Comisariada por Ignacio Moreno Rodríguez, la exposición reúne más de 70 obras —pinturas, esculturas, instalaciones, dibujos, fotografías y maquetas— fechadas entre 1963 y 2025; desde sus primeros cuadros de los años 60 y las piezas e instalaciones de los 70, que realizó durante su estancia en el Center for Advanced Visual Studies del MIT (Massachusetts Institute of Technology), hasta sus propuestas más recientes, realizadas en los dos últimos años, que se muestran por primera vez.

Como señala el comisario, la obra de Navarro Baldeweg transita sobre un territorio extenso, entrecruzado por diferentes medios expresivos. De forma aislada, las propuestas realizadas desde los años sesenta en estos ámbitos son muy diversas y poseen su propia especificidad, pero presentadas en conjunto manifiestan unos principios generativos comunes que las relacionan. Las ideas que reflejan o las maneras de hacer que sugieren se deben a su relación con dimensiones identificadas en el medio natural, como la gravedad, la luz o los flujos de energías y de información; así como con referencias deducidas de la participación activa del cuerpo humano en la obra de arte, especialmente en lo que concierne al horizonte visual y a la expresividad gestual de la mano; pero también advierten comportamientos universales en procesos físicos de acción que evidencian la inevitable reciprocidad existente en el mundo entre consumo y gasto energético, entre crear o construir y destruir al crear.

Lo peculiar de este conjunto de obras es su insistencia, su recurrencia como estrategia creativa al enhebrar algunas de estas líneas o hilos ilimitados en su enunciación. El desarrollo de estos temas esenciales, identificados por Navarro Baldeweg ya desde muy temprano, le ha permitido desplegar una forma de pensamiento unificador, un abecedario conceptual, complejo y expresivo, capaz de agrupar obras de medios diversos en un sistema de coordenadas, una estructura común, una sola habitación primordial o lo que el artista define como «una casa anterior».

El papel de la pintura

En esta exposición se destaca el papel fundamental de la pintura: una experiencia creativa que enlaza hacer y azar; una tarea que acepta su encuentro con algo ajeno, con lo inesperado, guiada por un fin sin fin, de expectativa desinteresada o de objetivo indefinido.

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