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Galdós en el laberinto de España

Galdós es el gran cronista de Madrid, una ciudad que amó y conoció como nadie, cuya vida íntima y pública atraviesa las miles de páginas de sus libros; el escritor que ha pasado a la memoria de la capital como su habitante más ilustre y respetado.

Las fotografías muestran también la imagen cambiante de Galdós y de la ciudad que encontró en 1862, así como su desarrollo urbanístico a través de las postrimerías isabelinas, el reinado de Amadeo de Saboya, la Primera República, la Restauración y la Regencia.

La exposición dedica también un capítulo al retrato de los protagonistas de los más de 50 años que el escritor vivió en la capital: Isabel II, Amadeo I, Emilio Castelar, los generales Espartero, Cabrera, Serrano y Prim, la reina María Cristina, Alfonso XII, Alfonso III y escritores como Mesonero Romanos y Clarín, entre otros.

Incluye, además, una selección de los reportajes fotográficos que se le dedicaron en las publicaciones de la época, como La Ilustración Española y Americana, ABC, Blanco y Negro, El Fígaro, Por esos mundos, El Arte del Teatro, Nuevo Mundo, La Esfera, El País y Mundo Gráfico. También se presenta un audiovisual sobre el escritor realizado por la cineasta galdosista Arantxa Aguirre.

Este muestra ha sido organizada por la Comunidad de Madrid en colaboración con la Real Academia.

Folleto de la exposición PDF (2,2 Mb) [1]

Crónica luminosa

El comisario de la muestra, Publio López Mondéjar, recuerda que «Pérez Galdós no fue sólo el más alto narrador español desde Cervantes, el más popular y querido por sus lectores. Fue también un brillante periodista, colaborador de diversas publicaciones españolas y americanas; director del más importante diario de los días del reinado de Amadeo de Saboya; dibujante y pintor notable; crítico y cronista musical desde que llegó a Madrid, en 1862. Fue también un referente intelectual y moral, la persona sabia e indulgente, que nos dio a conocer las plurales tierras de España; un observador clarividente de las malandanzas históricas de nuestro país, no sólo de su tiempo, sino de los días más alejados de los confines de su propia memoria».

Amigo de músicos, actores, periodistas, editores, literatos, artistas y políticos, Galdós, recuerda el comisario, «frecuentó también la compañía de algunos de los fotógrafos que le retrataron a lo largo de más de medio siglo, como Franzen, Alfonso y Kâulak. Dada su poliédrica personalidad como novelista, dramaturgo de éxito y abanderado de las causas nobles de su tiempo, las cientos de fotografías que se han reunido constituyen en sí mismas una crónica luminosa de la vida del escritor y un documento gráfico inapreciable, que permite acercarse a la evolución de la fotografía española, desde la revolución del retrato, en los días isabelinos, hasta la hora de su muerte y su multitudinario entierro».