Con sutileza, el Teatro Lara presenta el trabajo de Wilde, y lo envuelve en una atrevida comedia, haciendo ensordecedoras las carcajadas de un público pulido y atento con un escenario plagado de verde y violeta, y colmado de frases brillantes: “¿No has pensado que si te declaras a una mujer corres el riesgo de que te digan que sí?”.

Más allá del juego de palabras y de los dobles sentidos, de la pérdida o ganancia de significados a base de buenas o malas traducciones, la adaptación de Ramón Paso sigue manteniendo firme sobre las tablas del Lara la figura de Wilde, traspasando el tiempo, confirmándole como un genio de esos que no se pueden (ni deben) repetir.

Sólo queda presentar su trabajo y sabiduría para seguir compartiéndolas con el mundo: “En cuestiones trascendentales, lo importante es el estilo, no la sinceridad”. Y hay que tener en cuenta que “más de la mitad de la cultura moderna depende de lo que no puede leerse”. Sin olvidar que “la perfección es peligrosa, te impide querer mejorar”.

Honesto o Ernesto, grande siempre Oscar Wilde, este clásico es siempre una opción ganadora si caminas por las heladas calles de Malasaña y te decides a pasar una tarde de ingenio en el teatro de las puertas rojas.

Y es que, como él mismo decía: “A veces podemos pasarnos años sin vivir en absoluto y de pronto toda nuestra vida se concentra en un solo instante”.

Recuerdo aquel día, junto a ese lago, cuando todo se concentró en ese momento y como, a base de honestidad, esa relación ingeniosa llegó a su fin.