
Ezequiel López.
Desde tiempos antiguos, el erotismo ha sido una fuente constante de inspiración para artistas de todas las épocas y estilos. «Su relación ha sido un matrimonio perfecto», señala Ezequiel López Peralta, quien con su primer libro –Guía práctica del erotismo infinito– inspiró el título de esta exposición y participó en su inauguración: «La energía erótica guía al pincel del pintor o a la pluma del escritor a partir de imágenes existentes en su mente, o quizás de manera no tan directa, sino como un fluir natural, espontáneo, casi sin pensarlo. El arte ha sido siempre un reflejo del deseo humano, plasmando el erotismo en formas, colores y texturas que despiertan la sensualidad por medio de los sentidos».
Un ejemplo de lo anterior es el papel de las musas inspiradoras como fuente de creación de algunas de las obras de arte más célebres de la historia. Artistas como Gustav Klimt (con sus retratos sensuales de mujeres envueltas en oro) o Édouard Manet (con su escandalosa Olympia) transformaron a sus musas en verdaderos símbolos de deseo, así como de empoderamiento femenino. Como concluye López Peralta, «arte y erotismo son la máxima expresión de la inteligencia creativa. Por eso, el arte y el erotismo son infinitos, y seguirán viviendo en sus diferentes expresiones mientras la humanidad siga en pie, o incluso mucho después. Porque, al final, la inmortalidad del deseo es posible a través del arte. Y, precisamente, el erotismo es fugaz en el cuerpo, pero eterno en el arte».