hoyesarte.com El mundo sin filtros de JJ Manford

El título de la exposición hace referencia al color, un elemento esencial en su obra, y en particular un amarillo que nos remite a la luz, la alegría, la calidez y la inteligencia. A medida que el espectador se adentra en sus interiores descubre el ‘jaune brillant’ y la luminosidad mediterránea que emana de sus pinturas. Manford sueña sus espacios. Sus casas están en parte inspiradas en la realidad –una foto, una película, un diseño Mid century…– y en parte inventadas.

El cuerpo de obra creado para esta muestra refleja la imaginación del artista sobre su inminente viaje a Madrid. Hijo de arquitectos, recurre a objetos para crear sinergias entre su mundo más íntimo, familiar, y el imaginario español, visto desde la distancia.

Color, luz, textura…

Jaune Brilliant, la primera exposición individual en Europa de JJ Manford. Foto: Paula Caballero.' data-link='' class='shiba-stage' />

Las casas de Manford se convierten en metáforas de un retrato interior. Evocan un paisaje íntimo, sin dejar de ser espacios icónicos, claramente españoles, con obras de artistas destacados, o con personajes de la cultura pop estadounidense. En cualquier caso tienen una gran fuerza pictórica, tanto por su color, como por el uso de la luz, por su textura y eclecticismo.

El pintor se apropia de las obras de otros creadores –pintores, arquitectos, diseñadores, cineastas, etc.–, las domestica y las hace suyas. Como resultado ofrece unos interiores sorprendentes y eclécticos: la casa de Tàpies con una escultura de Elie Nadelman y una alfombra de Manford; una biblioteca con un cuadro de Miró, suelo de baldosas catalanas y un florero mexicano; un porche de piedra con un jarrón de Picasso y un par de tucanes; o los salones de las películas de Pedro Almodóvar, la quintaesencia imaginaria de «lo español».

Interiores misteriosos y con personalidad donde, sin embargo, la figura humana no aparece. Los únicos elementos vivos son los animales, las plantas o la naturaleza domesticada, que se puede apreciar desde una veranda o a través de las ventanas de un salón. La aparente ausencia del ser humano permite, paradójicamente, percibir la esencia de su espíritu y su última expresión: el arte.