Dueño de una extensa trayectoria, Osvaldo Salas se movió entre el glamour de las estrellas del cine y del deporte, y la documentación de la Revolución Cubana. Esta retrospectiva, la primera del artista en Europa, reúne una amplia representación fotográfica de todos los temas que abordó, poniéndolos en relación con los trabajos de su hijo Roberto.

Vocación

Osvaldo Salas tenía una vocación muy temprana por el arte, pronto se matriculó en la Academia de Bellas Artes de San Alejandro, que tuvo que abandonar cuando partió a Nueva York junto a su familia. Años más tarde regresó al arte de forma autodidacta y entre 1950 y 195 alcanzó un gran prestigio como fotógrafo. Colaboró con múltiples publicaciones retratando a Marilyn Monroe, Ava Gardner, Salvador Dalí o Sara Montiel, y a ases del deporte como Joe DiMaggio o Rocky Marciano.

En 1955, su camino se cruza con el de Fidel Castro, que había viajado a Nueva York para recaudar fondos para el Movimiento 26 de julio, y comienza a colaborar con la organización en actos públicos de repulsa contra Batista. Al mismo tiempo comienza una línea de trabajo documental que continuará en Cuba, donde regresó tras el triunfo de la revolución.

Allí sería el responsable del departamento de fotografía del periódico Revolución y trabajaría como fotorreportero en Granma. El valor de su obra radica en su sentimiento de pertenencia a la isla y en su deseo de usar la lente de manera insaciable.

Sucesor

Toda la pasión que Osvaldo tenía por la fotografía se la transmite a su hijo, Roberto Salas, que ya en 1955, con 15 años, publica sus primeros trabajos en el periódico El Imparcial en Nueva York. A pesar de su temprana edad realiza diversos trabajos sobre el movimiento cubano del 26 de julio en EE.UU., entre otros, considerando que su fotografía de mayor importancia de ese período y con la que marca el despunte de su carrera es La bandera y la Señora, de 1957, una de las fotografías más importantes realizada fuera de Cuba durante la lucha contra Batista.

Trabajó para el periódico Revolución, Granma, la revista Cuba y otras publicaciones, y fue corresponsal de guerra en Vietnam. Ha abordado diversas temáticas, dedicándose también a partir de 1994 a la fotografía de desnudo y fotografía experimental. Padre e hijo forman parte del grupo selecto de fotorreporteros, junto a otros reconocidos colegas, que tomaron las imágenes sobre la revolución cubana, fotografías que dieron la vuelta al mundo. El estilo de padre e hijo durante la década de los 60 es denominada por críticos e historiadores como la ‘fotografía épica’.