación número mil en el año 1913. La Comédie Française retomará su puesta en escena en 1938, consolidándola como una de las grandes obras del teatro francés.

  • Viernes y sábado a las 20.00 h / Domingo a las 18.00 h.
  • Idioma: Francés (con sobretítulos en español).