El ensamblaje de materiales recogidos en sus paseos por el campo y la transformación de objetos cotidianos en piezas artísticas son las señas de identidad del trabajo escultórico de Miró, para quien la libertad y la poesía fueron la esencia de todas sus creaciones. “Me siento atraído por una fuerza magnética hacia un objeto, sin premeditación alguna; luego me siento atraído por otro objeto que al verse ligado al primero produce un choque poético, pasando antes por ese flechazo plástico, físico, que hace que la poesía te conmueva realmente y sin el cual no sería eficaz…”, explicaba Miró respecto a su proceso creativo.

Concebida para el Centro Botín, Joan Miró: Esculturas 1928-1982 cuenta con la colaboración de la Obra Social “la Caixa” y constituye un hito en el acercamiento a la figura de Miró en relación a la escultura. Así, por primera vez se aprecia el trabajo creativo del artista, mostrando los objetos originales y los diversos materiales que utilizaba en sus creaciones; su trabajo en las distintas fundiciones; los proyectos para monumentos; sus ideas plasmadas en bocetos y su selección de materiales, hasta la última transformación en la pieza buscada.

Desde la primera a la última

Comisariada por Mª José Salazar, miembro de la Comisión Asesora de Artes Plásticas de la Fundación Botín y experta en la obra de Miró, y Joan Punyet Miró, nieto del artista y cabeza visible de la Successió Miró, la selección de obras abarca desde la primera pieza, creada en 1928, hasta la última, fechada en 1982. También están representados todos los materiales con los que trabajó el artista: hierro, bronce, madera, pintura, fibras de vidrio, poliuretano o resinas sintéticas.

Se incluye también una selección de la colección privada de pequeños y curiosos objetos que el propio Miró atesoraba en las estanterías de su biblioteca, la cual ha cedido generosamente su familia y que es, en cierto modo, el fundamento de su mundo escultórico. Según el propio artista: “Quiero hacer esculturas enormes. Me preparo amontonando cosas en mi estudio”. Y, ciertamente, el artista “crea con ellos un mundo fantasmagórico, irónico y lúdico, pudiendo parecer incluso que la escultura está formada por una conjunción inverosímil de objetos, obtenidos al azar; pero nada más lejos de la realidad. Miró intuía y buscaba las formas”, afirma Salazar.

La mayoría de las piezas provienen de la colección privada de la familia de Miró, de la Fundació Miró de Barcelona y de la Fundació Pilar i Joan Miró de Mallorca, además de obras cedidas por instituciones internacionales, entre las que destacan el Museum of Modern Art de Nueva York, la The Pierre and Tana Matisse Foundation de Nueva York, la Fondation Maeght de Saint-Paul-de-Vence y la Galerie Lelong de París; así como el Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofía, la Fundación “la Caixa” o el Gobierno de las Islas Baleares.

La soledad del estudio

La exposición se ha dispuesto, considerando la cronología, en cinco espacios. En líneas generales se puede afirmar que exhibe una selección de sus mejores construcciones, ensamblajes, esculturas monumentales, así como imágenes diversas de su proceso creador tomadas por grandes fotógrafos como Joaquim Gomis, Josep Planas Montanyà o Francesc Catalá-Roca; de bocetos que nos remiten a su constante entrega y búsqueda de las formas y, especialmente, de los materiales originales con los que concibe las piezas en la soledad de su estudio.

Esta muestra incluye piezas significativas como Danseuse Espagnole (1928), su primer trabajo en la búsqueda de una tercera dimensión, o la construcción Painting –Object (1931). También destacan obras que el artista denomina Femme, con las que crea sus primeros bronces en 1949 o que retoma un año más tarde, entremezclando hueso, piedra y hierro. Sus esculturas pintadas de 1967, como Femme et oiseau, Personnage o Jeune fille s’évadant, entre otros trabajos; esculturas monumentales, como Femme Monument (1970), Personnage y Porte I, ambas de 1974, L’Oeil attire les diamants (1974), en la que retoma trabajos experimentales, o Souvenir de la Tour Eiffel (1977), una escultura de tres metros de altura concebida con objetos ensamblados.

Esta exposición cuenta con una publicación que incluye textos sobre el proceso creador de Miró a cargo de Mª José Salazar y de Joan Punyet Miró y Emilio Fernández Miró, nietos del artista que aportan su conocimiento directo y han participado en la organización de la muestra.