Escrita en 1984 por Athol Fugard, fallecido hace apenas dos semanas, y dirigida ahora por el argentino Claudio Tolcachir (Tercer cuerpo, La omisión de la familia Coleman), la obra transcurre en Sudáfrica, tierra natal del dramaturgo, en pleno apartheid. Estamos ante una sociedad marcada por la segregación racial, donde el poder está en manos de una minoría blanca que controla el voto, determina quién puede acceder a dónde y prohíbe los matrimonios y las relaciones sexuales entre blancos y negros.
Sobre el escenario, Lola Herrera, magnífica en el papel de Miss Helen, es capaz de llevarnos al abismo de esa etapa que es el final de la vida, en la que hasta los espíritus más rebeldes flaquean y cuya debilidad genera en los otros una actitud a menudo paternalista, injusta e hiriente. Miss Helen, inspirada en un personaje real, la artista Helen Martins, lleva años viviendo sola en un lugar recóndito de Sudáfrica. Es una mujer adelantada a su tiempo, demasiado libre y creativa para la sociedad que le ha tocado vivir. Siempre incomprendida, la vejez la sorprende sin saber muy bien qué hacer: enfrentarse a su soledad desde la evidente merma de sus capacidades o dejarse ayudar, renunciando a su libertad.
Por su parte, Natalia Dicenta, Elsa en la obra, es una joven maestra progresista que nos habla también de la soledad y el sufrimiento, aunque de otro tipo. Mientras Miss Helen se rebela contra la sociedad a través de su arte, Elsa lo hace desde una docencia de base, lo que le genera no pocos problemas que la obligan a renegar de sus convicciones si no quiere perder su trabajo. Elsa también se enfrenta a la soledad, pero en este caso a una soledad distinta, cuando, tras el enamoramiento, la confianza ciega y la entrega sin límites, llega la traición y la ruptura. Una ruptura que Elsa siente en su cuerpo como si sus carnes fueran a abrirse en cualquier momento, en un intento de sacar ese dolor que le consume.
El contrapunto lo pone un elocuente Carlos Olalla en el papel del pastor que, sin mala intención, practica ese edadismo que tanto daño hace a quienes son víctimas de su ayuda.
Más allá de la interpretación, uno tiene la sensación de que la obra, de 90 minutos, podría durar 60 o 120 y que el resultado sería muy parecido. Se echa en falta en el texto un elemento que actúe como tensor, y se tiene la sensación de que bastaría anticipar el clímax final media hora para obtener el mismo efecto. No obstante, hay que reconocer que se trata de una obra delicada, muy conmovedora y que mueve a la reflexión.
Destaca, además, la envolvente escenografía de Alessio Meloni, capaz de transportarnos a una noche en el sur de África.
Reparto
Lola Herrera
Natalia Dicenta
Carlos Olalla
Ficha artística
Autor: Athol Fugard
Versión: Claudio Tolcachir
Escenografía: Alessio Meloni
Vestuario: Pablo Menor
Iluminación: Juan Gómez-Cornejo
Ayudante de dirección: María García de Oteyza
Gerente/Regidor: Leo Granulles
Técnico de sonido: Félix Botana
Técnico de iluminación: Javier Gómiz
Maquinista: Alfonso Peña
Peluquería y sastrería: Gema Moreno
Diseño de cartel: David Sueiro
Fotografía de cartel: Daniel Dicenta
Jefe de producción: Juan Pedro Campoy
Ayudante de produccion: Estela Ferrándiz
Jefe técnico: Ignacio Huerta
Dirección: Claudio Tolcachir
Productor: Jesús Cimarro
Una producción de Pentación Espectáculos
Duración: 90 minutos.