Estrenada en 1995 en el Sadler’s Wells de Londres, esta coreografía rompió moldes desde el primer instante y conquistó al público internacional hasta convertirse en un auténtico mito de la escena.
A lo largo de tres décadas, su éxito no ha hecho más que crecer, respaldado por más de treinta premios internacionales, entre ellos el Olivier Award a la mejor nueva producción de danza y tres premios Tony por dirección, coreografía y vestuario. Su influencia incluso traspasó la danza para llegar al cine: la inolvidable secuencia final de Billy Elliot (2000), dirigida por Stephen Daldry y protagonizada por Jamie Bell, rinde homenaje a esta versión con la aparición del bailarín británico Adam Cooper.

MATTHEW BOURNE’S SWAN LAKE. Stephen Murray (The Prince). Fotógrafo: © Johan Persson | New Adventures.
El montaje de Bourne llegó para desafiar las convenciones del ballet clásico. Su gesto más célebre —transformar a los cisnes en bailarines masculinos— abrió un nuevo territorio simbólico y visual. El relato abandona a la princesa encantada para centrarse en un príncipe atormentado, atrapado entre el deseo y la represión, cuya lucha interior se refleja en la figura del Cisne Blanco, un ser poderoso, libre y magnético. El resultado es una obra que, sin renunciar a la belleza formal, explora con valentía los códigos de la masculinidad contemporánea, adentrándose en sus contradicciones con intensidad dramática y toques de ironía.
Esta “nueva generación” de El lago de los cisnes combina las técnicas de la danza clásica, neoclásica y contemporánea, generando un lenguaje escénico propio que ha sabido conectar con espectadores de distintas edades y procedencias. Su energía narrativa, su frescura y su profundidad emocional han hecho de la obra un punto de encuentro entre tradición y modernidad.

MATTHEW BOURNE’S SWAN LAKE. Jackson Fisch (The Swan) and Stephen Murray (The Prince). Fotógrafo: © Johan Persson | New Adventures.
Aunque la partitura de Chaikovski permanece intacta, el espectáculo despliega un universo visual completamente renovado. El diseño escenográfico y de vestuario de Lez Brotherston, galardonado por su exuberancia e imaginación, junto con la iluminación de Paule Constable, de gran sutileza poética, logran una atmósfera hipnótica donde lo visible y lo simbólico se entrelazan con precisión casi cinematográfica.
Fundada en 1987, New Adventures se ha consolidado como una de las compañías de danza-teatro más innovadoras del mundo. Su sello distintivo es la capacidad de narrar sin palabras, articulando historias cargadas de emoción, humor y belleza a través del movimiento. La estrecha colaboración entre el equipo artístico y los intérpretes, así como su fidelidad a una visión creativa que une técnica y narrativa, han convertido a Bourne y a su troupe en verdaderos referentes de la danza contemporánea.
Treinta años después de su nacimiento, El lago de los cisnes: la nueva generación sigue deslumbrando por su fuerza visual y su hondura emocional, recordando al público que los clásicos, cuando se miran con nuevos ojos, pueden renacer con el mismo poder que el día en que fueron concebidos.