Apuntes que se tornan en dibujos, dibujos que se convierten en recortes, y recortes que en ocasiones dan lugar a esculturas. Una experimentación que no sólo servía al artista como proceso mental en su creación, sino también como actividad lúdica, en ocasiones sin un propósito concreto.

La muestra, organizada en colaboración con el Museo Rodin de París y comisariada por Sophie Biass-Fabiani, incluye 91 obras, entre las cuales se incluyen 76 dibujos (de ellos 36 recortes) y 15 esculturas que ayudan a comprender los modos de expresión del escultor.

Esfera íntima

“Tengo una gran debilidad por estas pequeñas hojas de papel”. Así es como expresaba su apego por sus dibujos, sobre los que él mismo aseguraba que eran la clave de su trabajo. Desde sus inicios, Rodin realizaba dibujos, en paralelo a sus esculturas, y los presentaba en todas las exposiciones que llevaban su nombre.

Los recortes, sin embargo, pertenecen a su esfera íntima: ni él mismo ni los críticos las mencionaron en su momento y sólo expuso en vida una de estas figuras recortadas, presente en esta exposición. Rodin hace la mayor parte de ellos a partir de 1890, cuando comienza a dibujar con modelos en vivo y cambia su estilo a través de una simplificación de las formas y con un claro afán por plasmar el movimiento.

El recorte parece ser el gesto que ultima la voluntad del artista de aislar la figura. Todos los papeles recortados son dibujos a lápiz pintados con acuarela sobre un papel ligeramente espeso, algo poco frecuente en su producción. Por tanto se puede pensar que el artista había previsto el recorte desde el origen. En ellos, el dibujo a lápiz es previo a la aplicación de la acuarela y, en ocasiones, se superpone de nuevo sobre ésta. La figura humana es el centro de atención y el fondo es, la mayoría de las veces, impreciso.

Rodin, dibujos y recortes según Luis Domingo