Roteiro ofrece un itinerario con siete tramos. A través de ellos, el artista llena los espacios con casi un centenar de obras, entre esculturas y dibujos. Entre la rotundidad de sus obras y las características industriales de Tabacalera surgen interesantes sinergias que convierten esta muestra en una buena ocasión para explorar la trayectoria de este escultor cuyo trabajo está presente en colecciones de todo el mundo.

La obra Leviatán (2012), con seis mil kilos de peso y un tamaño monumental (tuvo que instalarse de noche para que un camión pudiera hacer la maniobra de entrada a la sala), recibe al visitante. Una pieza que evoca a la bestia marina del Antiguo Testamento y que sirve de introducción a las otras seis etapas en las que se estructura la muestra: Tránsito, Frontera, Nichos, Lugar, Modelos y Caracteres.

Jugar con las dimensiones

Los trabajos de Leiro hablan de un modo muy directo al espectador desde distintas perspectivas que aportan a su vez nuevos significados. No en vano explica que sus esculturas no están concebidas para mirarlas a los ojos, sino para ser contempladas desde todos los ángulos. Con su manera de jugar con las dimensiones refleja su dominio a la hora de proyectar sus ideas en el espacio.

Como explica la comisaria de la exposición, María Toral, “de los griegos, Leiro ha aprendido que al realizar esculturas por encima del tamaño natural, como en Cristóbal (2015), empodera la figura. Sabe también que al reducirlo, como hace por ejemplo en Fita (2017), nos lleva más hacia la intimidad. Conquista así el espacio con el juego de las dimensiones, hace que el espectador en algunos momentos se sienta intimidado ante la fuerza de sus creaciones y, en otras ocasiones, que el visitante sea la figura poderosa ante la fragilidad de su arte”.

Sensaciones que se ven magnificadas al final de este recorrido, al llegar al tramo Caracteres, donde se exponen figuras de madera de gran formato, cinco de ellas terminadas especialmente para esta exposición, junto con algunos «modelos», como los denomina Leiro, que le sirven de estudio y que en sí mismos funcionan como obras individuales.

Todas sus esculturas son el resultado volumétrico de dibujos previos, indispensables en el proceso creativo del artista, dibujos que también están presentes en esta ruta. Un imaginario inagotable que, como él mismo reconoce, partió en sus orígenes del surrealismo, bebió de las fuentes del pop art para, finalmente, colocar a la figura humana como el epicentro de su obra.

Roteiro ha sido organizada por la Subdirección General de Promoción de las Bellas Artes del Ministerio de Cultura y Deporte.

Estilo único

La libertad es un elemento indispensable para Francisco Leiro, que empezó a crear muy joven adquiriendo a lo largo de su trayectoria un lenguaje único de estilo inconfundible. De padre ebanista, se decantó por la madera como uno de sus materiales preferidos, al que suma otros como el granito, el mármol y el vidrio.

La piedra es otro de sus medios de expresión, principalmente el granito, una roca milenaria que posee de por sí una fuerza natural inerte, como reflejan dos piezas de la exposición: Vulcano y Dos cabezas.

Entre las obras más sorprendentes de la muestra, realizada en mármol y bronce, está Maio Longo, de 2010. Una alegoría, según Leiro, en la que una musa aparece escoltada por dos jóvenes que parecen estar descubriendo la belleza femenina en ese preciso instante.

El cristal es otro de los materiales con los que trabaja. Y precisamente una de las novedades que pueden verse en Tabacalera son las piezas de cristal, los «duendes» que el artista ha creado recientemente en La Granja. Un material delicado y frágil que se convierte en el medio idóneo para transmitir ideas acerca de la delicadeza, lo efímero y la transparencia.

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