Comisariada por Javier Molins, la exposición incluye más de sesenta obras, procedentes de su colección privada y de museos e instituciones como el IVAM o el Museo Reina Sofía, y ofrece una visión retrospectiva de la obra del artista a lo largo de más de seis décadas de producción, desde las primeras piezas figurativas de los años sesenta, pasando por la etapa minimalista de los setenta, hasta llegar a hoy, con su estilo tan personal, caracterizado por la voluntad de devolver la emoción a la pintura abstracta.
Marcado por el color, ha reducido el repertorio iconográfico a una serie de líneas, franjas y bloques que se han convertido en los elementos distintivos de su obra. Artista reflexivo, destaca sobre todo por su técnica pictórica, que se caracteriza por una capa intuitiva de pintura, a menudo húmeda sobre húmeda, cuyos colores se combinan y afloran formando tonalidades únicas de gran profundidad que llenan de calidez sus composiciones.
Scully prioriza el ritmo antes que la forma; las amplias bandas que estructuran sus telas varían en cuanto a la anchura, tienen los bordes difuminados y no todos siguen la misma dirección: algunos son horizontales y otros verticales. La simplicidad y repetición de las composiciones crean una cadencia visual que, a través de las pinceladas, vibra de vida y emoción. Cada franja de color contiene múltiples gradaciones en su interior y, con el tiempo, los colores que utiliza son cada vez más matizados y complejos.
Esta exposición en La Pedrera tiene un significado especial porque el artista vuelve a la Ciudad Condal —donde vivió temporalmente y tuvo su estudio durante más de catorce años— y coincide con su octagésimo cumpleaños, el día 30 de junio. Fruto de su estancia en Barcelona creó una serie de obras, algunas de las cuales ahora se pueden ver nuevamente en la ciudad, como Barcelona Band of Light (2004) y Barcelona Dark Wall (2004), así como otras sobre papel y fotografías.
– Alrededor de la exposición se han creado una serie de propuestas culturales que la expanden más allá de La Pedrera. Contarán con el director de cine David Trueba, la violonchelista Anastasia Kobekina y la Escolanía de Montserrat y Juan de la Rubia con la Orquestra del Miracle. ¿Quiere saber más sobre ellas?
Humanización de la pintura
«La abstracción es el arte espiritual de nuestro tiempo»
(Sean Scully)
La muestra en La Pedrera pone de manifiesto el afán de Scully por renovar la comprensión de la abstracción a través de su deseo de capturar «algo que refleje la dimensionalidad del espíritu humano dentro de la cuadrícula de nuestro mundo».
Influenciado por Matisse, Klee, Mondrian y, sobre todo, Rothko, al artista estadounidense de origen irlandés le interesa profundizar en la humanización de la pintura. Su particular modo de repensarla une la abstracción analítica y la poética. Su trabajo ha cambiado el paradigma de la abstracción, pasando del minimalismo estadounidense y su vocabulario reducido a una forma emocional de abstracción, para la que ha recuperado la espiritualidad que caracteriza la tradición de la pintura europea.
Su obra no tiene un significado concreto, sino que está abierta a toda clase de interpretaciones, y con frecuencia inspira un profundo estado introspectivo y contemplativo.