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«La buena y la mala arquitectura se pueden hacer por el mismo precio»

El nombre de Herreros resuena en estos momentos en el mundo de la arquitectura. Para su participación en la exposición ha presentado documentos que ilustran la concepción de su proyecto Ágora Bogotá. Este nuevo centro internacional de convenciones situado en la ciudad colombiana es una de las construcciones que está llevando a cabo su estudio.

Pero no es el único proyecto en el que está centrado. El madrileño se encuentra «terminando la construcción de un importante conjunto de parques metropolitanos en Panamá, rematando el proyecto de una manzana residencial en Casablanca, a punto de inaugurar una galería de arte en Bilbao…».

Recientemente ha publicado el libro Dialogue architecture, en el que documenta sus trabajos presentados a la XIII Bienal de Arquitectura de Venecia [1]. Para tan señalada ocasión ha seleccionado un compendio de formas, detalles constructivos y dinámicas de trabajo que aparentemente no guardan ninguna relación con los edificios a los que en realidad se vinculan.

Vista vespertina del exterior del Museo Munch de Herreros Arquitectos. Autor: AFL. [2]

Museo Munch

Uno de los principales motivos que mantiene su nombre ligado a la actualidad del mundo de la arquitectura es el diseño que realizó del Museo Munch de Oslo, uno de los edificios europeos del momento. Por fin, tras un año de retraso, el Ayuntamiento de la capital noruega le ha dado el visto bueno al arquitecto.

Su inauguración se prevé para 2017, cuando se cumple el 125 aniversario de El grito, la archiconocida pintura de Edvard Munch. El evento tendrá lugar en Navidad, lo que entusiasma a Herreros, quien piensa que la apertura será «como quien enciende una lámpara en la ciudad oscurecida».

Arte en crisis

La arquitectura es una de las disciplinas artísticas más afectadas por la deplorable situación económica en la que nos encontramos. Precisamente esta situación deja al descubierto los matices de este arte, su complejidad y riqueza. Herreros aboga por la elección de una arquitectura de calidad, estableciendo una línea entre lo que es arquitectura y lo que no lo es, ya que, afirma, «es la única actividad en la que la buena y la mala se pueden hacer por el mismo precio».

Así, el arquitecto aconseja acometer los trabajos con decisión. El coraje, piensa, es fundamental para buscar trabajo en el extranjero, y los trabajos en España requieren que los diseñadores tracen nuevos caminos por los que deambular, especialmente los más jóvenes: «Las nuevas generaciones están bien entrenadas y tendrán éxito si asumen que tienen que inventar su propio modelo profesional, que no es el del arquitecto tradicional».

Por ello, posicionándose en contra de las mentes simples que en tiempos de crisis recomiendan edificios guiados por la práctica y la eficiencia, Herreros propone tomar una deriva creativa y experimental.