Un circo transgresor vertebra la serie que Cruz presenta en la galería hispalense. Sus acróbatas protagonistas muestran en su perenne movimiento la belleza de la poesía a través de aristas caprichosas y ambientes oscuros. Lo onírico está presente en una muestra que juega con el absurdo y en la que la gravedad no parece afectar a sus protagonistas retratados, que destacan sobre un fondo indeterminado e irrelevante.

La inquietud de la vida y su belleza floreciente, dos concepciones contrapuestas pero en absoluto irreconciliables, quedan en evidencia en los trabajos de Cruz. No hay un discurso concreto, sino que es la propia sustancia de las cosas lo que le otorga poesía al conjunto.

Una especie de limbo con una clara marca personal rodea a sus protagonistas. En sus infinitas imposibilidades, cualquier imagen se vuelve, irónicamente, posible. Una propuesta enigmática que se relaciona íntimamente con el mundo de los sueños y los despertares.