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El CAC muestra la última década de Erwin Olaf

A medio camino entre el fotoperiodismo y la fotografía de estudio, en los que destacan trabajos publicitarios para conocidas marcas, el artista recrea situaciones en las que cuestiona los sentimientos del espectador con una cuidada escenografía, que mezcla realidad y ficción, y una vuelta a los orígenes con una mínima intervención del retoque.

“La fotografía moderna no acaba de interesarme y creo que será así hasta que me muera; puede que esté celoso de la pintura, pero no podría pintar», explica Olaf sobre su trabajo. En Celda de Emociones se pueden ver los trabajos de la última década del artista holandés agrupados en series. En ellas aborda desde su punto de vista los problemas sociales actuales, tabúes y convencionalismos, pero con una escenografía y una puesta en escena cuidada hasta el mínimo detalle. En sus recreaciones, el espectador duda sobre lo que está viendo, ya que lleva al límite sus propias fantasías, incluso convirtiendo algunas de ellas en pesadillas.

Las emociones

El artista logra que se perciban las emociones de sus personajes, como la angustia de la espera de la serie Hope (2005), que recrea el instante inmediato a que suceda algo en ambiente cotidianos y en la que habla de la soledad e incomunicación; o el dolor en los protagonistas de la serie Grief (2007), que muestra el malestar que se vivió en la sociedad estadounidense tras el asesinato de Kennedy.

Entre sus obras más provocadoras y que suscita más inquietud en el espectador están las de la serie Keyhole (2011), en la que sitúa al espectador detrás de una cerradura y le invita a que vea qué se esconde tras ella. La vergüenza y los prejuicios del visitante quedan al descubierto cuando cae en la cuenta sobre lo que es capaz de pensar tras realizar este ejercicio.

La preocupación por la estética, lo superfluo y el consumismo están presentes en Le Dernier Cri (2006). Estancias y objetos perfectamente alineados y combinados, personas que han llevado el gusto por la estética hasta el extremo, hasta deformar sus propios cuerpos. En Berlin (2012), Olaf capta la decadencia de una ciudad prebélica, ya que está ambientada en los años 20.