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Beatriz Argüello rememora a Isadora Duncan

Codirigido por Argüello y Pérez de la Pica, el montaje propone un viaje poético a través del amor y la muerte, gracias a la unión de texto y baile, que dan como resultado un canto al dolor, a la determinación y a la búsqueda permanente de la belleza. En palabras de la intérprete, «nos hemos servido del arte y la vida de Duncan para realizar una pieza teatral en la que se fusionan principalmente tres expresiones artísticas: la palabra, la danza y la música. No como algo independiente, sino como expresión completa».

Duncan fue una bailarina de comienzos del siglo XX de la que apenas se conservan documentos. Su autobiografía, los textos en los que habla de danza y varias imágenes con sus posturas han servido a Argüello para poner en pie la obra. «Cierto es que sus danzas resultan hoy en día arcaicas, pues la danza contemporánea ha desarrollado una expresividad innovadora y arriesgada en los últimos años. Pero Isadora fue ya innovadora y arriesgada en su tiempo y abrió las puertas al desarrollo de la danza moderna y contemporánea».

El texto, más que una estructura dramática, está compuesto de poesía, «porque la poesía nos lleva de una manera más inmediata a imágenes, a estados y ensoñaciones». Este estará acompañado por la coreografía de Helena Berrozpe y la música del piano de Mikhail Studyonov. «La música de piano es, por tanto, un personaje más del espectáculo», ya había acompañado a Isadora durante toda su vida.

Estaciones de Isadora [1]