A Santa Marina, obra maestra de la colección permanente del Museo, se han sumado para la ocasión Santa Casilda, procedente del Museo Nacional Thyssen-Bornemisza, y otras ocho obras del taller de Zurbarán, que ha prestado el Museo de Bellas Artes de Sevilla y que pertenecieron al antiguo Hospital de las Cinco Llagas. Esta selección de obras permite mostrar no sólo cómo el pintor concibió estos iconos cargados de humanidad y realismo, sino también el proceso productivo de su obrador, una auténtica empresa de creación de imágenes devocionales donde las series de santas ocupaban un lugar central.

El pintor y su obrador

Las santas de Zurbarán supusieron un modelo muy codiciado y solicitado, recibiendo el pintor extremeño y su taller una ingente cantidad de encargos de esta temática. Con destino a recintos monásticos o asistenciales sevillanos, andaluces o del Nuevo Mundo, estas obras y series se replicaban incansablemente en el taller, tanto por el propio Zurbarán como por sus oficiales, debidamente guiados a partir de ejemplares pintados enteramente por el maestro, como lo fueron la Santa Marina y la Santa Casilda de la exposición, o de plantillas y patrones originales.

 

Las santas pintadas por Zurbarán encarnan ejemplos de virtud y vida piadosa, una religiosidad serena, cercana, amable y muy humana, en unas figuras de rostros naturalistas y vestidas con espectaculares indumentarias, en claro contraste con las representaciones sufrientes de penitentes y anacoretas, tan recurrentes en esta etapa contrarreformista.

Los recursos estilísticos y compositivos más reconocibles del estilo de Zurbarán –realismo en los rostros, detallismo y majestuosidad en los vestidos a la moda, un intenso claroscuro inspirado en la pintura tenebrista y efectista de Caravaggio– se pueden apreciar en todas las obras de la muestra. Con ellos lograba promover una emotiva cercanía a los fieles, que veían en estas santas a iguales tocadas por la gloria divina, modelos de una fe ejemplar que se instigaba con estas imágenes a emular.

Las modelos de su pintura, seres cotidianos, en determinados casos se convertían en las propias comitentes, damas nobles que se transmutaban en retratos a lo divino, tomando prestados los atributos iconográficos de las santas de sus nombres.

– ¿Quiere consultar el folleto de la exposición Zurbarán. Santas?