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‘Insolación’, entre la tradición y el conservadurismo

'Insolación'. Foto: Luis Malibrán. [1]

‘Insolación’. Foto: Luis Malibrán.

Con Insolación, Emilia Pardo Bazán no solo escribió una fenomenal historia de amor, sino una defensa del derecho a elegir de las mujeres. Lo hace en la persona de Francisca de Asís Taboada, marquesa viuda de Andrade, gallega como la propia autora y afincada en un Madrid de final de siglo donde las tradiciones y el conservadurismo de la aristocracia y la alta burguesía generan un clima asfixiante que acaba con los deseos e ilusiones de una dama todavía joven y atractiva que, de repente, asumirá la capacidad de pensar y decidir por su cuenta.

Asís, a la que da vida María Adánez, conoce a Diego Pacheco, interpretado por José Manuel Poga, un señorito andaluz con fama de conquistador, del que se enamora y por el que se plantea hacer lo incorrecto. Asís Taboada habita un entorno aparentemente ilustrado, donde la gente se reúne en salones y tertulias para departir, pero en el que aún no ha calado la idea de la igualdad entre hombres y mujeres. Así ocurre con el tercer vértice del triángulo, Gabriel Pardo (Chema León), hombre culto y reflexivo, aspirante a obtener en un futuro la mano de la marquesa. Completa el reparto Pepa Rus.

Evolución personal

'Insolación'. Foto: Luis Malibrán. [2]

‘Insolación’. Foto: Luis Malibrán.

Esa apuesta por la evolución personal y la transformación de un modelo de vida fue el motivo por el que la novela de Pardo Bazán supuso un gran escándalo en el momento de su publicación. «El discurso y las acciones de los protagonistas es en cierto modo revolucionario y no me extrañan las críticas machistas y el escándalo que produjo la publicación de esta novela. Emilia Pardo Bazán nos describe a Asís Taboada como una mujer que se revela como heroína posromántica, describiendo el amanecer de la pasión dentro de ella y siendo consecuente con lo que le despierta Pacheco», asegura el director.

La novela, publicada en 1889, llegó a considerarse pornográfica por parte de la crítica. Además, la autora dedicó la obra al coleccionista José Lázaro Galdiano, con el que mantuvo un breve romance en Barcelona, mientras tenía una relación semiclandestina con Benito Pérez Galdós, por lo que ha sido vista, en muchas ocasiones, como una transposición de la pasión que un año antes había tenido con Lázaro. La obra, que tiene rasgos de humor, cuenta con música original compuesta por Luis Miguel Cobo.