La muestra, comisariada por Andrea Pacheco González, plantea un recorrido por su universo creativo a través de una selección de obras significativas de su trabajo de reciente creación, que marcan el comienzo de una nueva etapa en su trayectoria.

El dibujo juega un papel destacado en el trabajo de Rodríguez como herramienta técnica y la acuarela forma una parte también significativa de su proceso creativo. La exposición incluye obras de la serie Túneles, de gran formato, que reflejan en acuarela unos paisajes distópicos de arquitecturas futuristas creadas con figuras de Lego sin elemento humano alguno.

Su interés por la arquitectura utópica se refleja también en la pieza Puente invertido doble 2019, que también sugiere, igual que sus túneles, la fragilidad de un mundo que se apoya sobre cimientos de Lego o establece lazos entre puentes imposibles.

Resignificación

Otra de sus obras de reciente creación presentes en la muestra es el vídeo Geometría popular, filmado en febrero de 2020 en los estudios de Cubanacán pocas semanas antes de que se decretara el Estado de Alarma en España.

La pieza se estrenó de forma virtual el pasado mes de abril en la Galería Sabrina Amrani de Madrid y adquirió durante la fase más dura del confinamiento el valor casi de profecía. Una de sus secuencias refleja a un grupo de personas que discuten acaloradamente en un espacio limitado desde un supuesto confinamiento. Al artista le ha sorprendido comprobar cómo la crisis del coronavirus ha resignificado su trabajo.

Geometría popular plantea que detrás de cada grupo o acción humana, ya sea un baile, asamblea o reunión, cada conflicto humano, escuadrones militares, desfiles o disposición de trincheras, existe una geometría oculta que visualiza y explica de otra manera nuestras relaciones. La obra transcurre por las tres fases de agrupamiento humano, el cuadrado, el triángulo y el círculo, que describen un esquema narrativo de enfado, paz y sumisión.

El proyecto expositivo incorpora también una selección de obras de la serie Emblemas, en la que Rodríguez replica logos de los coches estadounidenses considerados como clásicos y los asocia a las 12 palabras más citadas de la Revolución. Son emblemas que forman un conjunto de obra gráfica de un indudable atractivo estético que aborda a modo de metáfora de la relación entre EE.UU. y la Cuba revolucionaria.

Dagoberto Rodríguez ha expuesto su obra en museos e instituciones culturales de todo el mundo. Actualmente trabaja entre Madrid y La Habana. En su trabajo combina la arquitectura, el diseño y la escultura. Emplea el humor y la ironía para expresarse sobre temáticas referidas al arte, la política y la sociedad.

Uno de los grandes artistas cubanos del cambio de siglo

Por Andrea Pacheco González, comisaria

Dagoberto Rodríguez comenzó su preparación artística y militar al mismo tiempo, en la Escuela Vocacional de Arte Olga Alonso de Cuba. Una vez a la semana acudía un profesor que enseñaba a los futuros artistas el uso de armas de fuego, posiciones de disparo y estrategias de defensa. “Todo cubano debe saber tirar y tirar bien”, decía Fidel Castro.

Durante casi cinco décadas, la Guerra Fría enfrentó al bloque capitalista y el comunista por el dominio geopolítico del planeta y, también, por el control del relato de la historia, que en Cuba se transformó en la épica de su revolución caribeña.

La posibilidad de un conflicto bélico con Estados Unidos convirtió la preparación militar en un deber ciudadano. Diversas municiones fueron parte del imaginario en el que Dagoberto creció, con la guerra como elemento central de su horizonte posible. Al terminar la carrera de Artes en 1994 pasó otros tres meses de servicio militar obligatorio. Después de eso pudo oficialmente convertirse en artista.

El CAAM recibe a uno de los grandes artistas cubanos del cambio de siglo. Dagoberto Rodríguez, fundador y ex miembro del disuelto colectivo Los Carpinteros, presenta una serie de obras que marcan el comienzo de una nueva etapa en su trayectoria artística, que se inicia a principios de los años 90 en La Habana.

Conmocionado por la reciente Guerra de Siria, el artista inicia una acuciosa investigación del conflicto que protagoniza el Estado Islámico en toda esa región y las formas que ha ido encontrando la población local de atacar y defenderse de su enemigo.

La mayor parte de las obras presentes en la exposición indagan en la forma en que la guerra se infiltra en el espacio privado, se nutre de materiales elementales y metodologías de enfrentamiento ancestrales, en las antípodas de la alta tecnología militar de Occidente.

El proyecto aborda así la hostilidad inherente a la condición humana, la lucha como motor de la vida en un planeta que se rige por relaciones de enemistad, donde la guerra, como dice el filósofo camerunés Achille Mbembe se ha convertido en el “sacramento de nuestra época”.

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