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La elegancia del sombrero

Buen conocedor de los tocados históricos y populares, Cristobal Balenciaga (Guetaria, Guipúzcoa,  1895 – Jávea, Alicante, 1972) los actualizó y los puso de moda, siempre experimentando para crear nuevos modelos y estudiando los sombreros de múltiples culturas que reinterpretó en clave de modernidad.

Buscando crear un profundo impacto visual jugó con la armonía y contraste de los colores. De esta forma logró un estilo y una forma en sus diseños muy característicos, con volúmenes depurados, estilizados, creados mediante formas muy simples, casi abstractas, siendo en sí mismos auténticas esculturas. La suma de todos estos factores convierte a cada pieza en única, irrepetible y magnética.

Esta es la primera muestra internacional centrada en los sombreros y tocados que se crearon en los departamentos de sombrerería de la casa de alta costura en París y en Madrid desde finales de los años 30 hasta su cierre en 1968.

En concreto, en La elegancia del sombrero se muestran 87 sombreros, 78 de los cuales se presentan individualmente, nueve con un conjunto y un vestido con estola. Piezas únicas que permiten revelar ciertos aspectos desconocidos de su confección, tanto del trabajo en los talleres como de la posterior difusión, ambas labores fundamentalmente desempeñadas por mujeres.

Esta exposición ha sido comisariada por Igor Uria, conservador del Museo Cristóbal Balenciaga [1], y por Sílvia Ventosa, conservadora de tejidos e indumentaria del Museu del Disseny.

Glamour y audacia

Casquete, 1964-1965. Plumas de marabú sobre estructura en esparterina, con adorno frontal imitando pétalos de crisantemo. Etiqueta «BALENCIAGA», París Donación Silvia de Cuevas, 2000. CBM 2000.219.

En el mundo de la alta costura de mediados del siglo XX, los tocados aportaban glamour con un toque de audacia. Los sombreros fueron un elemento de uso cotidiano hasta la década de 1960, cuando en el contexto de los movimientos sociales que abogaban por el igualitarismo social y de género decayó su uso.

Prestigio

Las “Balenciagas”, tal y como denominaban algunos a las clientas del maestro, se sentían identificadas con la doctrina de la casa. Su estilo atemporal, con un progreso lento y calculado, siempre unos años por delante de la moda del momento, acentuaba los detalles que ensalzaban la distinción de las clientas.

Casquete, 1960. Raso de seda sobre esparterina. Etiqueta «EISA», Madrid. Donación Asociación Española de Productoras de Fibras Químicas, 1981. MTIB 109.620.

Tradición

Balenciaga utilizó fuentes diversas para sus tocados: los grandes sombreros de paja de culturas campesinas mediterráneas, las tradiciones propias de la cultura popular vasca, como las boinas, o las gorras de pescadores. Conocía bien la indumentaria religiosa, de la que reinterpretó las tocas de las monjas y los sombreros planos de grandes alas de los sacerdotes. Del mundo de los toros y de los majos tomó redes y tocados, tricornios y monteras, con un volumen posterior que recuerda la coleta del torero.

Exuberancia

Los sombreros de Balenciaga se distinguen por el uso novedoso y atrevido de materiales, colores y ornamentos, junto a una técnica artesanal extremadamente perfeccionista que se puede percibir claramente en el acabado de las obras, así como en un conocimiento exhaustivo de la anatomía de las clientas y de los tocados que mejor enmarcan un determinado rostro o, incluso, una expresión.

Elegancia

Pamela, febrero de 1957 (modelo 135). Organza de algodón sobre esparterina. Etiqueta «BALENCIAGA», París. Donación Asociación Española de Productoras de Fibras Químicas, 1981. MTIB 109.932.

El equilibrio entre el ala y la corona, entre sí y respecto al conjunto, es otro aspecto que refuerza la elegancia, al igual que la simetría en la colocación del tocado respecto a la línea de los ojos y a la de los hombros. Cada tipo de sombrero o tocado infiere directamente en la actitud y estilo de su portadora y su posición sobre la cabeza dependerá de la época.