Hasta el 15 de septiembre, CaixaForum Barcelona presenta la exposición Construyendo nuevos mundos. Las Vanguardias históricas en la colección del IVAM. 1914-1945, que incluye una selección de 162 de sus obras (pintura, collage, fotografía y escultura), con algunas de las grandes figuras de la escena creativa de las primeras décadas del siglo XX, como André Breton, Marcel Duchamp, Juan Gris, Man Ray, Joan Miró, Walter Gropius, Gustav Klucis, Joaquín Torres-García, George Grosz, Francis Picabia, Frantisek Kupka, Paul Klee, Alexander Rodchenko, Olga Rozanova, Valentina Kulagina, El Lissitzky, László Moholy-Nagy, Julio González, Jean Arp, Constantin Brancusi, Alexander Calder, Natalia Pinus, Arshile Gorky, Luis Fernández, Kurt Schwitters, Grete Stern, Robert y Sonia Delaunay, Max Ernst, Josep Renau o Ella Bergmann Michel, entre otros.

La muestra se articula en torno a tres ejes principales: creaciones poéticas y oníricas relacionadas con el dadaísmo y el surrealismo –que exploran el mundo de la fantasía, el sueño y el inconsciente–; obras analíticas que experimentan con la forma y se adentran en el campo de la abstracción, y finalmente, el arte comprometido, de crítica social y propaganda política, que lanza un grito contra las injusticias y las guerras.

Este núcleo central se enriquece con 18 piezas –objetos como una cafetera, una radio, un tocadiscos o una maquinilla de afeitar– procedentes de la Colección Alfaro Hofmann, única en el campo del diseño industrial, que subraya el valor del objeto como símbolo de progreso, libertad y desarrollo.

Nueva lectura

Construyendo nuevos mundos propone una nueva lectura de este impulso hacia la experimentación, la creación y el progreso, subrayando su libertad, misterio y utopía. Comienza con la nueva percepción del mundo nacida del cubismo, presenta un universo de formas puras y esenciales y refleja los cambios que la modernidad provocó en la percepción del yo y en la vida colectiva. En cada sección se establece un juego de relaciones y correspondencias entre autores y obras que transmite la energía y el entusiasmo de un arte precursor.

Esta revisión de la colección incluye un amplio número de obras centradas en visiones poéticas y oníricas, estrechamente relacionadas con los movimientos dadaístas y surrealistas. Por otro lado, un gran grupo de obras abarcan un conjunto de prácticas artísticas de orden analítico materializado en formas abstractas, situando como clara referencia a Marcel Duchamp. Estas dos líneas van acompañadas de un significativo número de creaciones vinculadas al arte de la propaganda, la crítica social y el compromiso político que tuvo en el fotomontaje un instrumento de intervención plástica de primer orden.

La muestra se completa con la proyección de cuatro filmes: Anémic Cinema (1926), de Marcel Duchamp; Entr’acte (1924), de Francis Picabia; Tiempos modernos (1926), de Charles Chaplin; y El Acorazado Potemkin (1925), de Sergei Eisenstein.

Cinco ámbitos

El dinamismo espacial. En las primeras décadas del siglo XX, el discurso artístico cambió la percepción del mundo y abrió nuevos escenarios, revolucionando los recursos expresivos que ofrecían retos desconocidos al pensamiento. Las aportaciones de Duchamp con sus readymades (objetos industriales alterados) vincularon de forma permanente arte y vida. Por otro lado, el interés de Man Ray por las técnicas fotográficas alimentó su fidelidad al espíritu revelador de las sombras y le permitió alejarse de lo previsible para ir constantemente en busca de los sueños más recónditos. A su vez, las proclamas futuristas de un grupo de bulliciosos italianos que irrumpieron en París a principios del siglo pasado, con su entusiasmo apasionado por la tecnología, el urbanismo y la publicidad para liberar el lenguaje y la forma de las convenciones literarias y artísticas, quedaron muy pronto eclipsadas por la emergencia de los dadaístas, que difundieron su anti-arte por toda Europa y Nueva York. Este movimiento pretendía destruir el statu quo mediante el desprecio irreverente hacia la pretensión estética y la autoridad.

Cuerpos soñados. La creación de mundos paralelos fue una respuesta firme ante una realidad desquiciada. La esfera de los sueños, una de esas construcciones alternativas, constituía un camino hacia el inconsciente y alimentó gran parte de la actividad artística durante varias décadas. En opinión de Breton, el arte y el inconsciente debían formar una nueva alianza que se haría efectiva mediante los sueños, las coincidencias, las ocurrencias y todas aquellas manifestaciones que estaba investigando Freud. Este panorama alucinatorio era el refugio para las ocultas verdades de uno mismo: los objetos y las figuras de esta sección sufrieron una sutil transformación en su composición y presentación para acercarnos a lo desconocido.

La transformación de la vida cotidiana. El espíritu de la Bauhaus alemana (1919-1933) intentaba cambiar la vida cotidiana y la arquitectura doméstica mediante un modelo de racionalización y una forma de consumo democratizado, en que actividades diarias se sometieran a la planificación, al control y al principio de mayor eficiencia. Su papel en la construcción de una nueva sociedad cristalizó en el estudio de nuevos materiales y el recurso a formas y colores primarios. El funcionalismo industrial respondía de esta manera a la compleja mutación de la economía y la estética. El grupo holandés De Stijl, alrededor de la revista del mismo nombre fundada en 1917, fue otro de los focos de modernidad en su búsqueda de la integración utópica de las artes en el espacio de la vida, como también proponía el proyecto constructivista soviético. Tras la Primera Guerra Mundial y en un contexto marcado por el impacto de la revolución bolchevique, numerosos artistas se sintieron atraídos por las proclamas de un nuevo orden social y económico. El dominio de la técnica del collage y el fotomontaje ocuparon un lugar predominante por su función crítica y analítica.

El misterio de las formas. La tensión entre los imperativos idealistas y los objetuales atraviesa la abstracción moderna, que se plantea como el refinamiento definitivo del arte. Esta pureza se asociaba a menudo con la reducción a los materiales constitutivos de un medio y reflejaba la evolución humana de estados físicos a estados espirituales, en una serie de etapas que podían sugerirse mediante formas que evocan elementos orgánicos y geométricos y que trazan analogías con otras disciplinas artísticas como la música.

Experiencias fragmentarias. Kurt Schwitters encontró poesía en los despojos fragmentarios de la realidad. Cuando unía esos elementos los transformaba en algo nuevo, cargado de significado y belleza. Aunque sus collages se antojan caóticos, las partes encajan a la perfección unas con otras. Los desperdicios y desechos de sus obras eran un reclamo para la reflexión acerca de la cultura que conduce a la masacre y constituían incómodas elegías al final de una época, una forma artística novedosa que era a la vez una especie de reliquia, una condena de ese mundo y un monumento conmemorativo a la resistencia creativa. Los trabajos de esta sección activan en nuestra imaginación las posibilidades expresivas de esos elementos devueltos al terreno de la metáfora y en continuo proceso de renovación.

Actividades en torno a la exposición.