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El Ballet Nacional visita Gran Canaria con cuatro joyas

Farruca. El bailaor y coreógrafo Juan Quintero, inolvidable en su papel de Creonte en Medea, es el autor de esta pieza para tres bailaores, interpretada a lo largo de los años por varias de las primeras figuras del Ballet Nacional. Sobria y elegante en los movimientos de torso y brazos, guarda para el momento del zapateado las filigranas más exquisitas. Es un ejemplo perfecto de cómo el flamenco coreografiado para conjunto debe ser interpretado con el respeto hacia el baile en grupo, permitiendo, al mismo tiempo, que cada bailaor exprese su personalidad única.

Soleá del Mantón. Blanca del Rey es, además de una de las grandes bailaoras de las últimas décadas, una de las mayores agitadoras del flamenco desde uno de sus templos, El Corral de la Morería. Con esta coreografía ofrece su más preciado legado artístico: su personal Soleá del Mantón, una joya que ha querido depositar en la caja fuerte del Ballet Nacional. Fue estrenada en el Teatro de La Zarzuela en junio de 2015, con música de Jesús Torres, escenografía de Emilio Valenzuela y vestuario de Yaiza Pinillos.

Bolero. En esta producción, basada en el Bolero de Ravel, con coreografía de Rafael Aguilar, el lenguaje flamenco, con sus ritmos y su estética, ofrece una nueva lectura, si no más profunda sí más personal de esta obra enriquecida con una atmósfera y unos sentimientos nacidos del alma española, de los que Ravel fue un profundo observador. En su versión, Aguilar aprovecha la base rítmica del bolero, compuesto de tiempos y de percusión esencialmente flamencas, empleado como soporte, al que se vienen a añadir melodías plenas de sensualidad y de deseo, expresando la esencia de la obra en medio de una interpretación libre, extraflamenca, totalmente regida por los movimientos de los instintos y del alma. La producción se estrenó en 1987 en el Festival de la Versiliana por el Ballet Teatro Español de Rafael Aguilar y en 2014 en Madrid por el BNE.

Suite Sevilla. Antonio Najarro da vida a una nueva creación a través de la Danza Clásico Española fusionada con las nuevas tendencias vanguardistas, tanto musicales como dancísticas, con el lenguaje que caracteriza su estilo personal. La partitura de Rafael Riqueni plasma aromas, tradiciones, añoranza y nostalgia. En ella convergen las guitarras junto con el resto de instrumentos flamencos, describiendo paisajes andaluces.