La cuarta exposición de Lucas en la Galería se centra en las series Monocromos y Figuras, orientadas a un análisis y clasificación del lenguaje de los colores y las formas tomadas de la vida cotidiana, capturando cuantos logos le saltaban a la vista con la intención de devolverlos a su vitrina para ofrecérselos al espectador dentro de su contexto formal.

La artista observa ese mundo corporativo que habitamos y extrae de él formas y colores que clasifica. Cada una de sus obras (tanto pictóricas como escultóricas) se construye con los múltiples logos que asaltan diariamente en la calle o en internet, clasificándolos por color y forma, enmarcándolos en las teorías que parecen justificar su elección.

El marco es importante, no cierra la cuestión sino que la expande y la contextualiza. Podría decirse, incluso, que la explica, que aclara el regreso al arte de lo que un día le fue propio y ahora ha de compartir con la realidad mercantilizada del presente: visibilidad y comunicación.

Camino de vuelta

Se trata de un camino de vuelta en el que desde la realidad (incluidas las calculadas dimensiones de los medios de comunicación publicitaria para que puedan visualizarse en el ajetreado devenir de nuestros tiempos) se establecen guiños a varias tentativas abstractas que la historia del arte ha desarrollado a lo largo del siglo XX, y, al mismo tiempo, se plantea como una nueva revisión de los códigos de lectura de los elementos estéticos que nos rodean y con los que dialogamos a diario.

Una revisión artística en la que se pone a cada cual en su lugar, al arte y a la comunicación institucional, y hace muy pertinente la pregunta inicial: ¿es posible para el espectador contemporáneo percibir el color y la forma atendiendo a composiciones y sensaciones puras? Es a ese espectador contemporáneo al que le corresponde contestar a partir de su experiencia personal frente a estas obras y ante los logos y formas que las constituyen.