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Carolina Bonfim, cartografía de experiencias

En este trabajo específico, como explica la comisaria, la artista vuelve a ponerse en otra piel para indagar qué hay de único y especial en cada cuerpo. Bonfim escoge el gimnasio como lugar privilegiado para aproximarse a lo corporal; una suerte de escaparate en el que lo físico se exhibe combinando sacralidad y fetichismo.

Durante 90 días observó, mientras corría en la cinta modelo TECHNOGYM G6508D, el modo en que los demás cuerpos corrían delante de sus ojos, iniciando de este modo un proceso de aprendizaje basado en la imitación de esos movimientos, incorporados e interpretados posteriormente por su propio cuerpo. Formas físicas concretas que reelabora y registra en diferentes soportes.

90 dinámicas

En la sala, un vídeo recoge a la artista reproduciendo las 90 dinámicas ejecutadas por esos cuerpos estudiados. Mediante la acción performativa, la complexión de Bonfim se transforma temporalmente, ligada al gesto actúa o representa un papel, muchos roles, intentando discernir lo que hay de único y singular en esa gestualidad. Se traviste como si fuese partícipe de algún tipo de juego, incluso de parodia, para exorcizar lo que le intimida y vulnera como corporalidad política, afectada, influenciable e cambiante.

En las imágenes hay emociones encontradas: humor y malestar, disciplina y contingencia. También planea la sombra de cierta idea distópica en la representación de la artista como anti-heroína, alejada del modelo ideal, cuyo efecto teatral dibuja una imagen imperfecta, absurda incluso, a través de la repetición sistemática del ejercicio, correr siempre en el mismo lugar, sin espacio para avanzar, cerrada en la paradoja que proyecta el acto de performar un cuerpo que performa a diario.

Asimismo descompone el espacio corporal en planos-detalle de cada uno de los ejercicios realizados para articular collages que presenta en cinco grupos de fotografías que atienden a cada parte de la anatomía. Finalmente pone a disposición del público un dossier de fichas con información relativa a las particularidades de cada cuerpo observado y a cada rutina, con descripciones de la ejecución del movimiento similares a las que se ofrecen en las instrucciones estandarizadas de los movimientos “ideales”.

El hilo conductor de todos estos trabajos es mostrar la corporeidad como un archivo plural, transformando a la artista en una cartografía de experiencias, contaminada por cuerpos anónimos, ajenos. El cuerpo, su centralidad en la vida social y en el ámbito intelectual contemporáneos continúa siendo analizado en este trabajo de Carolina Bonfim, ofreciendo nuevos materiales con los que continuar investigando sobre cómo a corporalidad y la subjetividad pueden ser pensadas, manipuladas, transmitidas y vividas, en este sistema de creaciones y relaciones problemáticas.

El cuerpo

Bonfim vive y trabaja en Bruselas. Su obra gira en torno a los códigos que rigen los gestos y las posibilidades de representar el cuerpo, al cuestionar la mirada y la presencia de éste. Las relaciones interpersonales, el voyeurismo, la alteridad y la relación con la audiencia son temas recurrentes y formalizados en intervenciones espaciales, performances, fotografías, bailes y vídeos.

En los últimos años ha expuesto y presentado su trabajo en centros e instituciones tales como CNDC (Angers, Francia), Lugar a dudas (Cali, Colombia), Galería A Gentil Carioca (Río de Janeiro), Arts Santa Mònica (Barcelona), Fundació Miró (Barcelona), Centre d’art contemporani Fabra i Coats (Barcelona) y Can Xalant (Mataró). Actualmente es doctoranda en Artes Visuales en la École Nationale Supérieure des Arts Visuels La Cambre y Université Libre de Bruselas.

Artistas en el relato incompleto

El pasado 29 de abril se estrenó este ciclo expositivo en el Anexo del MARCO, un lugar que desde 2015 fue convertido en sala de proyectos. Siguiendo uno de los signos distintivos del Museo, su línea de programación pone especial énfasis en la producción propia, tanto en lo que se refiere a las obras en sí –nuevas producciones realizadas específicamente para este espacio– como al comisariado –ciclos de exposiciones con periodicidad anual. En esta ocasión, Chus Martínez Domínguez presentó el ciclo ‘PROBLEMÁTICAS. Artistas en el relato incompleto’ [1].

Tomando como punto de partida las circunstancias y realidades que se producen en la interacción entre las artistas y el sistema del arte, este ciclo plantea, a través de cuatro proyectos específicos, diferentes cuestiones de la teoría y la práctica artística, concretando las investigaciones, conceptos y poéticas sobre las que giran los trabajos de cada una de las participantes.

Un programa articulado en las propuestas de Mónica Cabo (Oviedo, 1978), Pascuala Campos de Michelena/Ana Gallego Palacios (Jaén, 1938/Cáceres, 1975), Xisela Franco (Vigo, 1978) y ahora Carolina Bonfim, creadoras de distintas generaciones procedentes de las artes visuales, la arquitectura y el audiovisual, que han tejido relatos y acciones particulares en torno a la representación, la identidad, la política y el territorio, desde una perspectiva no exenta de humor y crítica, de subversión y memoria. Apenas algunas cuestiones de un largo discurso sobre el trabajo de las artistas que siempre parece dispuesto, o impuesto, en un estadio inacabado, en construcción y reivindicado.