Ghirri decidió dedicarse plenamente a la fotografía cuando rondaba la treintena. Antes había trabajado como aparejador y topógrafo en Módena. Como él mismo reconocía, esa experiencia previa a la hora de trabajar sobre el terreno, medir el espacio y delimitar el territorio, tuvo un efecto duradero sobre su aproximación a la fotografía.

Casi siempre retrató su objeto de interés de frente, evitando el drama, el movimiento y la emoción. Durante la década de 1970 tomó miles de fotografías con las que cartografió los contornos cambiantes de la vida moderna en una Italia que vacilaba entre lo viejo y lo nuevo, y dio forma a una singular reflexión sobre el lenguaje fotográfico y su papel en la construcción de las identidades modernas.

Según sus propias palabras: “La fotografía es una gran aventura por el mundo del pensamiento y la mirada. Un viaje inacabable por lo grande y lo pequeño, por las variaciones, a través del reino de las ilusiones y las apariencias, un lugar de multitudes, laberíntico y especular”.

Ghirri trabajaba la mayor parte del tiempo en espacios exteriores, paseando por las calles de Módena, viajando en coche por las zonas rurales cercanas y visitando lugares de ocio como parques de atracciones y playas.

Sólo en color

En un momento en el que la fotografía en color suscitaba recelos en los círculos artísticos por su proximidad a la fotografía popular y comercial, y la práctica fotográfica “seria” se hallaba dominada por el blanco y negro, trabajó solo en color: “Hago fotos en color porque el mundo real es en color y porque el cine en color ya ha sido inventado”. Como apunta el comisario de esta muestra, James Lingwood, “Ghirri creó un corpus de imágenes en color sin paralelo en la Europa de la época”.

Más que seguir un camino único y lineal, su producción se movió simultáneamente en distintas direcciones. Organizaba sus fotografías en grupos concretos a los que consideraba “obras abiertas”. Algunos concluyen en un año determinado y poseen una temática bien definida; otros son más difusos y abiertos, combinando fotos tomadas a lo largo de varios años y en distintos lugares, básicamente en Italia y, ocasionalmente, en Francia y  Suiza.

Lingwood recuerda que “le fascinaban las representaciones del mundo en forma de reproducciones, fotografías, carteles, maquetas y mapas, y la manera en que estas representaciones estaban introducidas en el mundo, los signos dentro de la ciudad o el paisaje”.

Grupos creativos

A finales de los 70 se produjeron dos momentos clave en su carrera artística. En 1978 se publicó Kodachrome, uno de los libros fotográficos representativos de toda la década. Ghirri llevaba a revelar sus carretes de Kodachrome a un laboratorio normal y corriente de Módena, al que volvía a recoger luego las correspondientes ampliaciones. Con esta decisión de optar por un planteamiento no pretencioso respecto a las posibilidades técnicas que tenía a su disposición, ligó su trabajo más a la fotografía amateur y al arte conceptual que a la fotografía documental de corte social o a la fotografía artística expresiva.

Y en 1979 realizó una importante muestra de sus fotografías en la ciudad de Parma titulada Vera Fotografia (Fotografía Auténtica), en la que reunió un total de 14 grupos creativos. El mapa y el territorio se articula en torno a estos mismos 14 conjuntos, con proyectos tan significativos como Atlante (1973), con fotografías de páginas de un atlas; grupos más amplios como Diaframma 11, 1/125, luce naturale (1970-79), con imágenes en las que observa la forma en que las personas fotografían y son fotografiadas; o el paisaje de los signos en la Italia provincial en Italia Ailati y Vedute (1970-79).

Las fotografías que se muestran en el inicio de la exposición son imágenes realizadas en entornos urbanos, sobre todo en Módena y otras localidades cercanas de Emilia-Romaña y, a veces, en ciudades suizas y holandesas a las que viajó a comienzos de los años setenta. Esas fotos son de dos tipos: primeros planos de superficies y vistas de personas tomadas desde lejos.

Prefería fotografiar a las personas desde atrás y a distancia para centrar la atención en la escena en su conjunto más que en un personaje o acontecimiento concretos. Algunas de esas fotografías tempranas recuerdan fotogramas de películas de los sesenta, un camino que, no obstante, decidió no continuar. Por otro lado, los detalles de superficies, signos y símbolos apuntan ya un rumbo futuro: su preocupación por los objetos e imágenes cotidianos del mundo moderno.

En Paesaggi di cartone (Paisajes de cartón), un grupo mucho mayor de fotografías realizadas entre 1970 y 1973, exploró la ubicuidad de las imágenes visibles en los espacios públicos, en los carteles y las vallas publicitarias, en los escaparates y los cafés, combinando, en ocasiones, la imagen con detalles de la naturaleza o el cielo en un montaje encontrado. Paesaggi di cartone fue posteriormente integrado en un grupo de mayores dimensiones, Kodachrome, que incluía fotografías hechas a lo largo de la década. Con estas fotografías intentó estimular la reflexión “sobre la distancia que separa lo que somos y la imagen de lo que se supone que debemos ser”.

Más Módena

Para realizar las fotografías del siguiente grupo, Colazione sull’erba (Desayuno sobre la hierba), Ghirri frecuentó lugares que conocía bien: las calles de Módena y las casas que habían ido surgiendo en las afueras de la ciudad. Su atención se centraba sobre todo en la cuidadosa disposición de la naturaleza en torno a las viviendas recientemente construidas para la pequeña burguesía floreciente

En Catalogo dirige su curiosidad a los detalles decorativos de azulejos, muros de ladrillo y mosaicos, expresiones todas ellas de una identidad colectiva característica de la cultura de provincias. La muestra continúa con Km. 0,250, trabajo que él mismo describió como “un fresco para nuestro tiempo”. Durante meses se dedicó a fotografiar las vallas publicitarias pegadas en los muros perimetrales de una pista de carreras ubicada en los alrededores de Módena, una especie de museo al aire libre que cubría una distancia de aproximadamente 0,250 Km.

A medida que su trabajo se desarrollaba al hilo de la década, Ghirri fotografió personas cada vez con menos frecuencia. Una excepción a esta pauta son las fotografías de gente captada mientras contemplaba o era contemplada, mientras hacía una fotografía o era fotografiada, que él agrupó bajo el nombre de Diaframma 11, 1/25, luce naturale (f/11, 1/125, luz natural, cuyo título hace un guiño a la fijación del fotógrafo amateur con la técnica). En estas fotografías lo que no se ve importa tanto como lo que las imágenes describen.

En Italia, la década de los setenta fue un periodo de grandes cambios sociales y culturales. En Italia ailati (un palíndromo que viene a significar «Italia a ambos lados»), Ghirri cartografió una Italia diferente, alejada de sus ciudades históricas y de sus centros turísticos. Concentrándose en los signos y símbolos presentes en el paisaje para promocionar productos (la gasolina o el queso parmesano) e ideologías como el catolicismo y el comunismo retrata los lugares comunes de la cultura provincial, la cual se halla atrapada entre la tradición y la modernidad. De estas fotografías están ausentes las personas: el tema es la Italia que han hecho y en la que viven.

Mapas y atlas

En 1973, cuando decidió renunciar a su trabajo como aparejador puso en marcha distintos proyectos a la vez. Algunos, como Vedute o Italia Ailati, eran abiertos y de amplio espectro en cuanto a temática y lugar. Otros se definieron con mayor precisión. Es el caso de Infinito, un trabajo consistente en 365 fotos del cielo tomadas durante cada uno de los días del año 1974. Estos últimos proyectos más definidos muestran semejanzas con ciertas prácticas del arte conceptual de finales de los años sesenta y principios de los setenta.

Para realizar Il paese dei ballochi (El país de los juguetes), título que alude a Las aventuras de Pinocho, pasó muchos fines de semana visitando un parque de atracciones de Módena. Prefería hacer las fotos entre bambalinas, yuxtaponiendo los decorados fantásticos y las estructuras que sostienen la ficción. El interés de Ghirri en el gusto popular por la semejanza le llevó a fotografiar retratos del museo de cera de Ámsterdam, dinosaurios en un parque de Verona y dioramas de historia natural en museos de Salzburgo.

A Ghirri le atraían los mapas, en particular los atlas, y recordaba que su fascinación por la imagen impresa arrancaba precisamente de un ejemplar que había en casa de sus padres. En 1973 realiza Atlante, una amplia serie de fotografías de mapas contenidos en un atlas. Mediante la utilización de macrolentes se aproxima paulatinamente a detalles insignificantes de desiertos, océanos y cordilleras.

El encuadre es una cuestión capital en fotografía, y una preocupación especial para Ghirri. Toda su vida profesional, primero como aparejador y luego como fotógrafo, la pasó mirando a través de todo tipo de visores, y a menudo escribió sobre la relación del espacio comprendido en la imagen encuadrada y el que se encuentra más allá de ella.

Esa preocupación salta a primer plano en Vedute (vistas), un título que podría resultar irónico habida cuenta del contraste que se da entre las modestas “vistas” de Ghirri y las grandes pinturas topográficas italianas conocidas en el siglo XVIII como “vedute”. Las fotografías agrupadas en esta serie fueron tomadas a lo largo de la década y abarcan desde signos colocados para ser vistos, hasta lugares desde en los que la gente puede contemplar una vista. La serie incluye también superficies reflectantes y lo que Ghirri denominó “encuadres naturales”, poniendo el acento en la decisión acerca de lo queda delimitado, y lo que no, en la fotografía.

Proyecto poético

El libro Kodachrome se publicó en 1978 por Punto e Virgole, una pequeña editorial que había fundado en 1977 con su esposa Paola y el fotógrafo Giovanni Chiaramonte. El libro se desarrolla como una secuencia de parejas de imágenes, cada una titulada simplemente por el lugar y el año. Sin cronología ni comentarios, fluye del cielo al horizonte, de la playa y al mar, yuxtaponiendo paisajes encontrados y construidos, maquetas de casas y casas de verdad, supuestas montañas y montañas reales, incorporando por el camino incontables espejos y reflejos, reproducciones, postales de vistas y pinturas de paisajes, jugando todo el tiempo con el género y la escala. La narrativa elíptica de Kodachrome ofrece una perfecta suma de su proyecto poético.

Las fotografías agrupadas bajo el título de In scala (En escala) fueron realizadas entre 1977 y 1978 en un parque de atracciones de Rímini, lugar que describe como un atlas tridimensional. Consistentes en versiones a escala reducida de monumentos tan famosos como San Pedro de Roma, la Piazza del Palio de Siena, el edificio Pirelli de Milán o los característicos relieves de los Dolomitas, Ghirri describe unos lugares que ya son reproducciones. El juego con la escala, tan importante en fotografía, es acentuado por la presencia de turistas recorriendo el parque, convirtiendo monumentos y cordilleras en miniaturas.

Ghirri mostró una gran curiosidad por las vidas de las imágenes en el mundo, por lo que ocurre cuando diversos tipos de representación (pinturas y dibujos, fotografías y postales) se ponen en circulación. Avanzada la década, con la serie Still Life, se centró en las pinturas amateur y las copias kitsch que encontraba en el mercadillo de Módena. Se sentía atraído por las imágenes alteradas, afectadas por el modo en que eran encuadradas o presentadas, por el juego de la luz o los efectos del tiempo en sus superficies.

Son muy pocas sus fotografías tomadas en el interior de viviendas. Su territorio estaba fuera, en los espacios públicos de pueblos y ciudades. Una excepción la constituye su amplia serie fotográfica de primeros planos de la biblioteca de su casa de Módena llamada Identikit, y que sirve de epílogo de la exposición.

Ghirri se convirtió en un lector voraz de filosofía, literatura e historia del arte y aficionado a la música clásica y contemporánea. Como apostilla el comisario de la muestra, el apartado que la cierra constituye un autorretrato del artista “mostrado a través de algunos de los libros, discos y objetos que conformaron las ideas de un creador que además de un fotógrafo adelantado a su tiempo, fue un influyente pensador y escritor”.

Organizada por el Museo Reina Sofía en colaboración con el Museum Folkwang de Essen y la galería Jeu de Paume de París, El mapa y el territorio, que cuenta con el apoyo del Instituto Italiano di Cultura di Madrid y la Universitá degli Studi di Parma, es la primera retrospectiva de Ghirri fuera de Italia tras su fallecimiento hace 26 años.