No todas las imágenes quieren ser miradas. Algunas exigen ser habitadas. La instalación de Laxe responde a esa lógica: no se presenta como un objeto audiovisual, sino como una experiencia que interpela al cuerpo antes que a la razón. HU/و هُ. Bailad como si nadie os viera inaugura una nueva etapa en la programación del Reina Sofía dedicada al cine de exposición y desplaza al espectador hacia un territorio liminar entre rito, escucha y trance.
La obra se articula como una instalación inmersiva de quince minutos que se reproduce en bucle. Pero reducirla a una duración o a una ficha técnica sería empobrecer su alcance. Lo que propone Laxe es una suspensión del tiempo ordinario: una invitación a entrar en una experiencia sensorial donde la imagen, el sonido y la arquitectura trabajan como un solo organismo.

«Oliver Laxe, HU/هُوَ. Bailad como si nadie os viera», instalación, Museo Reina Sofía, 2025.
Aunque la instalación nace del proceso creativo que dio lugar a Sirāt. Trance en el desierto —película galardonada en Cannes y elegida para representar a España en los Óscar—, no funciona como apéndice ni como material derivado. Comparte imaginario, pero afirma su autonomía. Aquí, el cineasta profundiza en una investigación que atraviesa toda su obra: la relación entre lo sagrado, el paisaje y el cuerpo humano como lugar de memoria y herida.
Laxe se define a sí mismo como un artista plástico con una sensibilidad espacial. Esa declaración cobra pleno sentido en este proyecto, donde la puesta en escena sustituye al relato y el montaje se convierte en arquitectura. La instalación ocupa las dos salas del Espacio 1, organizadas como un tránsito progresivo de preparación y revelación.
El recorrido comienza en la penumbra. El visitante se encuentra con una torre de altavoces de tres metros de altura, una estructura que remite de inmediato al universo de las raves y a los rituales contemporáneos de la música electrónica. No hay melodía reconocible, solo una vibración continua, física, casi orgánica. El sonido no acompaña: atraviesa.

«Oliver Laxe, HU/هُوَ. Bailad como si nadie os viera», instalación, Museo Reina Sofía, 2025.
Esta primera sala funciona como una cámara de resonancia. Un espacio de ajuste sensorial que recuerda a los vestíbulos de los templos antiguos, concebidos para preparar al cuerpo antes de acceder al núcleo del rito.
En la sala contigua, tres proyecciones envuelven el campo visual del espectador en un arco de 180 grados. Bajo un sol inclemente, aparecen paisajes desérticos donde se recortan siluetas de antiguas construcciones religiosas, altavoces y figuras humanas entregadas al baile. Las imágenes fueron filmadas por Laxe hace más de una década en Irán, y conservan una cualidad atemporal que refuerza su dimensión espiritual.
Aquí, el cuerpo que baila no es celebración ni espectáculo. Es gesto primario, acto de recuerdo, tentativa de trascendencia. La obra sugiere que lo sagrado no reside en un lugar específico, sino en la relación entre el cuerpo, el sonido y el espacio que los acoge.
El trabajo sonoro de Kangding Ray (David Letellier) intensifica esta percepción. El sonido se despliega en capas, circula entre ambas salas y modula la experiencia de manera casi hipnótica. No ilustra las imágenes: las tensiona.

«Oliver Laxe, HU/هُوَ. Bailad como si nadie os viera», instalación, Museo Reina Sofía, 2025.
La instalación admite un aforo limitado y se renueva cada treinta minutos. Esta decisión no es logística, sino conceptual: preserva la intensidad de la experiencia y refuerza su carácter íntimo. Cada visitante atraviesa la obra desde un estado distinto, y la instalación no ofrece respuestas cerradas. Como ha señalado el propio Laxe, la obra “empieza hoy” y se completa en cada cuerpo que la atraviesa.
El diálogo con el cine se extiende más allá del espacio expositivo. La muestra se acompaña de un programa en el Cine del Museo que incluye una retrospectiva completa de la filmografía de Laxe —desde sus primeros cortometrajes hasta sus cuatro largometrajes— y una carta blanca en la que el cineasta propone obras de Sergei Dvortsevoy, Kaneto Shindo, Artavazd Peleshyan y el tándem formado por António Reis y Margarida Cordeiro. Un conjunto que traza una constelación de afinidades estéticas y espirituales.
Con HU/و هُ. Bailad como si nadie os viera, el Museo Reina Sofía no solo presenta una instalación, sino que afirma una manera de entender la imagen en movimiento como experiencia expandida. Oliver Laxe, fiel a una poética que rehúye la explicación y privilegia la vivencia, propone un espacio donde mirar es secundario. Lo esencial ocurre cuando el cuerpo escucha, recuerda y, tal vez, se atreve a bailar.
– El proyecto ha sido comisariado por Julia Morandeira Arrizabalaga y Chema González, y la instalación, que cuenta con un aforo de 40 personas y se irá renovando cada media hora, se podrá visitar hasta el 20 de abril de 2026 en el Espacio 1 del Edificio Sabatini del Museo Reina Sofía.
A la raíz

Retrato de Oliver Laxe. Fotografía: Quim Vives.
Julia Morandeira Arrizabalaga, cocomisaria de la exposición y jefa de Estudios del Museo Reina Sofía, destaca que esta instalación «comparte imaginario con Sirāt pero es una pieza singular, con un tratamiento del espacio radical, porque va a la raíz, con gestos contundentes, un espacio sobrio pero fuerte, directo, en el que la cuestión de la oscuridad modula la experiencia, que se suma a una experiencia de sobrecogimiento y de misterio a través de lo espacial, la torre de altavoces y tres proyecciones que envuelven el campo visual del espectador en 180 grados».
Por su parte, Chema González, el otro comisario y jefe de Cine y Nuevos Medios del Reina Sofía, recuerda que este proyecto de «trabajar la imagen en movimiento surge en convergencia con las dos salas, la del Espacio 1 y el Cine, donde desde finales de enero hasta marzo de 2026 se podrán ver sus cuatro largometrajes, sus cortos de origen donde están ya sus preocupaciones y obsesiones contenidas, y la carta blanca, la propuesta de Oliver Laxe, que es una exquisitez».