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Marc Quinn, violencia y serenidad

Quinn se dio a conocer como uno de los componentes de los Young British Artists (YBA’s). Sus esculturas, tapices, instalaciones y pinturas reflejan términos antagónicos y exploran la relación del arte y la ciencia, el cuerpo humano y la percepción de belleza, la muerte y el origen de la vida. Además, sus obras destacan por la utilización de una gran variedad de materiales y técnicas.

Violence and Serenity gira en torno a un nuevo conjunto de obras titulado The Toxic Sublime, en las que aparecen paisajes distorsionados que desdibujan los límites entre la pintura y la escultura. En ellas, Quinn emplea un método de trabajo contradictorio en el que aplica la imagen de un amanecer hermoso sobre una lámina de aluminio, y la somete a un proceso de desintegración, alteración y decadencia mediante una capa de pintura pulverizada que más tarde lija de forma repetida.

Durante este largo proceso añade a su composición elementos del mundo urbano, como cadenas o tapas de alcantarilla, que coloca bajo la obra durante el lijado para que sus contornos sobresalgan en la imagen. Además amplifica los agujeros, las líneas y las estrías de la superficie de la obra mediante un proceso de curvado y plegado del aluminio. Como resultado, las pinturas mantienen los elementos de un paisaje terrestre o marítimo, y, sin embargo, poseen la presencia física de la escultura.

Lienzos fotográficos

En las series The Creation of History e History Painting, formadas por óleos sobre lienzo y tapices Jacquard, Quinn retorna a una forma de arte antigua: la pintura de historia, la cual trae hasta el presente, centrada en la manera en la que las personas responden de forma subjetiva ante los eventos contemporáneos y al modo en el que se crea la memoria colectiva teniendo en cuenta el pasado histórico.

En estas obras ha seleccionado imágenes conocidas de conflictos recientes tomadas de los medios: alborotadores enmascarados en Estambul, manifestantes en Río de Janeiro y participantes en las protestas contra las medidas de austeridad en Grecia; y vuelve a pintarlas en lienzos de gran formato. El artista pone el foco en los individuos y los singulariza con salpicaduras de color que, al mismo tiempo, velan y agudizan la tensión de cada imagen.

El artista reflexiona en ellas sobre la naturaleza invasora e indiscreta de los medios, a pesar de que siguen siendo retratos íntimos de personas que se encuentran activamente atrapadas en la historia. Los tapices de Quinn son manifestaciones literales de la noción de historia y versiones analógicas actuales de las imágenes pixeladas de los medios.

El gran hermano

En las pinturas de la serie Labyrinth y en las obras de iris, el artista reflexiona sobre las ideas de identidad y control, agresión y rendición. En Labyrinth Painting (MQ 300 CR) (2012) incorpora una forma de identificación, la huella dactilar, en óleos ovalados monocromáticos que poseen una superficie escultórica. En las pinturas y esculturas de iris se puede ver un iris humano que se transforma en un mapa microscópico de la identidad del individuo. Estas series apuntan al poder enigmático del «gran hermano», o lo que el artista ha descrito como una «visión mediática paranoica durante las 24 horas».

Quinn continúa con el tema de la cartografía en la obra Towards a New Geography (Orebody) (2014), que presenta un mundo cuyo mapa es una simple metáfora de algo que fluye y evoluciona constantemente. La obra Self Portrait after Zurbarán (The Shadow) (2014) forma parte de una serie de pinturas al óleo sobre lienzo en las que el artista se representa a sí mismo con diversos atuendos urbanos, tanto con sus propios ojos como con los ojos de otros.

Mortalidad

Por otro lado, la reciente serie de esculturas de hormigón de Quinn, de la que forman parte Id (2012), Zombie Boy (City) (2011) y The Beauty of Healing (2014), representa a personajes contemporáneos antisistema, como alborotadores enmascarados, encapuchados o nómadas tatuados. En Life Breathes the Breath (Inspiration) (2012), el artista se representa como una figura semejante a la imagen de un Buda, sentado en el suelo con las piernas cruzadas, vestido con atuendos propios de la juventud urbana contemplando una calavera, como si estuviese mirando directamente al abismo de su propia mortalidad.

Las ideas de mortalidad, carne y muerte, así como la cuestión de la naturaleza muerta, tienen continuidad tanto en la serie Flesh Painting como en las nuevas esculturas talladas a partir de distintos tipos de piedras preciosas. En estas obras, la carne de animal está pintada en primer plano, creando obras puramente abstractas que enfatizan la belleza de la naturaleza al mismo tiempo que confrontan al espectador con sus propios temores y la repulsión hacia la muerte.

Sobre el artista

Marc Quinn estudió Historia del Arte en el Robinson College en Cambrigde. Trabajó como asistente para el escultor Barry Flanagan. Empezó a darse a conocer en la década de los 90. En la actualidad es uno de los artistas más importantes de su generación. Su trabajo explora la relación entre arte y ciencia, el cuerpo humano y la percepción de la belleza, entre otros temas. En 1991 saltó a la fama con su escultura Self (1991), realizada a partir de un molde de su cabeza hecho con su propia sangre congelada.