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Fortuny, últimos días de una antológica irrepetible

Es la primera vez que el Prado aborda una antológica de este destacado pintor (que ocupa las dos salas más importantes de su ampliación), buena parte de cuyas obras maestras conserva gracias a los legados de Ramón de Errazu y de Mariano Fortuny y Madrazo, hijo del pintor, y a compras realizadas por el propio Museo.

Como en otras exposiciones monográficas que ha realizado la pinacoteca, se presenta una revisión de su mejor aportación que incluye 169 obras. Mariano Fortuny fue un verdadero renovador en todas las parcelas del arte que cultivó. En la pintura al óleo, su técnica precisa, colorista y brillante le permitió una nueva aproximación al natural, especialmente en la captación de la luz. En ello influyó su dominio de la acuarela, que le consagró como el gran impulsor de esta técnica en su tiempo.

La práctica asidua del dibujo, rápido y nervioso, es el fundamento de su capacidad para reflejar los distintos aspectos de la realidad. El cultivo del aguafuerte con una calidad extraordinaria emancipó en España al grabado de su función de servir a la reproducción de cuadros y situó a Fortuny entre los grandes artistas de su tiempo. Finalmente, su pasión coleccionista le llevó a reunir en su atelier un gran número de obras de arte y antigüedades, muchas de las cuales figuran hoy en destacados museos.

Así, la exposición, comisariada por Javier Barón, jefe de Conservación de Pintura del siglo XIX del Prado, incluye todos estos aspectos de la creación de Fortuny y, como novedad importante, su faceta como destacado coleccionista de antigüedades, que está en íntima relación con la búsqueda de las calidades, el color y la luz, en su pintura. Todas las obras se han elegido cuidadosamente en función de su calidad y significación.

Para ello se ha contado, además de con treinta obras de los propios fondos del Prado, con la colaboración desinteresada de grandes colecciones y museos de todo el mundo y con la contribución especial del Museo Fortuny de Venecia, que presta más de 30 obras, bastantes de ellas virtualmente inéditas, así como del Museu Nacional d’Art de Catalunya.

Junto a obras de las colecciones del Museo, como Los hijos del pintor en el salón japonés, [1] pueden disfrutarse otras que en raras ocasiones han salido de sus lugares de procedencia como La vicaría (MNAC) o La elección de la modelo (National Gallery de Washington).

En total, 67 de estas obras no habían sido nunca expuestas fuera de sus colecciones y museos de procedencia, siendo 12 de ellas totalmente inéditas. Además, en el catálogo se reproducen casi 400 imágenes, 70 de ellas por vez primera.

La gran escuela española

Aunque la figura de Fortuny ha sido celebrada desde antiguo por parte de la bibliografía especializada y a través de las numerosas exposiciones e iniciativas de diversa calidad e interés que se le han dedicado en las últimas décadas, su talla como artista y su profundo arraigo con la más genuina tradición de la gran escuela española argumentan la atención del Prado hacia este gran maestro con la misma ambición y envergadura que viene dedicando a los pintores más sobresalientes que integran sus colecciones.

Obras en el Prado