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Homenaje a Sotomayor 150 años después

La muestra, que cuenta también con la colaboración de Pedro José Martínez, conservador del Prado, incluye 101 piezas —76 pinturas y dibujos procedentes de más de 40 prestadores, pero también fotografías y documentos— y se estructura según un recorrido cronológico que da cuenta de la primera etapa del artista, la más diversa en sus planteamientos y sus temas, así como de los cuadros realizados en Chile a partir de 1908, el triunfo de los temas de costumbres y del retrato elegante en la segunda década del siglo, la profundización en ambos temas en la tercera, y su evolución en los años treinta y después de la Guerra Civil. Este recorrido se completa con parte del archivo del pintor, que ofrece la posibilidad de profundizar en su trayectoria tanto personal como artística.

En 2004, la publicación del catálogo razonado de Sotomayor, a cargo de la propia Fundación Barrié, permitió avanzar sustancialmente en el conocimiento del pintor. Esta exposición viene a culminar el empeño de la entidad en acercar al público la personalidad del artista a través de las obras de todos sus periodos creativos. Para Javier Barón, «aspira, una vez realizado el catálogo razonado, a mostrar de un modo cabal y lo más objetivo posible, mediante obras elocuentes, toda la trayectoria artística del pintor: desde los dibujos de los años noventa del siglo XIX, que corresponden a su formación, hasta las obras que realizó prácticamente al final de su vida, hacia 1950. Nos hemos detenido ahí porque las obras posteriores no aportaban mucho más respecto a las anteriores. A partir de todo ello, y con una ordenación cronológica que nos permite ofrecer una visión natural de su trayectoria, hemos conseguido, gracias a la variedad de prestadores, un resultado que refleja la calidad del pintor, una calidad que es necesario reconocer y poner claramente de manifiesto».

Javier Barón en la exposición Fernando Álvarez de Sotomayor en la Fundación Barrié.

Además, con esta muestra, la Fundación continúa su labor de difusión de la obra de los más destacados artistas gallegos, como ya hizo con Francisco Llorens. «Aunque solo sea por unos meses, esta exposición brinda la oportunidad excepcional de contemplar cómo las obras más representativas de Sotomayor dialogan en un mismo espacio con las de su buen amigo y colega Francisco Llorens, permitiéndonos apreciar con mayor claridad los vínculos entre dos trayectorias que tanto aportaron a la historia del arte gallego y español», afirma Carmen Arias, su directora.

Todas las facetas

La exposición permite apreciar los hilos conductores de su dedicación profesional, centrados sobre todo en dos temas: el cuadro de costumbres y el retrato. El cuadro de costumbres parte de los primeros ejemplos que pinta en Brujas, durante una estancia especialmente importante en 1902, en la que asimila profundamente la pintura del norte —en particular, la flamenca y la holandesa—, rasgo que se convertirá en una de las señas de identidad de su obra. Posteriormente, aborda este género en El Paular, pero a partir de 1906 se centra en Galicia, tema que mantendrá hasta el final de su trayectoria.

El otro hilo conductor es el retrato, género para el que, en palabras del comisario, «estaba extraordinariamente dotado. Poseía esa desenvoltura y esa difícil facilidad propias de los grandes pintores de la tradición española, como Velázquez, unidas a la elegancia de los maestros flamencos —especialmente Van Dyck— y de los británicos del siglo XVIII, que también le interesaban».

La muestra también ahonda en las relaciones de Sotomayor con Hispanoamérica a través de su magisterio en la Escuela de Arte de Chile; su trabajo en la organización de exposiciones, como la de Obras maestras del Museo del Prado en Ginebra en 1939 [1]; y su dedicación como subdirector (1918-1922) y director (1922-1931 y 1939-1960) del Museo del Prado, cargo que desempeñó durante treinta años, pero que no le impidió continuar trabajando en esas dos vertientes de su arte.

Poner en valor

Sotomayor perteneció a una promoción de artistas que obtuvo los mayores éxitos a partir de la obtención de la Beca de la Academia de España en Roma, justo en el cambio del siglo XIX al XX. Obtuvo ya en 1906 la Primera Medalla en la Exposición Nacional de Bellas Artes de Madrid y, al año siguiente, el mismo galardón en la Exposición de Bellas Artes en Barcelona. Participó en numerosas exposiciones internacionales celebradas en las dos primeras décadas del siglo, y también en las exposiciones de arte gallego organizadas a partir de 1912. Fue director de la Escuela de Arte de Santiago de Chile, del Museo del Prado y de la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando.

Durante las últimas décadas del siglo XX el progresivo reconocimiento en España de las corrientes relacionadas con la vanguardia hizo que su obra no fuera apreciada en la medida en que lo fue durante su vida. Como recuerda el comisario de la muestra: «Sotomayor, como otros pintores de su generación, quedó algo marginado, no solo por la crítica o los historiadores, sino también en el conocimiento del público. Esta recuperación era esencial, especialmente después de la gran exposición de la Dirección General de Bellas Artes de 1975. Han transcurrido ya cincuenta años y verdaderamente es el momento de valorar la calidad del pintor».