Compuesta por más de 200 esculturas, pinturas y dibujos, la exposición cuenta con el apoyo y numerosos préstamos de la Fondation Giacometti de París, que posee fondos de todas las etapas del artista suizo –reunidos por su viuda, Annette–: desde sus obras de juventud de los años 1920, pasando por el periodo poscubista y surrealista, hasta el retorno a la figuración en 1935, que marcará su producción artística hasta el final de su vida.

La figura humana es un tema central en su obra. A lo largo de los años crea obras inspiradas en las personas de su entorno, fundamentalmente en su hermano Diego, su esposa Annette, amantes y amigos. “Desde siempre –explica él mismo–, la escultura, la pintura y el dibujo han sido para mí medios para comprender mi propia visión del mundo exterior y, sobre todo, del rostro y del conjunto del ser humano. O, dicho de una forma más sencilla, de mis semejantes y, sobre todo, de aquellos que, por un motivo u otro, están más cerca de mí”. Las ideas de Giacometti sobre cómo abordar la figura humana se han convertido en cuestiones fundamentales en el arte contemporáneo para las siguientes generaciones de artistas.

Esta exposición, que inició su itinerancia en mayo de 2017 en la Tate Modern de Londres, subraya el interés del artista por los materiales moldeables como el yeso o la arcilla. Mientras que muchos creadores se limitan a utilizar el yeso como material intermedio de trabajo en la producción de una obra después de modelar el objeto en arcilla y antes de realizarlo en bronce, Giacometti lo emplea a menudo tanto para la forma inicial como para la forma definitiva del objeto en cuestión. Buena muestra de ello es el excepcional conjunto de ocho esculturas en yeso Mujeres de Venecia (Femmes de Venise) que se presenta en Bilbao por segunda vez desde su creación para la Bienal de Venecia de 1956, y que se exhibió en la Tate Modern de Londres en 2017 tras su restauración por la Fundación Giacometti.

Desde un taller minúsculo

Alberto Giacometti nació en Suiza en 1901 en el seno de una familia de artistas. Es su padre, el conocido pintor neoimpresionista Giovanni Giacometti, del que se expondrán en Bilbao tres cabezas realizadas por el joven Alberto, quien lo inicia en la pintura y la escultura. En 1922 se traslada a París para profundizar en su formación artística. Cuatro años más tarde se instala en el que fue su taller hasta el final de sus días, un espacio alquilado de apenas 23 metros cuadrados en la calle Hippolyte Maindron, cerca de Montparnasse. En esa estrecha y minúscula habitación crea una visión muy personal del mundo que le rodea.