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‘Los Gondra’, historias familiares con un frontón de fondo

El texto de Ortiz de Gondra cuenta con un componente autobiográfico, ya que parte de su propia familia y lleva a escena los interrogantes a los que el autor ha intentado responder durante décadas. «¿Por qué escondían los abuelos una cesta de pelotari rota en un armario que había venido de Cuba en el siglo XIX? ¿Por qué nadie quiso hablar de la carta recibida en 1985? ¿Por qué faltaban en el álbum familiar algunas fotografías de la romería de 1940? ¿Era cierto que don Alberto había dejado en 1898 una novela que nadie encontró? ¿Qué había pasado realmente la noche del 30 de abril de 1874 en el caserío Gondra entre los dos hermanos?».

Cada una de sus preguntas enlazaba con otra nueva, que a su vez estaba conectada con una generación anterior. En palabras del dramaturgo, «el odio y la culpa se repetían cíclicamente, pero también la posibilidad de perdón y el olvido. Alguien tenía que irse y alguien trataba de volver. Alguien hablaba la lengua que los otros no querían escuchar. Alguien decidía cual debía ser el relato y quién estaba condenado al silencio».

De esta manera pone ante el espectador la historia de los últimos cien años de una familia vasca marcada por secretos que nadie desvelaba. «Quizás haya llegado el tiempo de contar una saga recorrida por medias verdades, fortunas no siempre claras y al fondo, un frontón», concluye Ortiz de Gondra. Y es que la trama se desarrolla con un frontón como telón de fondo, con un elenco formado por Marcial Álvarez, Sonsoles Benedicto, María Hervás, Iker Lastra, Juan Pastor Millet, Francisco Ortiz, Pepa Pedroche, Victoria Salvador, Cecilia Solaguren y José Tomé.

Como asegura Josep Maria Mestres, «Borja sabe construir unos personajes que le son muy cercanos y a la vez recrear entidades absolutamente ajenas a su realidad. Siempre con delicadeza. No hay ningún atisbo de acritud en este ajuste de cuentas del autor para con los suyos. Borja siempre se acerca a su mundo desde el más profundo respeto y comprensión. La mirada es crítica, sí, pero nunca estamos lejos de una declaración de amor».