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Chris Ware: dibujar es pensar

Ware dibuja desde pequeño o, como él mismo dice, escribe con viñetas. Para él, el dibujo conecta con el pensamiento y la memoria. A lo largo de su trayectoria ha experimentado e innovado con el lenguaje y la narrativa del cómic: desde los cuadernos de dibujo, pasando por las portadas de la revista The New Yorker, hasta sus tres obras esenciales, Jimmy Corrigan, Building Stories y Rusty Brown.

Con ellas ha recibido algunos de los galardones más importantes concedidos por la industria del cómic —Grand Prix d’Angoulême, Eisner Awards y Harvey Awards—, pero también ha sido el primer dibujante de historietas invitado a participar en la Bienal del Whitney Museum y el primero en ganar un premio literario —The Guardian First Book Award—, compitiendo en igualdad de condiciones con novelas, ensayos y biografías.

El lenguaje artístico alcanza su plenitud cuando desarrolla un vocabulario propio que le permite hablar de todo: de la complejidad del mundo y de sus infinitas formas, recorriendo todos los matices emocionales que se extienden entre los polos (no tan opuestos) de la tragedia y la comedia. La revolución que ha supuesto la aparición de la obra de Ware en el paisaje del cómic contemporáneo está estrechamente relacionada con esta progresiva conquista de nuevos registros, recursos y territorios expresivos.

Heredero de la hibridación de contracultura y vanguardia que propuso la revista RAW de François Mouly y Art Spiegelman, Ware ha buscado la esencia del lenguaje del cómic, explorando la libertad narrativa y formal de los orígenes para activar toda la potencialidad del medio que el clasicismo hegemónico había neutralizado. Su arte tiene la capacidad de activar la mirada del lector, dotándolo de una especie de superpoder que desconocía poseer.

La fusión de diseño, tipografía, musicalidad y arquitectura de cada una de sus páginas supone, asimismo, una toma de posición sobre la resistencia ética del artesano en un mundo que se transforma rápidamente en fantasmagoría digital. Para Ware, «dibujar es pensar»: es el proceso que estructura el pensamiento y sostiene su relación con un mundo complejo, lleno de matices y ambigüedades. En sus manos, el cómic es una máquina del tiempo, un palacio de la memoria, música helada y, también, el medio idóneo para desvelar los patrones, ritmos y estructuras secretas de la existencia.

Esta retrospectiva acerca al visitante al universo creativo de un artista emotivo, artesano y minucioso, influido por los orígenes de cómic, la música ragtime y la arquitectura, que ha narrado de forma brillante las emociones humanas, el racismo, el consumismo o los efectos de la política en la vida cotidiana del ciudadano común.

La ‘era Ware’

Judit Carrera, directora del CCCB, considera que Chris Ware es el autor de cómic más radical de la contemporaneidad y una figura que ha marcado profundamente su época. Max habló de la “era Ware” por su enorme influencia en los creadores situados en la vanguardia, y las comparaciones con Joyce, Nabokov y Tolstói nunca han sido gratuitas. De Tolstói, saca la fuerza para hacer de la ficción un fidedigno reflejo de la vida. La convicción de Nabokov de que palabras e imágenes se entrelazan en nuestra mente para formar el tejido de la memoria sostiene toda la poética visual del historietista. Y Joyce es su referente explícito a la hora de aportar una formulación visual a la subjetividad de los personajes y su corriente de conciencia.

Ware explora todo el potencial expresivo del cómic en el curso de unos relatos que tienen la ambición narrativa de las grandes novelas y la mirada empática de un humanista insobornable, capaz de capturar los movimientos más sutiles del alma. Sus historias tienen la empatía hacia todo tipo de personajes —incluso los más indeseables— como gran centro moral.

En su obra hay una posición más humana que explícitamente política: él rechaza la etiqueta de arte político, aunque sus cubiertas para la revista The New Yorker ofrecen una crónica de la América de la polarización, las soledades pospandémicas y la erosión relacional y comunicativa generada por las nuevas tecnologías. La arquitectura desempeña también un papel importante en la obra de este autor de Chicago, su ciudad de adopción. En uno de sus cuadernos de esbozos, Ware retoma la definición de Goethe, según la cual la arquitectura es «música congelada», una expresión que le sirve de guía estética en el desarrollo del cómic como forma de arte.