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Biarnés, moda en la calle

La dedicación de Biarnés al ámbito de la moda fue una tarea intensa que comenzó en Barcelona y consolidó en Madrid, desde final de los años cincuenta hasta los primeros setenta, y que resume toda una época que capta sin afectaciones ni esteticismos. Cuando se introdujo en el mundo del glamur ya hacía tiempo que trabajaba como fotoperiodista, de hecho fue la primera mujer que se dedicaba a esta profesión en España, y también sería pionera en la fotografía de moda.

La fotógrafa abordó la moda con la misma proximidad y sinceridad que el resto de temas que documentaba y esta es una de sus principales aportaciones. En este ámbito, tan dado a la fantasía y la sofisticación, ella situó las modelos en la calle, con naturalidad, sin buscar escenarios fastuosos o extravagantes, ni tampoco evasiones estéticas, y captó como nadie en cada imagen la esencia de su tiempo.

Comisariada por Josep Casamartina, la exposición comienza con una selección de trajes de modistos con los que Biarnés colaboró o hizo reportajes en algún momento, como Asunción Bastida, Carmen Mir, Elio Berhanyer, Paco Rabanne, Mary Quant o Antonio Nieto, del que se expone el traje de novia que creó para la fotógrafa catalana y el de Karina para el Festival de Eurovisión de 1971. Junto a estos se incluye también un traje op art de Renoma, una boutique francesa que tuvo sucursal en Barcelona, y de la que Joana y su marido, el también fotoperiodista Jean Michel Bamberger, llegaron a ser socios.

El recorrido termina en Baleares, con la irrupción de la moda ad lib, influida por el movimiento hippy, que en el fondo marcaría el final de una época y el inicio de otra de la que Joana Biarnés tampoco sería ajena, ya que acabaría dejando su profesión para instalarse en Ibiza y abrir un restaurante.

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Del clasicismo al prêt-à-porter

Además de sus reportajes de actualidad, deportes y sociedad, Biarnés pudo continuar con profundidad su dedicación al mundo de la moda a partir del suplemento semanal del diario Pueblo. Para ello contó con la colaboración destacada de la periodista Rosana Ferrero. Joana se ocupaba del estilismo, de elegir las modelos y las temáticas de muchos de sus reportajes y editoriales, y consiguió a menudo marcar tendencia. De esta forma se convirtió en la cronista regular y sistemática de la evolución radical que se produjo en la indumentaria en eseos años, del clasicismo de la alta costura a la informalidad del prêt-à-porter.

La elegancia del sombrero

Publicado por Silvia en En Moda,Museos | Sin comentarios

Buen conocedor de los tocados históricos y populares, Cristobal Balenciaga (Guetaria, Guipúzcoa,  1895 – Jávea, Alicante, 1972) los actualizó y los puso de moda, siempre experimentando para crear nuevos modelos y estudiando los sombreros de múltiples culturas que reinterpretó en clave de modernidad.

Buscando crear un profundo impacto visual jugó con la armonía y contraste de los colores. De esta forma logró un estilo y una forma en sus diseños muy característicos, con volúmenes depurados, estilizados, creados mediante formas muy simples, casi abstractas, siendo en sí mismos auténticas esculturas. La suma de todos estos factores convierte a cada pieza en única, irrepetible y magnética.

Esta es la primera muestra internacional centrada en los sombreros y tocados que se crearon en los departamentos de sombrerería de la casa de alta costura en París y en Madrid desde finales de los años 30 hasta su cierre en 1968.

En concreto, en La elegancia del sombrero se muestran 87 sombreros, 78 de los cuales se presentan individualmente, nueve con un conjunto y un vestido con estola. Piezas únicas que permiten revelar ciertos aspectos desconocidos de su confección, tanto del trabajo en los talleres como de la posterior difusión, ambas labores fundamentalmente desempeñadas por mujeres.

Esta exposición ha sido comisariada por Igor Uria, conservador del Museo Cristóbal Balenciaga [3], y por Sílvia Ventosa, conservadora de tejidos e indumentaria del Museu del Disseny.

Glamour y audacia

Casquete, 1964-1965. Plumas de marabú sobre estructura en esparterina, con adorno frontal imitando pétalos de crisantemo. Etiqueta «BALENCIAGA», París Donación Silvia de Cuevas, 2000. CBM 2000.219.

En el mundo de la alta costura de mediados del siglo XX, los tocados aportaban glamour con un toque de audacia. Los sombreros fueron un elemento de uso cotidiano hasta la década de 1960, cuando en el contexto de los movimientos sociales que abogaban por el igualitarismo social y de género decayó su uso.

Prestigio

Las “Balenciagas”, tal y como denominaban algunos a las clientas del maestro, se sentían identificadas con la doctrina de la casa. Su estilo atemporal, con un progreso lento y calculado, siempre unos años por delante de la moda del momento, acentuaba los detalles que ensalzaban la distinción de las clientas.

Casquete, 1960. Raso de seda sobre esparterina. Etiqueta «EISA», Madrid. Donación Asociación Española de Productoras de Fibras Químicas, 1981. MTIB 109.620.

Tradición

Balenciaga utilizó fuentes diversas para sus tocados: los grandes sombreros de paja de culturas campesinas mediterráneas, las tradiciones propias de la cultura popular vasca, como las boinas, o las gorras de pescadores. Conocía bien la indumentaria religiosa, de la que reinterpretó las tocas de las monjas y los sombreros planos de grandes alas de los sacerdotes. Del mundo de los toros y de los majos tomó redes y tocados, tricornios y monteras, con un volumen posterior que recuerda la coleta del torero.

Exuberancia

Los sombreros de Balenciaga se distinguen por el uso novedoso y atrevido de materiales, colores y ornamentos, junto a una técnica artesanal extremadamente perfeccionista que se puede percibir claramente en el acabado de las obras, así como en un conocimiento exhaustivo de la anatomía de las clientas y de los tocados que mejor enmarcan un determinado rostro o, incluso, una expresión.

Elegancia

Pamela, febrero de 1957 (modelo 135). Organza de algodón sobre esparterina. Etiqueta «BALENCIAGA», París. Donación Asociación Española de Productoras de Fibras Químicas, 1981. MTIB 109.932.

El equilibrio entre el ala y la corona, entre sí y respecto al conjunto, es otro aspecto que refuerza la elegancia, al igual que la simetría en la colocación del tocado respecto a la línea de los ojos y a la de los hombros. Cada tipo de sombrero o tocado infiere directamente en la actitud y estilo de su portadora y su posición sobre la cabeza dependerá de la época.

 

 

 

 

Ana Locking, Premio Nacional de Moda

Publicado por Carlos en En Moda,Premios | Sin comentarios

Locking se interesó por la moda a temprana edad, al crecer entre patrones y tejidos en el taller de confección de su madre. Enfocó sus estudios superiores hacia las Bellas Artes, estudiando en la Universidad Complutense de Madrid, donde desarrolló su percepción visual del mundo y su pasión por la belleza y la creatividad.

En 1996 creó la marca Locking Shocking, que en 2008 se disolvió para convertirse en la firma que lleva su nombre. Su creación se define por la fusión de artesanía y experimentación, ligada a ideas conceptuales y una atención al detalle siempre con un sentido de la practicidad.

El concepto de cada una de sus colecciones es el encuentro entre su visión del arte contemporáneo, la cultura juvenil y las experiencias de su propia vida. Los materiales y telas son cuidadosamente seleccionados y hechos a medida para crear prendas con un énfasis en la sastrería de calidad. La yuxtaposición de detalles hechos a mano, calidad en los tejidos y vanguardia en el diseño son la clave de su identidad.

Jurado

El premio lo concede el Ministerio de Cultura y Deporte y está dotado con 30.000 euros. Su jurado ha estado presidido por María Dolores Jiménez-Blanco, directora general de Bellas Artes, y ha actuado como vicepresidenta Carmen Jiménez Sanz, subdirectora general de Museos Estatales. Además ha estado formado por los siguientes vocales: Adolfo Domínguez, Premio Nacional de Diseño de Moda 2019; Rafael Muñoz, responsable de contenidos de moda de RTVE digital; Miren Vives, directora del Museo Balenciaga; Nuria de Miguel, directora de la pasarela Mercedes-Benz Fashion Week Madrid; Pepa Bueno, directora ejecutiva de la Asociación de Creadores de Moda de España; Gervasio Pérez, director de moda Mujerhoy y Rodrigo de la Fuente, consejero técnico de la subdirección general de Registro y Documentación del Patrimonio Histórico.


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La pelirroja más ‘fashion’

Publicado por Carlos en En Biografía,Moda | Sin comentarios
Primera portada de Coddington para el 'Vogue' británico.
Primera portada de Coddington para el Vogue británico.

La anécdota la cuenta Coddington en sus Memorias y, aparte de ser reveladora de su acusada personalidad, resume lo que ha sido su vida profesional en el mundo de la revistas de moda. Pasó, casi de un día para otro, de posar para los mejores fotógrafos a imaginar las historias que esos mismos fotógrafos debían retratar. La misma mujer que ocupó portadas como modelo para la revista Vogue siguió ligada toda una vida a la centenaria publicación estadounidense como editora y finalmente como responsable creativa y mano derecha de la directora Anna Wintour. De la tirante y a la vez cómplice relación entre ambas hay unos cuantos momentos en el documental The September Issue, que narra cómo tomó forma el número –casi tres kilos de papel– más importante del año, en este caso el de 2007. En la película, Coddington se muestra tan libre y emocional, tan pelirroja también, que es uno de los grandes hallazgos de la cinta.

Retratada por Steven Maisel en 1992.
Retratada por Steven Maisel en 1992.

Nunca soñó con ser modelo ni escribir de moda pero le volvían loca las revistas y las fotos desde que cayó en sus manos en los años cincuenta un ejemplar del Vogue británico. Aquella niña que vivía en un hotel regentado por su familia al norte de Gales se dio cuenta enseguida de que le gustaba tanto Audrey Hepburn como los reportajes fotográficos en los que salía, tan ideal, la actriz de Vacaciones en Roma. Descubrió rápido que aquello iba de algo más que poner rumbo a algún lugar especial con unas cuantas modelos y un fotógrafo de renombre; que no basta, en sus palabras, “con agarrar un montón de ropa, meterlo en un avión y hacer unas fotos en una playa”. A demostrar que hacer eso bien requiere talento ha dedicado toda su vida profesional con la excepción de un tiempo breve colaborando con Calvin Klein.

Fotografía de Bruce Weber para 'Vogue'.
Fotografía de Bruce Weber para Vogue.

El próximo mes de abril cumplirá 80 años y puede presumir de contar a los nietos que no tiene mil y una batallitas sin necesidad de exagerarlas: desde maquillar a Carlos de Inglaterra el día en que le invistieron príncipe de Gales hasta huir de un Roman Polanski demasiado insistente en conocerla a fondo, pasando por dirigir la ya mítica sesión de fotos en la que Naomi Campbell y Mike Tyson decidieron improvisar ligeros de ropa varias posturas ante el objetivo de Bruce Weber y la satisfacción de cuantos pasaban en ese momento por el paseo marítimo de Atlantic City allá por el año 1989. De éstas hay unas cuantas en su libro de recuerdos, primorosamente editado por Turner y deliciosamente ilustrado por la propia Coddington.

Modistos, modelos…

Pese a haber tenido no pocas parejas, unos cuantos matrimonios y una trágica y peculiar familia, lo cierto es que los protagonistas de su libro son, como no podía ser de otra forma, diseñadores de moda, modelos, maquilladores, peluqueros, colegas de profesión y fotógrafos, muchos fotógrafos, algunos de los cuales figuran entre los grandes del siglo pasado. “Para mí”, escribe, “la emoción de mi trabajo es ver convertido en realidad un look que he creado en mi imaginación, y para eso hace falta un buen fotógrafo”.

Ilustración de Grace Coddington para su libro de Memorias.
Ilustración de Grace Coddington para su libro de memorias.

Así, por sus páginas desfilan las diosas del papel, las inevitables Diana Vreeland (“daba la impresión de que el mar se abría al paso de su figura angular, imponente, que parecía desfilar más que caminar, con todo su séquito del Vogue estadounidense detrás en fila”) o Anna Wintour (“cada vez me parece más un personaje imperturbable, con un control tipo el de Margaret Thatcher”); los modistos más mediáticos, los Yves Saint Laurent (“en los años setenta y ochenta esperábamos a ver qué había hecho para detectar en qué dirección iba la moda”), Karl Lagerfeld (“la antítesis de Saint Laurent”) o Calvin Klein (“con él descubrí que lo simple y lo discreto no equivalía a aburrido; se podía ser minimalista y chic. ¡Y cómodo!”); las supermodelos de los noventa (“supermodelo.. qué palabra tan fea pero en aquella época estridente a muchas de ellas les daba derecho a comportarse como unas crías mimadas”); y, por supuesto, multitud de fotógrafos, los citados Bruce Weber y Helmut Newton, pero también Norman Parkinson, Mario Testino, Tony Snowdon, Annie Leibovitz o Peter Lindbergh.

De casi todos ellos tiene una anécdota o un chisme contado siempre con esa libertad de quien está de vuelta de todo, aunque uno diría que esa libertad la maneja Coddington desde que tiene uso de razón. Cuando aún tenía que hacer reportajes con rostros mundialmente conocidos de la canción, la televisión o el cine, lamentaba públicamente la intrusión de famosas haciendo de modelos aunque las ventas le quitaran la razón y se la dieran a Anna Wintour. Confiesa que no sabía lo cascarrabias y protestona que es hasta que no se vio en The September Issue. Felizmente ese tono está en buena parte de sus memorias.

A su anciana edad sigue luciendo con orgullo su legendaria cabellera roja y no hay nadie como ella para desmitificar lo suyo: “¿La moda es arte? Yo creo que en ocasiones es muy creativa, pero no estoy segura de si la llamaría arte; tampoco creo que la fotografía de moda sea un arte porque, si lo fuera, probablemente no estaría cumpliendo su función”. Sobre lo que no tiene duda alguna es sobre la ínfima calidad de dos de las películas que han hecho sátira del mundillo de la moda, El diablo viste de Prada, de David Frankel, y unos años antes el Prêt-à-Porter, de Robert Altman.

Le disgusta profundamente la vertiente social de los desfiles (“a veces creo que soy la única que aún va por el placer de ver la ropa”), se siente más cómoda cuando la definen como estilista que como directora creativa y no se considera “nada fashionista”. Pero le guste o no, sigue siendo la pelirroja más fashion.

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Grace. Memorias [8]
Grace Coddington con Michael Roberts
Traductor: María Sierra
Editorial Turner
416 páginas
29,90 euros

David Delfín, entre la moda y el arte

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Diego David Domínguez González (Ronda, 1970 – Madrid, 2017), David Delfín, representó como ningún otro el surgir de una nueva generación de jóvenes creadores que llegaron con la entrada del milenio, y que concibieron la moda de una manera interdisciplinar.

David hizo de su proyecto DAVIDELFIN –fundado junto a los hermanos Gorka, Diego y Déborah Postigo, y su musa y amiga, Bimba Bosé– una plataforma colectiva en la que convivieron diferentes formas de expresión artística, como la fotografía, la performance, el vídeo, la música y la moda.

La exposición se articula en torno a su trayectoria, partiendo de Sans Titre (1999), su primera colección, no planteada como tal, sino como un ejercicio pictórico en busca de nuevos soportes, pasando por la polémica Cour des Miracles (primavera/verano 2003), muy criticada y que supuso un duro golpe al tiempo que un revulsivo que le animó a continuar defendiendo su universo creativo.

Pero se muestra el universo creativo de David Delfín más allá de la moda, a través de bocetos, escritos personales, materiales de trabajo, vídeos y fotografías de su archivo personal. Un homenaje precisamente en el año en el que cumpliría 50 años de vida y 20 años en activo como diseñador.

A la moda por la pintura

David Delfín llegó a la moda a través de la pintura. En 1999, tras varias exposiciones individuales y colectivas, y después de haber trabajado sobre papel, lienzo, madera o cartón, decidió utilizar prendas militares de segunda mano como nuevo soporte. Camisas, pantalones o cazadoras en las que encontraba una memoria, una huella, manchas de grasa, zurcidos o los nombres de las personas que los vistieron. Un homenaje al pensamiento, la vida y la obra del artista alemán Joseph Beuys, en el que incluía textos escritos con su mano izquierda, una tipografía personal que se convirtió en una seña de identidad de su trabajo.

La relación con las artes visuales fue una constante en su trayectoria, Magritte y Louise Bourgeois inspiraron algunas de sus colecciones, colaborando además con artistas como Alicia Framis y exponiendo en galerías como Helga de Alvear o Soledad Lorenzo y en el Centro de Arte Contemporáneo de Málaga.

'David Delfín'. Foto: Guillermo Gumiel.

‘David Delfín’. Foto: Guillermo Gumiel.

Fashion Art EU, moda y arte por y para Europa

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Proyecto del Fashion Art Institute [9], esta espectacular muestra ofrece un diálogo entre todos los países de la Unión utilizando como soporte escénico 28 vestidos-lienzo con diseños basados en las raíces culturales de cada una de sus naciones. Cada artista, hasta 28, uno por cada país (preBrexit), ha intervenido un traje inspirándose en los valores de la Unión.

Antes, Manuel Fernández (Barcelona, 1962), alma máter del proyecto, ha diseñado y confeccionado cada vestido en blanco tras intercambiar ideas con cada artista plástico participante para que la conexión entre ambas formas de expresión sea total.

A su vez, el resultado de ese trabajo conjunto, cada uno de esos extraordinarios vestidos-lienzo, ha sido fotografiado por Eugenio Recuenco [10] (Madrid, 1968), cuyas imágenes conforman una gran exposición que ya ha visitado varias ciudades del mundo y que ahora, para sobrellevar este confinamiento forzoso, ofrecemos en exclusiva a todos nuestros lectores por cortesía del Fashion Art Institute.

Sobre Fashion Art

De la mano de Manuel Fernández, Fashion Art nació en 1998 con el deseo de ofrecer a los artistas más sobresalientes del panorama pictórico internacional un soporte único sobre el que expresar su obra: un vestido-lienzo. Cada creador actúa interviniendo un vestido diferente, en blanco, creando una obra única. Fashion Art EU ha sido uno de sus últimos proyectos.

Balenciaga y la pintura española

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Las referencias al arte y la cultura española estuvieron siempre presentes en el trabajo de Cristóbal Balenciaga. Las líneas simples y minimalistas de los hábitos religiosos o el volumen arquitectónico de estos tejidos son una constante en muchas de sus piezas. El aire de la bata de cola de una bailaora flamenca que se deja ver en los volantes de algunos vestidos, los brillos del traje de luces de un torero trasladados con maestría al paillette bordado de una chaqueta bolero, o la estética de la indumentaria en la corte de los Austrias reflejada en las negras telas aterciopeladas adornadas con azabache de sus creaciones, son solo algunos ejemplos. Balenciaga revisaba continuamente la historia del arte y, con su fuerte personalidad y estilo, mantuvo esas influencias hasta en su periodo más vanguardista, recuperando hechuras históricas y reinterpretándolas de manera moderna.

La exposición, comisariada por Eloy Martínez de la Pera, cuenta con una cuidada selección de 55 cuadros procedentes de colecciones privadas españolas y museos nacionales, como el Prado o los de Bellas Artes de Sevilla, Valencia o Bilbao, así como con un conjunto de 90 piezas de indumentaria, algunas de ellas nunca antes expuestas, procedentes de instituciones nacionales e internacionales, especialmente del Museo Balenciaga de Guetaria, el Museo del Traje de Madrid o el Museu del Disseny de Barcelona, y de colecciones particulares.

El recorrido por las salas sigue un itinerario cronológico a través de las pinturas, a las que acompañan los vestidos vinculados a cada estilo o a cada pintor. Conexiones basadas en elementos conceptuales, en formas y volúmenes, en complicidades cromáticas, que dan lugar a un fascinante diálogo entre moda y pintura, entre la creatividad del genial modisto y sus fuentes de inspiración. Esta presentación permite, además, revisar el arte desde una mirada diferente, poniendo la atención sobre los pintores como creadores y transmisores de moda, y como maestros en la representación de telas, texturas, pliegues y volúmenes.

El espacio expositivo rinde homenaje al negro, uno de los colores fetiche del diseñador, y a su figura como “arquitecto de la alta costura”, denominación que se ha perpetuado hasta nuestros días por la importancia de la línea y de las formas puras en sus diseños, y por muchos de sus grandes hitos, como la línea barril, el semientallado, las faldas balón, la túnica, el vestido saco o el baby doll, para concluir a finales de los 60 en la abstracción.

“Un buen modisto debe ser arquitecto para los patrones, escultor para la forma, pintor para los dibujos, músico para la armonía y filósofo para la medida”

Cristóbal Balenciaga

Un momento clave

Cristóbal nació en Guetaria, hijo de José Balenciaga, pescador, y de Martina Eizaguirre, costurera. Siendo niño se inició en el oficio de la mano de su madre, que cosía para destacadas familias de la zona, entre ellos, los marqueses de Casa Torres, que pasaban los veranos en el Palacio Aldamar, también conocido como Vista Ona, hoy sede del museo dedicado al modisto.

Él mismo lo contaba así en una entrevista en ParisMatch en 1968: «Mi suerte fue que en este pequeño pueblo, Getaria, cercano a San Sebastián, se encontraba la residencia de verano de una gran dama, la marquesa de Casa Torres, la que sería bisabuela de la futura reina Fabiola. Yo no tenía más que ojos para ella cuando llegaba a misa el domingo, bajándose de su tílburi, con sus largos vestidos y sus sombrillas de encaje. Un día, reuniendo todo mi coraje, le pedí visitar sus armarios. Divertida, aceptó. Y así viví meses maravillosos: cada día después del colegio, trabajaba con las planchadoras de la marquesa en el último piso del palacio, acariciaba los encajes, examinaba cada pliegue, cada punto de todas estas obras maestras. Tenía 12 años cuando la marquesa me autorizó a hacerle un primer modelo. Podéis imaginar mi alegría cuando, al domingo siguiente, la amable dama llegó a la iglesia luciendo mi vestido. Así fue cómo hice mi primera entrada en la alta costura y en la alta sociedad».

En Vista Ona había cuadros de Velázquez, El Greco, Pantoja de la Cruz o Goya, entre otros maestros de la pintura española, y de su admiración por estos pintores comenzó a forjarse su particular imaginario estético.

Entre los siglos XVI y XVIII, muchas innovaciones técnicas y estilísticas en la indumentaria, como las medias de seda, la gola, el corsé o el jubón, surgieron en España. Los sastres españoles fueron famosos en aquella época por la precisión en el corte y la línea de sus trajes. En 1939, Balenciaga se inspiró directamente en Velázquez para el diseño de su vestido Infanta, una reinterpretación moderna de los trajes con los que el pintor retrató a la infanta Margarita de Austria y que el diseñador presentó ese mismo año en París.

Tres años antes, en 1936 y como consecuencia del estallido de la guerra, se había trasladado a la capital francesa. Se encontraba ya en una etapa de plena madurez creativa, tras haber fundado en las décadas anteriores establecimientos de moda en San Sebastián, Madrid y Barcelona y contar entre su clientela con la alta sociedad y la Familia Real españolas. En agosto de 1937 abrió su taller en la avenida George V. Las creaciones de Balenciaga en estos años estaban impregnadas del contexto cultural de su país, convirtiendo este periodo en todo un homenaje a la estética de ‘lo español’.

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Adiós a Elio Berhanyer

Publicado por Carlos en En In Memoriam,Moda | Sin comentarios

Fue galardonado en 2011 con el Premio Nacional de Diseño de Moda por, según el jurado, su «trayectoria de más de medio siglo tratando de embellecer lo cotidiano. Un diseñador hecho a sí mismo, trabajador incansable y autodidacta en el que destacan su pasión y entrega, su capacidad de innovación y su huella como referente de la moda española en el ámbito internacional».

Su creatividad se manifestaba también en un amplio abanico de expresiones culturales, especialmente en las artes escénicas, y en su vocación por transmitir el conocimiento y la experiencia a través de la enseñanza.

Características de su estilo han sido las líneas geométricas, los colores lisos y vivos, los cinturones anchos y los sombreros abombados tipo casco. Ha combinado la alta costura con el prêt-à-porter y con el diseño de uniformes para, por ejemplo, Iberia, la Copa Mundial de Fútbol de 1982 o RTVE.

Entre los numerosos galardones que recibió destacan el Premio al Mejor Diseñador del año Casa Cadillac (1960), la Medalla de Oro en Interstoff (1972), el Premio Eugenia de Montijo (1975), el Premio Galena, el Premio Nacional de Turismo (1979), el Premio Campioni, junto a Pierre Cardín y Courreges (1980), el Premio Nacional Cristóbal Balenciaga, la Medalla de Oro de las Bellas Artes en 2002 y el título de Doctor Honoris Causa por la Universidad de Harvard. En 2008, el Museo del Traje reconoció su amplia trayectoria con una retrospectiva.

Dibujar la moda

Publicado por Carlos en En Dibujo,Gratis,Ilustración,Moda,Museos | Sin comentarios

Gracias a la revolución digital y a las redes sociales, la ilustración de moda está viviendo un auge sin precedentes. Instagram ha sido crucial en el camino de muchos de los artistas que ahora se exponen.

Durante la que ya se considera su segunda Edad de Oro, es el momento de reivindicar la ilustración de moda como una forma de arte en sí misma. Una historia que empieza con la firma de maestros como Mats Gustafson, David Downton, Aurore de la Morinerie, François Berthoud, Jean-Philippe Delhomme, Unskilled Worker, Gill Button, Hiroshi Tanabe, Jason Brooks, Tanya Ling o Jordi Labanda, y que continúa con voces como Ricardo Fumanal, Richard Haines, Jowy Maasdamme o Richard Kilroy.

Laura Gulshani. Rafodalisque.

Laura Gulshani. Rafodalisque.

Más de la mitad de los artistas seleccionados son mujeres que están marcando el paso. Entre ellas, nombres como los de Blair Breitenstein, Laura Gulshani, Inés Maestre, Hellen Bullock, Amelie Hegardt, Cecilia Carlstedt o Rosie McGuinness.

Hoy, los dibujos de artistas de todas partes inundan las páginas de revistas como Vogue, Harper’s Bazaar o L’Officiel y de nuevos títulos como T Magazine, Visionaire o Dazed. «Las aguadas, la línea suelta o el collage vuelven a ser protagonistas como lo fueron en la primera Edad de Oro de la ilustración, entre las décadas de los años veinte y finales de los setenta del siglo XX. La vieja práctica que hicieron grande Gruau, Bouché, Eric o Blossac», explica Jesús Cano, comisario de la muestra.

Pero es en otro ecosistema –entre la dictadura de la fotografía y el narcisismo del selfie– donde han encontrado más eco los artistas ilustradores de moda: las redes sociales. Los likes los están haciendo universales. Las marcas han vuelto a confiar en ellos para firmar sus campañas como lo hicieron en el pasado Marcel Vertes, Kenneth Paul Block o Andy Warhol.

Es la radiografía del presente de una disciplina que, desde sus origenes, se traduce como el reflejo de la sociedad, con tantas sensibilidades y matices como personas la forman. La prenda deja de ser un producto comercial en estos dibujos para convertirse en un ente abstracto, apetecible e inspiracional, fiel a nuestro tiempo.

«Los 22 maestros contemporáneos de la ilustración de moda presentes aquí no comparten una técnica concreta o una característica en común. Unos utilizan el lápiz; otros, el pincel digital; otros, la acuarela, pero en todos los casos, el resultado es una imagen atrayente, elegante y única. En otras palabras: una fina estampa», apostilla el comisario.

La exposición forma parte del programa oficial de la segunda edición de Madrid Design Festival y cuenta con la colaboración de NH Collection Hotels.

Modus, a la manera de España

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La amplia selección de piezas permite expresar el concepto de lo español en la moda, articulando el discurso expositivo en torno a grandes ejes temáticos. El traje de corte y, de manera muy especial, el empleo del negro, son los protagonistas de una de estas áreas temáticas. El negro, color asociado al poderío de la monarquía de los Habsburgo y, sobre todo, de Felipe II, se impuso en todas las cortes europeas, retomándose después por diseñadores clásicos como Balenciaga y Fortuny y, más contemporáneos, como Amaya Arzuaga.

La influencia de la estética religiosa también está presente a través de la sobriedad y rectitud en líneas y volúmenes. Así se observa en las creaciones de Lemoniez o Devota & Lomba e iconográficamente en la pieza de Leandro Cano, que se convierte prácticamente en una talla religiosa de madera. Vemos también la tradición típica del bordado en forma de encajes y decoración floral. En este sentido destacan piezas de Pedro Rovira, Victorio y Lucchino o Juan Duyos.

Los regionalismos constituyen una parte importante de la muestra, no solo a través de piezas populares como el Traje de Vistas de La Alberca (Salamanca) sino también en creaciones contemporáneas de Delpozo, Miguel Adrover y Manémané.

También destaca el mundo andaluz, estereotipado a través del uso de faralaes o lunares, como apuntan los diseños de Paco Rabanne, David Delfín o Manuel Pertegaz, o la estética de la tauromaquia, apreciable en las creaciones de Sybilla, Lorenzo Caprile y Juan Vidal.

Además, la muestra incluye una pincelada de la influencia de lo español a nivel internacional, a través de piezas de Givenchy, Dries Van Noten o John Galliano y Lanvin, que se han visto seducidos por nuestra cultura y la particular estética que se ha plasmado en sus creaciones.

Modus. A la manera de España forma parte de una línea de trabajo que la Comunidad de Madrid que tiene como objetivo divulgar la moda española como expresión artística y activo cultural. En este sentido, la Sala Canal de Isabel II ha dedicado sendas muestras a dos maestros de la moda española, Jesús del Pozo y Manuel Pertegaz, que consiguieron un gran éxito de público.

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Miguel Adrover, Premio Nacional de Moda

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El galardón, dotado con 30.000 euros, reconoce a un creador o a un colectivo susceptible de ser considerado como creador, por su obra hecha pública o realizada el año anterior. También, en casos debidamente motivados, como reconocimiento a una trayectoria profesional. Para la concesión del premio se tiene en cuenta la calidad de las obras o actividades reconocidas; su carácter innovador y su significación como aportación sobresaliente a la vida cultural y artística española.

Nacido en Mallorca en 1965. Miguel Adrover vivió en Londres y a principios de los años noventa se mudó a Nueva York, donde empezó a diseñar con prendas recicladas. Algunos de sus primeros diseños, que alcanzaron gran fama, fueron los vestidos a base de piezas de Burberry y reinterpretaciones de bolsos de Louis Vuitton.

Su estilo de deconstrucción autodidacta se convirtió en diseño de vanguardia, donde prevalecían los volúmenes con fuerte contenido y alegorías sobre la industria de la moda, y un nuevo concepto artístico donde tenía cabida la segunda vida de las prendas.

En 1995 abrió la tienda Horn junto a su socio Douglas Hobbs, que le permitió presentar todo tipo de propuestas, entre las que se encontraban las creaciones de un joven Alexander McQueen. En 1999 presentó su primera colección “Manaus-Chiapas-NYC” y, poco después, “Midtown”, alabadas por la crítica, lo que le permitió contar con el respaldo de Pegasus Apparel Group.

A principios de 2000 recibió el prestigioso Premio Perry Ellis al mejor diseñador emergente. Sin embargo, al año siguiente presentó “Utopía”, una colección basada en la sociedad y cultura de los países islámicos que no contó con el apoyo de la crítica y propició el alejamiento de Adrover del mundo de la moda.

El diseñador se mudó a Egipto y en 2004 volvió a su Mallorca natal donde fundó un bar mientras seguía trabajando en su taller. Poco tiempo después inició una colaboración con la marca alemana de ropa ecológica Hess Nature que perduró hasta 2013. En 2010 presentó una nueva colección en el marco de la Semana de la Moda de Nueva York.

El jurado de este premio ha estado presidido por Román Fernández-Baca, director general de Bellas Artes y ha ejercido como vicepresidenta Begoña Torres, subdirectora general de Promoción de las Bellas Artes. Han asistido los siguientes vocales: Agatha Ruiz de la Prada, Premio Nacional de Diseño de Moda 2017; Ana García-Siñeriz, directora de Condé Nast College; Juan Gutiérrez, conservador de Moda Contemporánea. Museo del Traje; Charo Mora, especialista en cultura de moda; Lucas Arraut, director de la revista Icon y Carmen Melgar, periodista y docente especializada en moda, análisis de tendencias y cultura de moda contemporánea.

El ADN de Manolo Blahnik

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La muestra, comisariada por Cristina Carrillo de Albornoz, pretende ser un reflejo de la obra de Blahnik, capturando el ‘ADN de su diseño’ a través de sus obsesiones e inspiraciones: la arquitectura, el arte, la botánica, la literatura, el cine, el siglo XVIII, Italia, Rusia y otras influencias.

“A la hora de crear un zapato –explica Blahnik– siempre tengo en cuenta tres cosas que para mí son fundamentales: su construcción, su diseño y la fusión de materiales. Lo que me interesa de mis modelos es que estén bien hechos y que tengan una personalidad propia, que los reconozcas en cuanto los veas”.

Según la comisaria de la exposición, “Manolo es una persona con una mente activa, incansable e increíblemente visual y creativo. Sus zapatos son fruto de sus pasiones y su amor por la vida; ellos son eco de su complejo universo interno que va más allá de los convencionalismos por lo que el resultado es simplemente excelente”.

Nueve secciones, una vida

La exposición, realizada en colaboración con Vogue España, está dividida en nueve secciones en las que se hace un repaso de los temas constantes en la trayectoria de Manolo Blahnik.

  • Manolo y su taller. Una selección de zapatos que muestran la riqueza y la variedad en el uso de materiales (encajes, bordados, terciopelo, satén, etc.) que hacen que sus zapatos sean únicos.
  • El vínculo con el arte y la arquitectura, que le han ayudado a hacer no solo zapatos sino también verdaderas obras maestras de las artes aplicadas.
  • Botánica representa el amor inmenso del diseñador por la naturaleza que ha estado presente desde su primera colección hasta la actualidad.
  • Influencias geográficas, ya que muchos de sus zapatos fueron creados bajo la inspiración de España, Italia, África, Rusia, Inglaterra y Japón.
  • Marie Antoinette está compuesta por 11 pares de zapatos que creó en 2006 para la película de Sofia Coppola.
  • Bajo la luna se centra en zapatos creados bajo la influencia de su España natal e inspirados en escritores, pintores y arquitectos españoles de fama internacional, pero también en los trajes, las batas de cola, el movimiento de los bailaores de flamenco o las canciones populares, entre otros.
  • Obsesión exhibe su lado más creativo e imaginativo. Este proceso se guía en muchas ocasiones por obsesiones muy concretas nacidas de su pasión por la literatura, el cine o la historia, pero también aquí plasma de forma especial su eterna admiración por el universo femenino a través de las mujeres que le han apoyado e inspirado a lo largo de su carrera.
  • Gala presenta la originalidad de la creatividad de Blahnik y su amor por las formas y construcciones atrevidas. Son zapatos de noche realizados en seda, otomán y raso, adornados con cristales, abalorios y perlas.
  • Vogue muestra una selección de fotografías de los archivos de Condé Nast, realizadas por los mejores fotógrafos del mundo. Todas ellas recogen su obra y la sitúan en diferentes épocas de la historia de la revista.

Sorolla y la moda

Publicado por sonia en En Moda,Museos,Pintura | 1 Comment

Hasta el 27 de mayo, el Museo Thyssen-Bornemisza acoge, en colaboración con el Museo Sorolla, una exposición dedicada a la influencia de la moda en la obra del pintor valenciano que puede verse en ambas sedes. Comisariada por Eloy Martínez de la Pera, ‘Sorolla y la moda’ reúne en torno a setenta pinturas procedentes de museos y colecciones privadas nacionales e internacionales, algunas de ellas nunca expuestas públicamente, junto a una selección de complementos y vestidos de la época.

Los referentes sociales de Sorolla –nacido en el seno de una familia humilde dedicada a la venta de tejidos– y de su mujer, Clotilde García del Castillo, –nacida en un entorno burgués y acomodado, fruto de la situación social alcanzada por la fama de su padre, el fotógrafo Antonio García Peris–, son decisivos para valorar la evolución e importancia que adquiere la imagen en el entorno de la familia Sorolla, estableciéndose un claro paralelismo entre su ascenso social y económico y su interés por la moda y la indumentaria.

Su actividad como retratista de sociedad no fue lo único que le hizo dirigir la mirada hacia la vestimenta, sino también su afán observador y su genuino interés por todo lo que le rodeaba. En este sentido, su figura se asocia a la imagen de modernidad establecida por Baudelaire en El pintor de la vida moderna, el artista como “observador, flâneur, filósofo…” y hombre de mundo.

La exposición se centra particularmente en los retratos femeninos pintados por el artista entre 1890 y 1920, que dialogan en las salas con vestidos y complementos de finales del siglo XIX y comienzos del XX.

Cada museo ofrece una selección de piezas y obras, por lo que para tener una visión completa y enriquecedora de la exposición su comisario recomienda visitar ambas sedes.

Un Balenciaga de cine

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Cristóbal Balenciaga (Guetaria, 1895 – Jávea, 1972) marcó con su estilo y personalidad cuatro décadas de la moda, hasta su retiro en 1968. De carácter silencioso e introspectivo, la elegancia con la que supo envolver sus diseños es todavía hoy un reflejo de su personalidad.

Amigo de artistas de la talla de Chillida, Miró, Braque o Jean Cocteau, se dejó seducir por el mundo del cine. Desde su llegada a París en 1937 participó en una treintena de películas en las que vistió a las más grandes estrellas de la pantalla.

Directores como Luis César Amadori, Alfred Hitchcock, Anatole Litvak, Marcel Carné o el propio Cocteau, entre otros, contarán con él para el vestuario de sus filmes. La exposición Un sueño de Balenciaga, el cine, repasa cronológicamente esa colaboración a lo largo de toda su carrera. Esta exposición muestra piezas únicas realizadas en los talleres de París y Madrid, y complementa una parte desconocida de su trabajo, que es hasta la fecha inédito.

Pedro Usabiaga, comisario de la exposición, es uno de los fotógrafos de moda y cine más reconocidos del panorama nacional. La exposición se complementa con actividades didácticas dirigidas a los alumnos de educación primaria y patrocinadas por Torrevillage ZIR, y por conferencias en torno a Balenciga, la moda y el cine, la primera de las cuales la impartirá el propio Usabiaga este jueves, 19 de octubre.

Recordando a Pertegaz

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Comisariada por Amalia Descalzo y Raúl Marina, con esta exposición se quiere rendir homenaje a uno de los creadores esenciales de la moda española a través de amplia selección de piezas cedidas para la ocasión por Pertegaz Studio, pero también por coleccionistas privados y por instituciones como el Museo del Traje CIPE o el Centro de Documentación y Museo Textil de Tarrasa.

Las piezas, distribuidas en cada una de las plantas de la sala, ofrecen al visitante un mayor conocimiento del estilo y de la obra de Pertergaz. La planta baja da la bienvenida con obras icónicas y representativas de su carrera, mientras que en las plantas primera y segunda conviven alta costura y prêt-a-porter siguiendo el orden, según la ocasión y función, establecido en las casas de costura: vestidos de fiesta, de cóctel, de día. Por último, en la planta tercera se mostrará la creatividad del maestro en los trajes de novia, desde el más convencional al más extraordinario.

‘Manuel Pertegaz’. Foto: D. Sinova.La muestra se complementa con un vídeo en el que los diseños de Pertegaz toman vida a través de la figura de la modelo Vanesa Lorenzo. Un fashion film realizado por el artista Eugenio Recuenco, quien, además, es el autor de las fotos del catálogo.

También se ha preparado un programa de actividades que ayudarán a profundizar en la figura y la obra de Pertegaz. Entre ellas destacan, junto a las visitas guiadas, los Encuentros en Canal, en los que diferentes especialistas vinculados a la moda analizarán la exposición y la obra del diseñador.

Vocación temprana

Pertegaz fue un diseñador de vocación temprana, aclamado en todo el mundo por su buena factura y la sofisticación de su aguja, siendo uno de los primeros españoles en hacer una entrada triunfal en el mercado estadounidense. No solo vistió a las grandes damas de la época con sus diseños, sino que, además, con ello engalanó la historia, la política y la vida de la alta sociedad durante cuatro décadas.

El modisto –que rechazó París, la casa Dior, por una apuesta propia– siendo fiel a su estilo delicado, armonioso y elegante se encumbró como uno de los grandes junto a figuras como Balenciaga, dejando un gran legado de piezas realizadas artesanalmente que piensan el pasado pero adelantan volúmenes actuales.