La red Comète fue una organización civil de resistencia francobelga que nació en Bruselas en 1940 con el fin de evacuar, principalmente, a los combatientes aliados perseguidos por los alemanes durante la guerra. El objetivo era ponerlos a salvo conduciéndolos, con la ayuda de las embajadas y servicios aliados en España, hasta Gibraltar, tras atravesar la Europa ocupada. La meta inicial era el País Vasco, lugar elegido para el paso, generalmente a través del Bidasoa. En esta etapa crucial del viaje, un grupo de ciudadanos, de ambos lados de la frontera, colaboraron activamente.

Se estima que, entre 1941 y 1944, Comète logró repatriar a cerca de 800 fugitivos. La red contó con la colaboración de unas 3.000 personas anónimas (1.700 agentes y colaboradores), de las cuales cerca de 700 fueron detenidas y unas 290 fusiladas o muertas tras su deportación.

Un total de 30 entrevistas y documentación inédita conforman esta muestra, de visita gratuita, que se divide en ocho estaciones, que se corresponden con algunas de las etapas más importantes de la red clandestina: Londres, Bruselas, París, Burdeos, Dax, Bayona, Bidasoa, Pirineos, Guipúzcoa y Gibraltar. 32 monitores y tabletas, con testimonios e imágenes de la época, configuran un friso luminoso en forma de estela.

Porque había que hacerlo

Cuando le preguntaban a ‘Dédée’, fundadora de Comète, ¿por qué hacía todo esto?, la respuesta siempre era la misma: «porque había que hacerlo».

Comète es un ejemplo de la capacidad de la sociedad civil para solidarizarse y actuar en tiempos de conflicto, por encima de credos y nacionalidades. Esta red clandestina nació espontáneamente y se expandió a través de varios países en tan solo unos meses hasta lograr movilizar a miles de voluntarios, a pesar de que vivían en la cuerda floja y su período de actividad no solía superar los seis meses hasta ser detenidos y, en muchos casos, deportados a campos de exterminio.

Además de un sentido de la responsabilidad con la humanidad y la historia, y a pesar del sufrimiento padecido, Comète mantuvo intacto un código ético que se resume en el lema Pugna Quin Percutias, es decir, ejercer la resistencia desde la no violencia. Todos los testimonios que se pueden ver y escuchar en esta instalación audiovisual son un canto a la inteligencia humana para sortear dificultades, un manual de astucia improvisado por ciudadanos que pusieron en jaque a la Gestapo.