Maier es uno de los personajes más sorprendentes de la fotografía contemporánea. Alternó su profesión de niñera con su oculta y gran pasión. Realizó más de cien mil fotografías que nunca enseñó a nadie. Tras su muerte en el anonimato, su archivo fue encontrado por accidente, y desde que su obra vio la luz en 2010 se ha convertido, por derecho propio, en uno de los mayores referentes mundiales de la fotografía de calle y en un fenómeno mediático.

Vivian Maier, Street Photographer hace un recorrido global por su obra, abordando de forma temática sus principales intereses y mostrando la calidad de su mirada y la sutileza con la que hizo suyo el lenguaje visual de su época.

La muestra incluye un total de 120 fotografías, además de una selección de contactos, realizadas entre 1950 y 1981, de las cuales 100 imágenes en blanco y negro cubren el periodo de 1950 a 1970 y otras 20 a color el de 1965 a 1981. Además de nueve películas en Súper 8 realizadas entre 1965 y 1973. Este material nos traslada magistralmente a un interesante “paseo” por las calles de Nueva York y Chicago de la segunda mitad del siglo XX.

En ella se descubre una historia en cada rincón y una vida detrás de cada uno de los gestos de los verdaderos protagonistas de esta exposición: hombres, mujeres y niños; ancianos, vagabundos y personas con una vida acomodada, trabajadores o simplemente personas que viajan en un tren. Pero todas ellas tienen algo en común, algo que en un momento determinado llamó la atención de esta misteriosa niñera.

El impacto que Vivian Maier ha generado en el mundo de la fotografía ha llevado su trabajo a las mejores galerías del mundo y a verse publicado en multitud de libros. Incluso el propio John Maloof, descubridor de su obra, dirigió en 2013 la película Finding Vivian Maier, que fue nomidada a los Oscar en 2014 al mejor largometraje documental.

Mary Poppins de la fotografía

Vivian Maier ejerció como niñera durante más de cuatro décadas. En su tiempo libre creó una realidad paralela y secreta en la que hizo miles de fotografías, grabó sonidos urbanos y rodó en Súper 8 y 16 mm; y las tres cosas las hizo con una maestría y una modernidad absoluta impropia de una fotógrafa amateur. Logró abrir una fascinante ventana a la vida cotidiana en los espacios públicos. Consiguió acumular más de 2.000 rollos de película sin revelar, 5.000 fotografías impresas y más de 120.000 negativos que, aparte de ella, prácticamente nadie más contempló durante su vida.

Su legado fotográfico esconde una apasionante y secreta historia. Gran parte de sus bienes, así como la totalidad de su producción fotográfica, fueron depositados en un guardamuebles, para ser posteriormente embargados y vendidos. Aquí es cuando entra en escena John Maloof, un joven estudiante que buscaba fotos para documentar un trabajo que estaba haciendo sobre su barrio y adquirió, en una pequeña subasta de Chicago, este material.

Maloof descartó las fotografías para este fin pero reveló una parte de ellas con el propósito de venderlo en internet. Un conocidísimo crítico de fotografía, Allan Sekula, se puso en contacto con él para advertirle de que aquellas fotos estaban cargadas de gran talento. Pero ¿quién estaba detrás de la cámara?

Las investigaciones de Maloof le llevaron a averiguar que la autora de las instantáneas era Vivian Maier, una misteriosa mujer que había vivido entre Chicago y Nueva York cuidando niños y fotografiando de manera compulsiva los suburbios y las aceras de las dos ciudades.

El legado de Maier, a quien algunos llaman la ‘Mary Poppins de la fotografía’, se ha convertido en una extraordinaria sorpresa para los expertos, quienes quedaron asombrados ante tan genuino y magnífico material fotográfico dotado de una modernidad y una calidad insólita para los años y las circunstancias en los que fue producido.

Todas estas singularidades han llevado a Maier a ser comparada con maestros de las talla de Diane Arbus, Robert Frank, William Klein o Garry Winogrand.