Zabell tiene el dibujo como motor principal de su obra. Este se desliza hacia el resto de las disciplinas artísticas, incluso las empuja a que se mezclen entre sí y desdibujen sus límites: la pintura se desarrolla a partir de elementos lineales; la geometría de su escultura se tiñe de color; la instalación es un dibujo de líneas coloreadas inmateriales que invade las paredes y los techos del Museo ABC.

Simon Zabell junto a la obra 'El ámbito del pensamiento' (1989) de Guillermo Pérez Villalta

Simon Zabell junto a ‘El ámbito del pensamiento’ (1989) de Guillermo Pérez Villalta.

Comisariada por Óscar Alonso Molina, esta muestra tiene al dibujo como punto de salida y llegada. El visitante se encontrará en medio de las sucesivas evoluciones que sufren los elementos gráficos tradicionales (la línea) hasta transformarse en pintura (color), escultura (volumen) e instalación (ocupación completa del espacio).

Es, como afirma Alonso, «un trabajo que puede ser descrito como fenomenológico y realista en el sentido más abstracto y conceptual del término. Sus propuestas despliegan en sintonía una teoría de la superficie pura, donde la paráfrasis y la descripción pormenorizada, geométrica, literal y por momentos, obsesiva de los términos de referencia, ofrecen la base objetiva a partir de la cual el espectador ha de deducir los significados propuestos».

Arcoíris de color

Al igual que en otras ediciones del programa Conexiones, la exposición se organiza a partir de dos obras: una de los fondos de la Colección Banco Santander y otra del Museo ABC. De la primera se ha seleccionado la obra de Guillermo Pérez Villalta El ámbito del pensamiento (1989), en la que se representa un complejo espacio poliédrico formado por las facetas e intersecciones de color que la luz blanca produce al entrar difractándose en un despojado interior. Esta pieza se presenta por primera vez junto con su correspondiente boceto, cedido para la ocasión por el propio artista.

De la Colección ABC se muestran una serie de dibujos originales que se utilizaron para la confección de las portadas de la revista Blanco y Negro. Son trabajos realizados por maestros del dibujo como Ramón Gaya, Ángeles Torner Cervera, Roberto Martínez Baldrich, Hipólito Hidalgo de Caviedes, Ramón Roqueta o Pedro Mairata. La selección de estas piezas se ha hecho atendiendo a una entonación cromática que se decanta por alguno de los tres colores básicos, o sus complementarios, además del blanco y del negro, que, al ordenarse en el interior de una de las vitrinas de la sala, componen una carta de color, arcoíris o Pantone desde el cual completa el ambiente tornasolado, lleno de matices y reflejos, de la obra de Zabell.