Estos frescos, una de las representaciones de pintura mural más evocadoras de la época romana y el ejemplo más antiguo de pintura botánica romana que se conoce, fueron realizados para Livia Drusila, esposa del emperador Augusto, y se retiraron de su ubicación original en 1951. En la actualidad se conservan en el Palazzo Massimo, sede del Museo Nazionale Romano.
Tomando como punto de partida los frescos, Ydáñez reinterpreta el idílico escenario natural representado desde una perspectiva íntima y poética, más allá de lo meramente arqueológico o decorativo. La pieza presenta un jardín reinventado, donde la vegetación mediterránea se puebla con aves que no pertenecen al repertorio romano, sino al imaginario del artista: los primeros pájaros que dibujó en su infancia, en su afán de clasificarlos con una mirada curiosa y no artística, resurgen aquí como símbolo de memoria, de origen, de pureza.
En medio del follaje, una figura femenina rubia, melancólica, se inserta en la escena como una presencia que evoca la pérdida de la inocencia. Esta figura, vinculada simbólicamente al trauma colectivo europeo del violento siglo XX, actúa como una bisagra entre los dos mundos que el artista quiere unir: el peso de la historia centroeuropea y la sensualidad vitalista del Mediterráneo.
Mirada crítica y poética
Como sustento conceptual, Ydáñez se apoya en la novela Extinción de Thomas Bernhard. El protagonista, un aristócrata austriaco residente en Roma, regresa a su ciudad natal tras recibir un telegrama que anuncia la muerte de su familia. Este viaje deviene un ajuste de cuentas con la sociedad burguesa de la que proviene. La obra no reproduce este relato, pero lo toma como espejo para reflexionar sobre la herencia cultural, el desarraigo y la necesidad de mirar atrás con una lente crítica y poética a la vez.
La pintura, como jardín mental, es en esta pieza espacio de tensión y reconciliación: entre historia e infancia, entre memoria y deseo, entre la oscuridad del norte y la luz del sur. Pablo González Tornel, director del MuBAV, destaca Villa di Livia como una muestra del genio creador de Santiago Ydáñez y que su exposición responde a la vocación del Museo de indagar en la pervivencia del lenguaje clásico de la pintura en el mundo contemporáneo.
La instalación se acompaña de una singular cabeza de Agripina Minor, fragmento de una escultura romana en mármol de mediados del siglo I d. C., perteneciente a los fondos del Museo, y de dos pinturas del propio Ydáñez: Livia Drusila, óleo sobre lino de 2024, y Pequeña Livia, realizada en 2023 y donada por el artista al MuBAV.
Energía y emotividad
Santiago Ydáñez es uno de los pintores españoles más destacados y con mayor proyección internacional de las dos últimas décadas. Conocido por su técnica de pintura expresionista, caracterizada por brochazos amplios y dinámicos, y un manejo audaz de la materia, las obras de Ydáñez suelen tener un carácter visceral e inmediato, reflejando una energía cruda y una emotividad intensa. Su particular forma de abordar la pintura figurativa desde lo gestual y lo fotográfico al unísono le ha hecho ser dueño de un lenguaje propio que evoluciona constantemente.