La obra de Ingres, anclada en el academicismo sólo aparentemente, constituye un hito esencial en las revoluciones artísticas de finales del siglo XIX y principios del XX. Llevado por el impulso romántico de la búsqueda de la belleza ideal, resultado de su atracción por el pasado clásico y su fascinación por el arte de Rafael y de Poussin, Ingres engrandeció los géneros del retrato, del desnudo y la pintura de historia.

Fue un gran dibujante, pero su obra escapa a cualquier clasificación ya que exploró todos los temas y proposiciones estéticas de su época, pero rechazó las trabas a la libertad de elección de una escuela, de un movimiento o de un estilo. Prueba de este carácter singular es la trascendencia que ha encontrado como precursor fundamental del lenguaje de las vanguardias y la abstracción y la influencia que ejerció en algunos de los pintores españoles más sobresalientes, como Federico de Madrazo, Pablo Picasso o Salvador Dalí.

Retratos

La exposición presenta un desarrollo cronológico-temático por la trayectoria artística del pintor. A lo largo de 11 secciones, Un artista, múltiples formaciones; Retratos íntimos. Primeros retratos oficiales; Roma y los mitos; El desafío clásico; «Troubadour»; Ingres y el XIV duque de Alba; Mujeres cautivas; Nuevos retratos; Pintura religiosa; Suntuosa desnudez; y Últimos retratos, la muestra atiende de manera específica la compleja relación que Ingres mantuvo con el género del retrato, construida a través del rechazo y de la admiración, y que se confronta con su ambición constante por ser reconocido, en primer lugar, como un pintor de historia.

Capaz de captar con nitidez el carácter de sus modelos, Ingres supo reflejar con igual maestría la imponente presencia de un emperador (como en Napoleón I en su trono imperial del Louvre) o el carácter soñador de un artista (como en François Marius Granet del Museo Granet en Francia). En todas sus obras muestra un lenguaje genuino, fruto del diálogo permanente que mantuvo con los retratos que había conocido en el Museo Napoleón y con los que posteriormente estudió en Italia. El del Señor Bertin procedente del Louvre, enérgica imagen del cuarto poder, o el de la Condesa de Haussonville, de la Frick Collection de Nueva York, culminan con perfección la trayectoria del maestro en este género.

Desnudos e historia

Junto a ellos, el visitante se encuentra una sucesión de desnudos femeninos cargados de sensualidad. En la Gran Odalisca, del Museo del Louvre, “se unen magistralmente el deseo de la representación ideal, de la representación platónica del desnudo, con una imagen carnal de la mujer. Esta aparece completamente desnuda sin ningún argumento, ni mitológico, ni literario, ni histórico que justifique su desnudez. Se basa en una idea de pura sensualidad, de simple deseo”, asegura Carlos G. Navarro, comisario institucional de la exposición.

Otra mujer mira a la Gran Odalisca, «es su compañera en el Salón de 1819, Angélica liberada por Ruggiero«, que muestra a una mujer sensual y voluptuosa, claro paradigma del erotismo contemporáneo. Entre las obras míticas del pintor también se encuentra El baño turco del Louvre, que sublima su pasión por exaltar la curva como forma perfecta para revelar su inagotable entusiasmo por el cuerpo femenino situado siempre en contextos exóticos.

El repaso a la obra de Ingres culmina con su atracción por el género de la pintura de historia en obras realizadas en Roma, en las que se enfrentó a la fuerza de los mitos de la literatura clásica grecolatina, de Homero y Virgilio. Finalmente, su relación con la pintura religiosa aparece representada en todas sus variantes tanto íntimas, con la conmovedora Virgen adorando la Sagrada Forma del Louvre, como monumentales, como en Jesús entre los doctores del Museo Ingres.

Actividades paralelas

La exposición se completa con un catálogo que contiene cinco ensayos que contextualizan la obra, la época y las influencias de Ingres: Revoluciones e Imperios. Breve introducción histórica a la época de Ingres, por Carmen Sanz Ayanz; Ingres, el pintor detrás del mito, por Vincent Pomarède; Ingres dibujante, por Louis-Antoine Prat; Ingres y los pintores españoles. De Velázquez a Picasso, por Carlos G. Navarro; y, El más vivo de los pintores, por Florence Virguier-Dutheil. El catálogo incluye fichas de todas las obras seleccionadas para la exposición, organizadas en 10 epígrafes con su correspondiente texto introductorio y una cronología a cargo de María de los Santos García Felguera.

El Museo del Prado ha organizado un programa específico de actividades en torno a la exposición. Además del habitual ciclo de conferencias, se han programado Claves, breves charlas didácticas para facilitar la visita autónoma a la muestra; un curso monográfico, que se celebra en el mes de marzo, y un concierto.