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Mengs y Azara, el retrato de una amistad

Esta exposición «de gabinete», que permanecerá en la sala 38 del edificio Villanueva hasta el 10 de noviembre, está formada por 24 obras –pinturas, esculturas, obra gráfica, medallas y libros– procedentes, en su mayoría, de las colecciones del Prado y particulares.

Obra singular

El ingreso de esta obra en las colecciones del Prado contribuye a enriquecer el discurso de la pintura del siglo XVIII en sus salas y a completar el catálogo de retratos de Mengs, en este caso con una de sus obras más singulares desde el punto de vista artístico e histórico.

Esta pequeña muestra se centra en la relación amistosa entre Mengs y Azara, la afinidad de sus ideas estéticas y su colaboración artística, así como en su representación retratística, el coleccionismo de Azara y su papel como difusor de la obra de Mengs.

Además de la obra recientemente adquirida, otros ejemplos elocuentes de la amistad entre el artista y su protector son los bustos broncíneos de Azara y Mengs ejecutados en 1779 por el escultor irlandés Christopher Hewetson.

Autorretrato

También se expone un autorretrato de Mengs (hacia 1761-1765), que coincide con su primer encuentro con Azara y el diseño de la medalla del enlace de los príncipes de Asturias, también expuesta.

Otro autorretrato tardío, hacia 1774-1776, que fue el modelo más importante para la difusión de la efigie del artista en España, se transmite a través de una copia en pastel pintada por Ana María Mengs, hija del pintor, y de una estampa grabada por Manuel Salvador Carmona, esposo de ésta.

Como ejemplos de la afinidad de las ideas estéticas de Mengs y Azara se presentan un dibujo de Mengs de la estatua antigua de Antinóo como Osiris de los Museos Vaticanos, y una estampa, según un dibujo de Mengs, de una de las pinturas murales de la Villa Negroni.

Arqueólogo aficionado

En 1779, Azara inició unas excavaciones en Tívoli, cerca de Roma. Con el hallazgo de 15 retratos de filósofos y poetas griegos y de otras pequeñas esculturas en la denominada Villa dei Pisoni inauguró su colección de retratos y esculturas clásicos, que al final de su vida llegó a unas 70 piezas.

De su colección, hoy repartida entre la Real Casa de Labrador en Aranjuez y el Museo Nacional del Prado, se exponen los retratos de los poetas Homero y Menandro, del filósofo epicúreo Hermarco y del general ático Milcíades, además un Dacio del Foro de Trajano en Roma y una estatua de Fortuna. También se muestra la Historia de la vida de Cicerón de Conyers Middleton, editada y traducida por Azara e ilustrada con grabados de esculturas de su colección.

La iniciativa de Azara de proteger y difundir la herencia artística de Mengs se señala en la muestra a través de una estampa de su retrato pintado por Mengs y grabado por Domenico Cunego; una medalla conmemorativa del «pintor filósofo» acuñada por Caspar Joseph Schwendimann, en la que Azara incluyó su propia efigie; las Obras de D. Antonio Rafael Mengs editadas y comentadas por Azara y publicadas en Parma y en Madrid en 1780, y la primera biografía del artista redactada en 1780 por Ludovico Bianconi, ilustrada con una estampa que refleja el homenaje dedicado a Mengs por Azara en el Panteón de Roma a través de la colocación de un ejemplar de su busto ejecutado por Hewetson.

Napoleón

Finalmente, la amistad de Azara con Napoleón a partir de la misión diplomática del año 1796 se documenta a través de una medalla conmemorativa de oro acuñada en el mismo año por el Senado de Roma en honor de Azara por su negociación del Armisticio de Bolonia, y una medalla con el retrato de Napoleón que conmemora el tratado de Paz de Amiens, que firmó Azara en 1802, en nombre del rey.

La exposición se acompaña con un ensayo-catálogo redactado por los comisarios Stephan Schröder, jefe del Departamento de Escultura Clásica y del Renacimiento, y Gudrun Maurer, conservadora del Departamento de Pintura Española del siglo XVIII y Goya, ambos del Museo Nacional del Prado.

Azara y Mengs

José Nicolás de Azara [1] (Barbuñales 1730 – París 1804) tuvo una amplísima proyección nacional, desde su primer cargo como oficial de la Secretaría de Estado en 1760, e internacional, por sus puestos diplomáticos en Roma durante más de treinta años; y en París, de 1798 a 1803, como embajador durante la delicada situación política del último decenio del siglo XVIII y los primeros años del siglo XIX. Sus numerosas amistades de altísimo nivel cultural y político le muestran en contacto con personajes de la relevancia de Winckelmann, teórico del arte antiguo, y del famoso tipógrafo Bodoni, pero también del papa Pío VI y políticos, como Godoy en España o Napoleón y Talleyrand en Francia, entre otros.

Antón Rafael Mengs (Aussig 1728 – Roma 1779), formado con su padre Ismael Mengs en Dresde, antes había estudiado en Italia las obras de Rafael, Miguel Ángel y Carlo Maratti, así como de Correggio, los Carracci, Guido Reni y Tiziano, y fue nombrado en 1751 primer pintor de cámara por el elector de Sajonia, Federico Augusto II.

Durante su residencia en Roma entre 1752 y 1761, donde conoció al arqueólogo alemán Johann Joachim Winckelmann, desarrolló sus pensamientos y escritos sobre la belleza ideal y sobre la recuperación de la perfección del arte a través del estudio de los grandes modelos del ideal clásico.

En 1761, después de haber concluido la obra neoclásica por excelencia, el fresco del Parnaso en la Villa Albani, fue llamado a Madrid por Carlos III, yerno del elector de Sajonia, para dirigir la decoración del Palacio Real. Nombrado primer pintor de cámara en 1766, introdujo en España las nuevas corrientes artísticas y promovió pintores españoles como Maella, los hermanos Bayeu y Goya. Por el mal estado de su salud, viajó a Roma en 1769.

Como encargo de Carlos III, pintó en 1770 en Florencia los retratos de la familia de los grandes duques de Toscana (Museo Nacional del Prado), que le permitieron realizar vaciados de las esculturas antiguas y renacentistas más importantes de su colección, destinados por Mengs a la enseñanza. En Roma fue nombrado príncipe de la Academia de San Luca y recibió importantes encargos de pinturas para el Museo Clementino y la basílica de San Pedro.

Vuelto a Madrid en 1774, viajó de nuevo a Roma en 1776, donde murió de tuberculosis en 1779. Su obra pictórica abarca pinturas de historia, obras religiosas, frescos con asuntos religiosos, mitológicos y alegóricos, y un importante conjunto de retratos.

Retrato de José Nicolás de Azara de Mengs

José Nicolás de Azara. Antón Rafael Mengs. Óleo sobre tabla, 77 x 61,5 cm. 1774. Madrid, Museo Nacional del Prado. [2]De carácter íntimo y marcado por una notable sencillez, este retrato, realizado a principios de 1774 en Florencia, es un ejemplo magistral del clasicismo del artista y se considera como uno de los mejores de su producción. Asimismo hay que añadirle el valor del personaje retratado, uno de los más destacados representantes de la Ilustración española.

El retrato se ajusta al gusto de su tiempo, como reflejo de la más pura expresión neoclásica de este género, del que Mengs fue uno de sus máximos representantes. Por ello, el modelo está captado con una sublime dignidad y una naturalidad, que revela su pureza intelectual y que no necesita de los ricos accesorios que acompañan al poder, pero con la profundidad psicológica que pone de manifiesto su carácter.

Destaca la expresión lírica, revelada por la leve sonrisa en sus labios y la mirada, precisamente por ese «suave movimiento de la boca y de los ojos», a través del cual, según Azara, los griegos representaron los movimientos del alma. Esta expresión comunica la amistad con el pintor y la sensibilidad y la pasión del modelo por la literatura, que se evidencia también en el libro en la mano, cuya lectura Azara ha interrumpido para atender al artista con la nueva espontaneidad exigida en los retratos del siglo XVIII.