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La risa inteligente de Jardiel

Juan Manuel Bonet considera que «Jardiel está en el imaginario de varias generaciones de españoles, y hoy sigue muy vivo». El director del Cervantes elogia su dominio de la parodia, la imitación y el chiste, todo ello trufado de un humor inspirado en el padre de las vanguardias españolas, Ramón Gómez de la Serna, quien también tuvo como discípulos a nombres de la talla de Miguel Mihura, Edgar Neville, Tono o Antonio Robles.

Pese a su éxito de público, Jardiel «sufrió la derrota de los vencedores que se quedaron en España», destaca Bonet. En esta línea coincidieron el nieto del escritor y el comisario. Enrique Gallud Jardiel recuerda que su abuelo murió a los 51 años en la más absoluta miseria, sin ninguna ayuda y mal visto por todos. «Para el régimen de Franco fue un rojo; para la Iglesia, un ateo». Aunque su obra gustaba fue despreciada por los críticos, que seguían las directrices del régimen. «Se le relega y se le evita» porque no se entienden sus innovaciones ni se acepta su espíritu rompedor y crítico.

La exposición del Cervantes coincide con una revalorización de Jardiel: en los últimos años han aparecido varios libros con material inédito (cuentos, artículos, poesías) que poseen los herederos, se ha filmado una película, representado cuatro de sus obras teatrales, publicado dos biografías… En definitiva, «los jardielistas están contentos», agrega para puntualizar que su abuelo «no escribió literatura costumbrista, sino cosmopolita y atemporal». Niega además la supuesta misoginia del autor de Eloísa está debajo de un almendro. «Amaba a las mujeres», sentencia.

Un híbrido que se retroalimenta

Sergio Muro, uno de los dos comisarios, insiste en el carácter pionero de quien fue un gran renovador del humor y del teatro. Su obra es un híbrido que se retroalimenta, al estilo de los grandes humanistas, porque el autor acometía personalmente casi todas las facetas de su trabajo. Si escribía una obra teatral, se ocupaba del montaje, el atrezo, la música, etc.; si escribía una novela con dibujos, él mismo hacía las ilustraciones… Le gustaba trabajar así, siguiendo el consejo de Charles Chaplin, con quien trabó cierta amistad en Hollywood, donde trabajó dos años: si haces una película, tú mismo debes escribir el guion, supervisar la producción, dirigirla y montarla.

La exposición del Instituto Cervantes invita a redescubrir la obra del autor madrileño a la luz del presente cultural. Se muestran alrededor de 150 piezas, entre ellas manuscritos originales, primeras ediciones, revistas, cortometrajes, películas, dibujos y cartas, así como sus iniciativas como empresario, director e inventor. Se reproducen tiras cómicas, carteles y documentación de sus actividades artísticas y literarias.

El recorrido comienza con un amplio estudio sobre su persona: orígenes familiares, vínculos con Aragón, formación cultural, inicios como escritor, vida familiar y sentimental, viajes a Estados Unidos, rutina creativa o la Guerra Civil, hasta el relato de su enfermedad y miseria. El segundo bloque se dedica a la obra del creador madrileño, hábitos de trabajo y proceso creativo. El tercero se centra en su imagen de visionario ecléctico y su carácter emprendedor.

Se incluye la primera película en verso del cine español, Angelina o el honor de un brigadier (1935), los Celuloides rancios que realizó en París superponiendo diálogos cómicos a películas mudas (algo impensable en aquella época) o los bocetos de un nuevo modelo de teatro que el propio Jardiel diseñó. La muestra se completa con algunas de sus películas y el documental de RTVE Inverosímil Jardiel Poncela.

Organizada por el Instituto Cervantes y el Ayuntamiento de Zaragoza con el patrocinio de la Fundación Repsol, La risa inteligente ha sido posible gracias a la cesión del legado de la familia del autor y a la colaboración de entidades e instituciones como La 2, la Biblioteca Nacional, la editorial Doce Robles y el Ayuntamiento de Quinto de Ebro (Zaragoza).

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