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‘Aida’, espectáculo total

Las ocho funciones de entonces, dirigidas por Luis Antonio García Navarro (1941 – 2001), se unían a las 353 que tuvieron lugar en las temporadas anteriores al cierre del Teatro en 1925. Durante ese periodo, el popular título verdiano fue el más representado en el Real, siendo Giuseppe Verdi (1813 – 1901) el compositor preferido del público, como lo demuestra su presencia constante en la programación de cada temporada (muchas veces con dos títulos). El Real mira, pues, a su historia pasada y reciente a través de la reposición de Aida como un simbólico autohomenaje, después del éxito cosechado por esta misma producción a lo largo de los últimos 25 años.

Joan Matabosch, director artístico del Real, destaca que para un teatro como éste «es imprescindible disponer de una producción de repertorio de un título como Aida, sobre todo cuando, además, en su día, la institución hizo el esfuerzo de dotarse de una de las puestas en escena más espectaculares que existen de la ópera de Verdi. Las producciones de repertorio se reponen regularmente, y los teatros amortizan su inversión a lo largo de décadas. Un buen ejemplo, también con Aida, es la puesta en escena de Sonja Frisell para el Metropolitan neoyorquino, que se estrenó hace 34 años y se ha repuesto en más de 17 temporadas. El Teatro Real, en cambio, estrenó su producción hace 24 años y la ha repuesto, incomprensiblemente, en dos únicas ocasiones. Es una anomalía que corregiremos parcialmente esta temporada con varias compañías de cantantes extraordinarios que vindicarán sobradamente el retorno del espectáculo. Conscientes de que, de la misma manera que los teatros deben tener un discurso artístico que mire al futuro con decisión y valentía, también es crucial, de vez en cuando, tomar conciencia de nuestros orígenes: saber de dónde venimos, nos guste o no. Y esta monumental -y también bellísima- Aida patrimonial del Teatro Real lo deja muy claro».

Es precisamente esta dualidad entre la espectacularidad de las escenas de masas –con el imperio egipcio, ejércitos, faraones, esclavos, sacerdotisas, invasores, prisioneros, ritos religiosos, celebraciones, etc.– y aquellas, recogidas, en las que afloran los conflictos y dramas de los protagonistas, donde radica la dificultad de la puesta en escena de Aida. De Ana opta por una producción de fuerte poder simbólico, dominada por una colosal pirámide que sugiere la magnificencia del poder político y religioso ­y también el triángulo amoroso que vertebra el drama­, contrapuesta a paisajes desérticos que enfatizan la profunda soledad de los personajes, que se debaten entre sentimientos, dudas y contradicciones. Para esta reposición el director de Escena ha introducido pequeñas modificaciones en relación con la revisión de 2018, actualizando algunos elementos, como las proyecciones que se han concebido para trascender la evocación de un Oriente idealizado.

Joan Matabosch, Hugo de Ana, Piotr Beczala (Radamés), Krassimira Stoyanova (Aida), Nicola Luisotti (director) e Ignacio García-Belenguer (director general). Sentado, delante, Carlos Álvarez (Amonasro). Foto: © Javier del Real | Teatro Real.

Joan Matabosch, Hugo de Ana, Piotr Beczala (Radamés), Krassimira Stoyanova (Aida), Nicola Luisotti (director) e Ignacio García-Belenguer (director general). Sentado, delante, Carlos Álvarez (Amonasro). Foto: © Javier del Real | Teatro Real.

Nicola Luisotti vuelve al foso del Real con una obra que ya dirigió con gran éxito en 2018. Será su octava producción verdiana al frente del Coro y Orquesta Titulares del Teatro Real. Tres repartos del máximo nivel se alternarán en la interpretación de los papeles protagonistas, con las sopranos Krassimira Stoyanova, Roberta Mantegna y Anna Netrebko (Aida); las mezzosopranos Jamie Barton, Sonia Ganassi y Ketevan Kemoklidze (Amneris) ; los tenores Piotr Beczala, Yusif Eyvazov y Jorge de León (Radamés); los barítonos Carlos Álvarez, Artur Ruciński y Gevorg Hakobyan (Amonasro) y los bajos Alexander Vinogradov; Jongmin Park y Simón Orfila (Ramfis); las sopranos Jaquelina Livieri y Marta Bauzá (La gran sacerdotisa) y el tenor Fabián Lara (Un mensajero).

Con casi trescientos artistas –entre solistas, coro, bailarines, actores y orquesta– y una escenografía ya histórica, Aida trae al escenario del Real a grandísimos intérpretes capaces de dar a la obra de Verdi su verdadera dimensión universal.


Las funciones de Aida cuentan con el patrocinio de Telefónica.

– 21 de octubre: Preestreno de la temporada para jóvenes de hasta 35 años (patrocinada por la Fundación Amigos del Teatro Real) [1].

– 24 de octubre: Gala inaugural de estreno de la temporada 2022/2023.

– ¿Quiere consultar el programa de mano [2]?

Verdi en su madurez

Aida. Plano general. Coro Titular del Teatro Real y figuración. Foto: © Javier del Real | Teatro Real.

Aida. Plano general. Coro Titular del Teatro Real y figuración. Foto: © Javier del Real | Teatro Real.

Con el estreno de Aida en El Cairo en 1871, Giuseppe Verdi, sexagenario y con 25 óperas en su haber, culminaba aparentemente una carrera prolífica (que luego duraría hasta los 80 años), con una partitura muy efusiva, pero también honda e intimista, en la que afloran los temas recurrentes en su obra: el triángulo amoroso, el trasfondo político y social, la prepotencia de los dictadores, la humillación de los oprimidos, los sentimientos paterno-filiales, los celos, los amores prohibidos, la traición, la soledad, la muerte…

Desde el punto de vista compositivo, Aida también refleja la veteranía de Verdi: su dominio de la escritura vocal –privilegiando los dúos y números de conjunto en detrimento de las arias–; la genial utilización de la orquestación para obtener efectos dramatúrgicos; la yuxtaposición de momentos de recogimiento y de esplendor; y la pericia en la articulación de grandes números corales y coreográficos con inspiradas melodías solistas, de gran aliento y profundo dramatismo.