Esta será la tercera vez que actúe Homar en La Abadía, tras Play Strindberg y El hombre de teatro. Tierra baja es un proyecto que nace de la necesidad, el compromiso y el deseo de sacar adelante esta “fantástica locura” donde, en forma de monólogo, Homar asume todos los papeles.

Estrenada en 1896 en el Teatro Español de la mano de María Guerrero y, posteriormente, en 1897, en Tortosa y Barcelona, la obra se ha convertido en una de las más representadas y traducidas de la lengua catalana y se ha consolidado como un clásico del repertorio teatral.

Lluís Homar descubrió el texto cuando solo contaba con 16 años, interpretando por primera vez a Manelic con el grupo de teatro de aficionados de Horta. Pero no fue una obra más. Aquel primer contacto le permitió descubrir que quería ser actor. Más tarde, en 1990, protagonizó la mítica puesta en escena de Fabià Puigserver.

Ahora, en este montaje estrenado en 2014, Homar asume los cuatro papeles principales: Lluís es Sebastián, el dueño de todo y principal representante de la Tierra baja. También Marta, la víctima más evidente de este mundo sórdido. Y como no, Manelic, el rostro de la ingenuidad. Incluso, Nuri, la mirada de la inocencia en el drama de Guimerá.

Este texto ha marcado su carrera más allá de las casualidades. Hay sobre todo una identificación con el trasfondo y la simbología de la obra de Guimerá: la complejidad, la contradicción y la lucha interna que se produce en cada uno de nosotros como individuos, contrapuesta a la dialéctica que siempre se establece en sociedad entre dos mundos antagónicos: la parte “oscura” (Tierra baja) y la parte “pura” (Tierra alta). Los cuatro protagonistas acaban revolcándose en el fango de las pasiones humanas más turbias, las de la Tierra baja.

Nueva lectura

Esta nueva lectura es un proyecto muy personal de Homar que, conjuntamente con Pau Miró, presentan un Tierra baja inédito, para un solo actor, con una lectura más contemporánea donde, desde el profundo respeto por el alma de la obra original, la verdad en el terreno de la interpretación y la simplicidad en la puesta en escena, han trabajado el texto acercándolo a nuestros días, optando por una mirada más constructiva de la realidad que nos rodea.

Pero, ¿por qué transformar este texto en un monólogo? Para Miró, su director y adaptador, “esta nueva versión va directamente al conflicto, un conflicto donde se mezclan las ambiciones, las pasiones y las emociones de cada personaje. Esta soledad en el escenario nos permite mostrar con mayor claridad la complejidad que hay en cada persona, y focalizar la lucha interna que se produce en cada uno de nosotros. No estamos hechos de una sola pieza, somos fruto de nuestras elecciones. Los espectadores, más que un monólogo, verán cuatro voces en un solo actor. El vehículo de esta idea sencilla, pero sincera y generosa es Lluís”.