«Esta es la primera vez -destaca Ortega- que se puede ver esta selección de proyectos creando sinergias y relaciones entre ellos, dialogando en un contexto expositivo». En ella, la fotógrafa invita a reflexionar sobre la construcción de la memoria individual y colectiva, el exilio, la identidad y la literatura como guardiana de la memoria. Además incluye una serie dedicada a pensadores y escritores ilustres del siglo XX a los que les une su condición de exiliados.

Formada en escultura pero apasionada por la fotografía desde sus inicios, Ana Teresa Ortega explica que la única forma que encontró de sumar ambos recursos expresivos fue expandiendo la fotografía haciendo que se saliera de su propio soporte. En sus comienzos, recuerda, recurría a «imágenes opacas, impresas sobre telas, y después sobre soportes transparentes, metacrilatos y vidrios que adquirían cierta ligereza visual. La elección del soporte facilita insertar al espectador porque funcionan casi como espejos en los que vernos reflejados».

Estas obras de carácter instalativo le permiten a Ortega “hablar no solo de la memoria como conformadora de nuestra identidad colectiva, sino también de la cultura escrita. Pude basarme en libros, en la figura de la lectura, en las librerías y las bibliotecas como depósitos de memoria”. En esta línea apunta que la fotografía expandida sobre el muro le posibilita «hablar de una construcción de la memoria y de la necesidad de su reedificación constante. Muchas veces es frágil y es fácil que la perdamos. Por eso necesitamos reconstruirla cada vez. Como figura simbólica, utilizamos la imagen de una biblioteca y simbolizamos el depósito acumulado de la memoria como conformadora del ser humano».

Con un planteamiento cronológico, la exposición también incluye proyectos que recorren la Segunda República, la Guerra Civil y la dictadura: “Como aprendices de la historia vemos muchos huecos y vacíos que cubrir. En estos proyectos ha habido un intento de llenarlos, cuestionarlos, visibilizarlos y aprender de ellos”. Así, Ortega recorre en estos trabajos las terribles prisiones habilitadas en la posguerra, obras públicas nacidas del trabajo forzado y escenarios del exilio científico.

En total, la exposición, que puede visitarse sin un itinerario prefijado, recoge las siguientes series: Foto-esculturas; Figuras del exilio; La biblioteca, una metáfora del tiempo; Jardines de la memoria; Pensadores; Cartografías silenciadas; De trabajos forzados; Lugares del saber y exilio científico, y Presencias sombrías, otra vez la memoria.

Pasado y presente, la memoria y su construcción es una muestra coproducida con el Consorci de Museus de la Comunitat Valenciana como fruto de una convocatoria pública Trajectòries, que revisa la trayectoria de artistas y colectivos de la Comunidad Valenciana y su contribución al arte contemporáneo.

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Obra diversa y comprometida

Para el comisario de esta muestra, Pep Benlloch, Ortega atesora una obra fotográfica diversa y comprometida, y reunir en una sola exposición gran parte de su producción artística permite adivinar los intereses de fondo, tanto estéticos como teóricos, que sustentan la coherencia de su trayectoria, entender el uso de diferentes soportes y materiales, además de constatar la vocación conceptual y reflexiva que se articula a través de un lenguaje fotográfico sobrio y contenido, sin concesiones retóricas.