Nacido en la capital en 1844, Soria fue periodista, político y urbanista. En 1863 ganó por oposición una plaza en el Cuerpo de Telégrafos. Más tarde fue funcionario en las oficinas de Estadística del Ferrocarril del Mediodía. En 1865 y 1866 colaboró en la propaganda contra el gobierno monárquico y participó en la sublevación del Cuartel de San Gil. Tras el triunfo de la Revolución de 1868 fue designado secretario del Gobierno Civil en Lérida y en 1869 fue destinado a Orense. En 1871 fue enviado a Puerto Rico como secretario del Gobierno Superior Civil, pero con el final de la Primera República terminó abandonando su carrera política.

También fue accionista y colaborador del diario El Progreso, donde publicó en 1882 varios artículos bajo el título Cosas de Madrid en el que daba las claves de lo que sería su gran proyecto: la Ciudad Lineal. Así fue confeccionando una solución urbana, a la que denominó «la ciudad del porvenir», para resolver los problemas de higiene, aglomeración y transporte que sufrían muchas localidades españolas y, en especial, la capital.

Arturo Soria concibió una ciudad urbanizada antes que construida, un lugar sano lleno de árboles y con todos los adelantos y comodidades de la época. Estaba preocupado por el medio ambiente, la contaminación, el precio de la vivienda, la distribución de la riqueza, la sostenibilidad y la movilidad. Todo ello porque le preocupaban la durísimas condiciones de vida de los miles de trabajadores que llegaban a la ciudad procedentes del campo.

Imaginó ciudades en forma de línea, estructuradas en torno al medio de transporte más moderno que había en su época: el ferrocarril-tranvía. Acuñó el término “viviendas rurbanas”, con el que designaba aquellas casas unifamiliares y ajardinadas, mitad rurales y mitad urbanas, pero que estaban conectadas por transporte público. De hecho, también tenía un lema: “A cada familia una casa, en cada casa una huerta y un jardín”. Y, por si fuera poco, diseñó la Ciudad Lineal para que conviviesen familias de diferente clase social y que formasen comunidad, una idea revolucionaria aún hoy.

En 1894 creó la Compañía Madrileña de Urbanización (C.M.U.), de la que sería su director hasta su fallecimiento en noviembre de 1920, con el objetivo de desarrollar su sueño, pero éste sólo llegaría a llevarse a cabo en una pequeña parte debido a una sucesión de contratiempos, muchos de ellos provocados por la nula confianza de la administración pública.

El creador y su obra

Arturo Soria. Una mente poliédrica presenta al creador y a su obra conectados por la línea del pensamiento progresista y, a través de ella, poder comprender por qué una generación de españoles, en plena Revolución Industrial, experimentó un éxodo rural sin precedentes hacia una ciudad que se transformaba a una velocidad de vértigo.

Su gran proyecto fue ejemplo pionero de la implicación del ser humano en la transformación de los espacios que habita, abordando la igualdad de oportunidades, el trabajo, la vivienda digna, además de la búsqueda del equilibrio medioambiental. Para construir esta ciudad ideal fundó la C.M.U. para llevar a cabo la urbanización, las canalizaciones de agua, las vías del tranvía y todo lo necesario para crear un modelo de ciudad basado en la ordenación racional de las infraestructuras para lograr su desarrollo pleno. La naturaleza cobraba especial importancia en su proyecto, ya que había franjas de bosques aisladores y tierras de cultivo a ambos lados de la ciudad, además del arbolado de la calle principal y las calles transversales que servirían para purificar el aire y hacerla más saludable.

En la exposición también se pueden descubrir aspectos de la vida personal y familiar de Arturo Soria, que falleció en 1920, a la edad de 78 años, en su residencia de la Ciudad Lineal, conocida como Villa Rubín, en la hoy calle Arturo Soria, número 124.