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Mathias Goeritz, el retorno de la serpiente

La muestra incluye una selección de más de doscientas obras, entre dibujos, bocetos, maquetas, fotografías, esculturas y cuadros sobre tabla. Su naturaleza revela el carácter experimental, analítico e incluso lúdico de la producción de Goeritz, la cual queda vertebrada por la persistencia de un tema y motivo. Como explica Francisco Reyes Palma, comisario de la muestra, «no es una retrospectiva como tal, ya que en esta exposición hay una conceptualización del tiempo histórico con espacios en el tiempo para repensar».

A lo largo de cuatro décadas, en su producción, tanto teórica como práctica, converge la utopía racional con el neoprimitivismo, factores que derivan de su propia biografía: el periplo por distintas ciudades de Europa y del norte de África (1948), su estancia en España y su participación en los prolegómenos de la Primera Semana de Arte en Santillana del Mar (septiembre de 1949), así como el contacto con la cultura mexicana.

Eje y fundamento

La muestra toma el principio de la “arquitectura emocional” como el asunto sobre el que se construye y articula el discurso expositivo. Formulado por Goeritz en 1954, este principio se convierte en el eje dinamizador y fundamento teórico y estético de su trabajo. Con él apelaba a la necesidad de idear espacios, obras y objetos que causen al hombre moderno una máxima emoción, frente al funcionalismo, el esteticismo y la autoria individual. En este sentido, las nociones de colaboración, la libertad de creación y la recuperación de las funciones sociales del diseño se reconocen en todos los trabajos alentados y realizados por Goeritz en esos años.

Planteada como un recorrido por los trabajos más importantes de Goeritz, la exposición pone de manifiesto cómo el conjunto de su obra y actividad surge de la asunción del arte como proyecto metaartístico (extendiéndose al ámbito de lo social, lo político y lo público), donde una forma primigenia –las líneas en arista que conforman el cuerpo de una serpiente (La serpiente de El Eco, 1953)– deviene módulo formal y conceptual de todo su trabajo, desarrollado en un contexto de guerra fría. A su vez, términos como ‘maqueta’ y ‘monumento’ aparecen como las categorías entre las que transita su obra, evidenciando una voluntad de subvertir la noción de proporción.

El elemento que articula la muestra, según Francisco Reyes, «es la idea de proceso artístico, lo cual nos aleja del modo tradicional de organizar las exposiciones en torno a los géneros artísticos desarrollados por un artista. En este caso me he centrado en su concepción de un arte programático, funcional, donde el momento de la creación tiene el mismo peso que la lógica de circulación y recepción de la obra. De ahí que el material documental se sume a la muestra como elemento que contribuye a esclarecer el sentido y función de la obra».