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100 años de divulgación del arte rupestre

El Museo Nacional y Centro de Investigación de Altamira acoge ahora Arte prehistórico. De la roca al Museo. Con una museografía inspirada en las excavaciones arqueológicas, esta muestra incluye más de 250 piezas procedentes en su mayoría de las colecciones del Museo Arqueológico Nacional (MAN). Así, el público puede contemplar lienzos que reproducen algunas de las imágenes más representativas del arte rupestre español, expuestos por primera vez en 70 años. Herramientas, ídolos, objetos cerámicos, estelas grabadas…todo ello procedente del contexto arqueológico de dichas pinturas y que nos hablan del simbolismo, iconografía y de la vida cotidiana de sus autores.

A todo color

En este afán de hacer accesible el arte de nuestros antepasados, los organizadores de la exposición de 1921 encargaron siete lienzos que reproducían figuras de la cueva de Altamira, como la gran cierva del techo de Polícromos realizada por Benítez Mellado. Fue la primera vez que el público, acostumbrado a ver estas imágenes en blanco y negro, pudo contemplar las figuras a tamaño natural y en color. Como explica Eduardo Galán, uno de sus comisarios, Arte prehistórico. De la roca al Museo «homenajea a aquellos pioneros en la documentación del arte rupestre, abarcando no sólo a los investigadores, sino también a los artistas que lograron llevar nuestro primer arte al gran público».

Otro de los hitos que marcó aquella centenaria exposición fue que por primera vez se presentaba el arte rupestre de toda la península, extendiendo el campo de interés hasta el arte levantino y esquemático. Para ello, Juan Cabré, uno de sus descubridores, elaboró frisos que representaban las figuras de los abrigos levantinos.

Valor universal

Desde entonces, los museos han seguido recorriendo el camino de la difusión del arte rupestre. A mediados del siglo XX, el MAN reforma su exposición permanente, retirando los lienzos de Mellado y Cabré y sustituyendo estos recursos por una nueva forma de ver el arte mucho más inmersiva. Fue entonces cuando se instaló la réplica del techo de Altamira en los jardines del museo. Y este camino, que iniciaron algunos pioneros a finales del siglo XIX, ha contribuido a que la UNESCO reconozca el valor universal de las primeras manifestaciones artísticas a través de sucesivas declaraciones de Patrimonio Mundial [1], con una larga relación de enclaves a lo largo del globo, que en España se concretan en cuatro.

Esta exposición ha sido organizada por el Museo Arqueológico Nacional (MAN), donde ya se pudo visitar, y Acción Cultural Española (AC/E), con la colaboración de Bolsas y Mercados Españoles (BME). Tras su paso por Cantabria viajará a Portugal.